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Miles de personas vuelven a la calle por el fin de la política penitenciaria

Miles de personas volvieron a exigir a los estados español y francés que pongan fin a la política penitenciaria que castiga excepcionalmente a los presos políticos en un sinfin de concentraciones y moviliziaciones, como la cadena humana que reunió en Bilbo a cerca de 500 personas. Con la colosal manifestación del 7E aún en la cabeza, nadie duda de que es la movilización ciudadana la que traerá pasos de Madrid y Paris.

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M.DIAZ-N.GOTI |

Apenas tres semanas después de la colosal movilización ciudadana que recorrió las calles de Bilbo en demanda de respeto a los derechos de los presos políticos vascos, miles de personas volvieron ayer a la calle para pedir a los estados español y francés que acaben con la excepcional política penitenciaria que Madrid y París aplican contra los presas y presos políticos vascos, coincidiendo con la habitual jornada de movilización de cada último viernes de mes en cientos de municipios y barrios de Euskal Herria.

«Cada vez somos más las personas que entendemos que para conseguir una solución democrática e integral es necesario dar pasos en la vuelta a casa de los presos y las presas vascas», afirmó Roberto Noval, poniendo voz a las cerca de 500 personas que participaron en la cadena humana que se formó en Bilbo, entre la Plaza Arriaga y la Circular. Tras denunciar que Moncloa y Eliseo «continúan pegados al inmovilismo», denunciaron que «Madrid y París están alargando una situación que en Euskal Herria no entiende prácticamente nadie».

Al hilo de esa idea se pronunciaron algunos de los participantes en la movilización consultados por GARA. «En este tiempo que vivimos, si queremos una resolución global, los presos son un elemento clave y no se están cumpliendo derechos mínimos», opinó Pablo Santamaría, un joven de Bilbo que participó en la cadena humana junto a un grupo de amigos. A su juicio, «la movilización en la calle es, además de «fundamental», uno «de los pocos elementos que tenemos para denunciar que no se están respetando derechos, porque ellos tiene poder para hacer lo que quieran», aseguró en referencia a los estados responsables de la política penitenciaria.

Unos metros más adelante, Kattalin Madariaga resaltó que «tras la gran manifestación hay que mantener el pulso» y se refirió especialmente a la gravedad que reviste la situación de los presos enfermos, así como la de los que ya han cumplido las penas impuestas. «Por eso venimos hoy y seguiremos viniendo», recalcó.

En el mismo sentido se expresó Bego Abad, que acompañada por sus hermanos resaltó que participan habitualmente en las movilizaciones de los últimos viernes, así como en las que se organizan en Sabin Etxea. «Hemos tenido familiares presos, ahora no, pero siguen siendo como de la familia y vamos a seguir aquí o donde nos toque haga frío o calor para defender que se respeten sus derechos», afirmó com determinación.

La movilización de ayer, como otras precedentes, contaba con los preceptivos permisos. Sin embargo, efectivos de la Ertzaintza que vigilaban la movilización desde la acera contraria grabaron la cadena humana con videocámara, en un gesto que muchos de los congregados calificaron de incomprensible. La actuación obedece seguramente a la oden del juez Ismael Moreno de vigilar el acto después de que la asociación de víctimas Dignidad y Justicia solicitara la prohibición del acto por entender que podía constituir un delito de «enaltecimiento del terrorismo».

Martin y Erro

El delicado estado de salud de los presos Txus MArtin e Iñaki Erro estuvo muy presente entre los concentrados. Desde Egin Dezagun Bidea exigieron su inmediata puesta en libertad, «antes de que su salud empeore y lleguemos a una situación límite». «Junto con esto, la libertad de los presos y presas que hayan cumplido su condena y su repatriación son los primeros pasos que hay que dar», agregaron desde el movimiento por los derechos de los represaliados.

«Caiga lo que caiga»

Reflexiones como las recogidas en la cadena humana de Bilbo se repitieron en otras movilizaciones. En Iruñea, Luis Miguel Olza, vecino de Donibane, consideró que «manifestaciones como las de Bilbo te reafirman, porque hay mucha más gente que la que parece tras la reivindicación de la repatriación de los presos», aunque precisó que si bien «lo de Bilbo fue espectacular, también lo es ver aquí día tras día a 200, 300 o 400 personas», en referencia a la movilziación de miles de ciudadanos que muchas veces pasa desapercibida porque no tiene el reflejo en los medios que consiguen protestas como la masiva manifestacióndel 7 de enero en Bilbo.

