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crónica | cambio de régimen en Libia

El oasis de Bani Walid sigue añorando a Muammar Gadafi

Bastión histórico del derrocado régimen, la localidad de Bani Walid se rindió a los entonces rebeldes tras una resistencia encarnizada. Hoy, muchos de sus habitantes se dicen resignados al cambio pero siguen guardando al coronel Gadafi «en el corazón».

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Inès BEL AIBA AFP

«Tragamos, qué remedio. En Bani Walid, el 99% de la población sigue amando a Muammar», afirma Boubaker, estudiante de derecho de 24 años.

Este vasto oasis de accidentado relieve, situado a 170 kilómetros al sudeste de Trípoli, ha vuelto a la primera plana de la actualidad tras el ataque imputado a seguidores gadafistas contra las tropas del nuevo régimen y que dejó un saldo de siete muertos y diez heridos.

El ministro de Interior, Faouzi Abdelali, se apresuró a desmentir que estuvieran implicados seguidores del antiguo régimen pero ha tenido que reconocer que, simplemente, desconoce lo que realmente pasó. Su homólogo de Defensa, Ossama Jouili, llegó a la zona el miércoles para «esclarecer lo sucedido».

Autoridades del nuevo régimen, responsables locales, líderes tribales y vecinos insisten en que se trata de un problema «exclusivamente local», pero la realidad parece más compleja.

Los enfrentamientos tuvieron como protagonistas a la brigada de thowars (revolucionarios) del 28 de Mayo y a habitantes locales que les reclamaban conocer la suerte de uno de ellos, detenido por el grupo armado.

Según los testimonios, el detenido habría combatido a favor de Gadafi en el frente y habría sido detenido después de que algunos miembros de la brigada le reconocieron.

Todo apunta a que no hubo banderas verdes -símbolo del derrocado régimen- ondeando al viento durante el asalto al cuartel de la brigada 28 de Mayo, tal y como aseguraron responsables locales, pero el estallido de la violencia está directamente relacionado con el conflicto libio

Muchos habitantes de la villa dan a entender que se han alineado con el nuevo régimen porque no podían hacer otra cosa. Ante las cámaras, aseguran estar con la «revolución del 17 de febrero», pero en privado, son mayoría los que reconocen francamente su nostalgia por los tiempos pasados. «Esta casa nuestra se la dio Muammar a mi padre. Con él no faltaba de nada, reinaba la seguridad, mientras que ahora...», deplora Boubaker, quien vive cerca de la base de la brigada 28 de Mayo. Se ven las huellas de los combates del lunes: coches calcinados, casquillos de bala por doquier.

«Muammar sigue en nuestros corazones. Si alguien te dice lo contrario, miente», coincide Salaheddine el-Werfelli, de 19 años. «¿Revolución, qué revolución? Ellos representan acaso a (el presidente francés, Nicolas) Sarkozy o a los países europeos, pero no a Libia», se burla.

Junto al mercado del pueblo, Abdelhamid al-Ghariani, de 25 años, no oculta su cólera contra los thowars. «Me tuvieron detenido en un sótano. Me robaron el coche y el móvil y, cuando vieron que tenía fotos de Muammar, me apalearon», señala, mostrando las huellas de la paliza. «Hablan de libertad y democracia pero no son más que palabras. Estamos con la revolución del 17 de febrero pero queremos justicia y compensación por nuestras casas destruidas», insiste un vecino.

Representantes de los clanes de la tribu de los warfalla, la más grande de Libia y de la que Bani Walid es el feudo, discuten sobre las condiciones para permitir el retorno de la brigada, a la que acusan de todo tipo de exanciones. Sólo les dejarán volver sin armas y bajo la tutela del Ministerio de Defensa.

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