«Cualquiera que pase por aquí y al día siguiente vaya a ver el periódico a ver qué pasaba no lo va a encontrar, no se va a netrera de nada. Las grandes sí salen en los medios, pero estas de todos los día que llevan años y añs, caiga lo que caiga, nadie dice nada, pero son muy importantes», señaló.

«Como la lluvia fina»

«Esto es como la lluvia», opinó Patxi Urrutia, un amaiurtarra para el que «cuando cae una tormenta moja la tierra, pero con eso solo no se puede sembrar nada. Lo que se necesita es una lluvia fina, que caiga poco a poco y que se vaya introduciendo en la tierra. Eso es lo que da frutos». A su juicio, «el reto es aprovechar el impulso logrado en Bilbo para reforzar todavía más la reivindicación por los derechos de los presos, porque la repatriación es imprescindible para este proceso y se puede arreglar legalmente» y tiene claro que «el éxito de la movilización de Bilbo es fruto de las conentraciones que se han llevado a cabo durante años en multitud de pueblos y barrios».

La imagen de la histórica manifestación del 7 de enero en Bilbo no ha desaparecido de la retina de quienes día a día secundan cada convocatoria en defensa de los derechos de los presos. Por eso, también el burlatarra Javier Osés, se refirió a aquella movilización para destacar que «lo de Bilbao fue un subidón, pero tenemos que tener más subidones».

Opiniones
Críticas a la moción del PNV en Bilbo

Pocas horas antes de que se llevará a cabo la cadena humana en la plaza del Arriaga, Bilboko Herri Bilguneak compareció ante la prensa para comentar que la manifestación que el 7 de enero colapsó la capital vizcaina reflejó que «la exigencia del cambio de la actual política penitenciaria está cada vez más extendido en la sociedad vasca». Desde esta iniciativa popular consideran que «es necesario seguir denunciando las medidas de excepción que se le están aplicando a 79 bilbainas y bilbainos actualmente presos en las cárceles de los estados francés y español».

Por ello, Herri Bilgunea de Bilbo opina que la moción adoptada el jueves por el Pleno del Ayuntamiento es insuficiente y acusa a los partidos que la respaldaron -PNV y PSE- de «abrazar las posturas más inmovilistas». En esa moción se pedía «el respeto a los derechos de todos los reclusos a cumplir sus penas cerca de sus entornos familiares», evitando citar explícitamente a los presos vascos. En la rueda de prensa de ayer, instaron a los responsables municipales a situar sus postulados «en pro de una resolución democrática». GARA

Las expresiones de solidaridad con los presos llegan a cada rincón de Euskal Herria

Las expresiones de solidaridad con los presos se multiplicaron ayer: Anoeta (31), Lizartza (37), Zalla (30), Asparrena (26), Leaburu-Txarama (16), Lezo (45), Etzarri-Aranatz (93), Lekunberri (25), Orereta (245), Ikaztegieta (15), Muskiz (43), Mallabia (27), Iurreta (38), Abanto (34), Elorrio (103), Usansolo (18), Ajangiz (20), Bermeo (35), Trapagaran (43), Busturia (35), Lemoiz (15), Balmaseda (36), Erandio (70), Zornotza (95), Otxandio (65) Portugalete (70), Gatika (13), Zamudio (25), Amurrio (80), Leioa (75), Zaratamo (17), Arrigorriaga (46), Erromo (110), Berango (33), Zaldibar (41), Maruri (7), Mungia (63), Derio (27), Lesaka (52), Etxebarria (35), Urnieta (40), Azkoitia (95), Irun (99), Andoain (58), San Pedro Trintxerpe (28), Durango (95), Berriz (32), Idiazabal (45), Aretxabaleta (60), Basauri (67), Eskoriatza (20), Ondarroa (182), Azpeitia (130), Oñati (85), Baiona (30), Senpere (19), Ziburu (40), Ustaritze (29), Bidart (19), Donibane Garazi (59), Maule (40), Lekeitio (156), Getaria (45), Zumaia (72), Amezketa (12), Berastegi (45), Arrate (80), Segura (60), Zegama (26), Arrasate (350), Ugao (46), Elgeta (18), Legorreta (21), Villabona (82), Alegia (15), Orio (44), Lazkao (80), Aulesti (83), Urduliz (15), Ordizia (90), Munitibar (30), Lezo (45), Hondarribia (53), Irurtzun (22), Elgoibar (72), Tolosa (120), Barakaldo (95), Etxalar (30), Laudio (102), Santurtzi (120), Arbizu (40), Algorta (200), Markina (70), Leitza (60), Astigarraga (80) Oiartzun (160), Bera (20), Bakio (42), Larrabetzu (93), Lantziego (15), Zuia (32), Maeztu (25) y Galdakao (108), donde hubo una manifestación por la libertad de Txus Martin. GARA

Sanciones, cacheos abusivos y un traslado interminable

A lo largo del primer mes del año, mientras en la calle seguía el eco y el impacto de la movilización de Bilbo, en las cárceles se han sucedido vulneraciones aparentemente menores, pero cotidianas y reveladoras de la situación del Colectivo de Presas y Presos Políticos Vascos. Y también de sus familiares. Así, la madre minusválida de un preso que se encuentra en Burgos fue cacheada por los funcionarios, y es la segunda vez que sucede. En Mansilla, el hijo de un preso y la tía de este fueron registrados por media docena de guardias civiles y un perro; Etxerat explica que solo desistieron cuando se apercibieron de que el chico es menor de edad.

Los traslados tampoco dejan de deparar incidentes. Es el caso de Iñaki Fernández de Larrinoa, que ha necesitado una semana para regresar de Langraiz a Puerto I (cerca de mil kilómetros). En ese tiempo «no le dejaron llevar sus pertenencias en el viaje, no pudo ducharse ni quitarse la barba», explica el colectivo de familiares.

Al aislamiento sufrido por Oier Andueza en Aranjuez, calificado de «muy duro», el de Alberto López de Lacalle en Soto, el de Mikel Almandoz en Tarascon o el de Itziar Moreno y Oihana Garmendia en Dijon, se le suman las trabas a comunicaciones, marcadas por la arbitrariedad. En Almería les han prohibido recibir correspondencia en hojas de color; en Aranjuez, a Alicia Sáez de Lacuesta le prohíben realizar llamadas sin límite a su compañero «porque dicen que en la llamada que hizo en la manifestación del 7 de enero habló con otra persona»; en Topas, a Ailande Hernández no le han dejado coger los apuntes porque estaban encuadernados; en Soto, les han devuelto cartas de los últimos quince días porque ponen «euskal preso politikoa»...

Desde Curtis explican que les han limitado las cosas que pueden tener en las celdas, en Jaén están teniendo problemas con las listas de amigos, en Sevilla II hablan de «provocaciones constantes a los familiares» y en Puerto III Sebas Lasa y Arkaitz Bellon tuvieron una discusión con un funcionario porque no les abrió la puerta del gimnasio, por lo que acabaron en aislamiento y les han quitado las palas de jugar y hasta «los marcos de madera de los corchos que tenían en sus celdas». No menos surrealista es otra noticia que llega de la misma cárcel: «Maite Díaz de Heredia tuvo que ir al dentista -detalla Etxerat-. Le hicieron un presupuesto de 300 euros, pero cuando fue a la consulta no le hicieron lo que tenían planeado, y aun así le cobraron los 300 euros».

Más problemas en Poitiers o Villepinte. En la primera, Eneko Zarrabeitia fue castigado por abrazar a los familiares de su compañera de cárcel Maite Aranalde, de modo que durante dos meses tendrá que realizar visitas a través de un cristal. Y Gorka Azpitarte está sancionado por hablar con otros compañeros de patio a patio.

Estos son solo detalles de un microcosmos integrado por 674 personas -según el último recuento, divididas en 85 cárceles- con sus correspondientes familias y entornos. GARA

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