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Raimundo Fitero

A raquetazos

El partido de tenis de una final de Gran Slam más largo de la historia. Cinco hora y cincuenta y tres minutos con dos hombretones dando raquetazos, corriendo de un lado a otro de la pista, gritando, sudando, saltando, desfallecidos, eufóricos, y un final apoteósico, un abrazo entre los dos contendientes. No un abrazo protocolario, sino una fusión, un reconocimiento entre ellos de que habían proporcionado, en primer lugar, un grandísimo espectáculo deportivo, pero especialmente televisivo como fundamento de la propia virtualidad de este tipo de torneos que jalonan la vida televisiva con un frecuencia calculada para no perder interés ni cuota de pantalla.

Saquemos conclusiones positivas: las declaraciones tanto del campeón, Djokovic, como del subcampeón, Nadal, son dignas de figurar en lo anales del reconocimiento del otro, del jugar un deporte no solamente como enfrentamiento para ganar al otro, sino como reformulación de su propia autoestima. Jugar, por jugar, para jugar mejor, superarse, y reconocer que el otro es tan bueno o más que tú. Estas declaraciones nos gustan bastante más que todo lo sucedido, que fue mucho y bueno, especialmente para los amantes de este deporte que en televisión adquiere otra dimensión, pero que millones de seres que no han pisado una pista lo siguen con afición, pasión y entrega. Y lo digo con la experiencia de haber presenciado gran parte de esas eternas horas, en un lugar donde no había ningún compatriota de los dos jugadores mediterráneos, por lo que existía una simple conexión directa con el espectáculo. Los raquetazos no tenían para ellos ni bandera ni himno, ni identificación patriótica alguna: aplaudían al tenis, y a dos grandes jugadores individuales.

Por cierto, este partido se ofreció por canales de pago, Canal + y Eurosport, y logaron una cuota de pantalla del quince por ciento, lo que es un récord. Un dato que nos hace abundar en la posibilidad de que el deporte, todo el deporte de estas dimensiones de difusión acabe en las plataformas de pago. Los canales en abierto, serán muy generalistas, y muy populistas. Otra división clasista entre los televidentes: los que puede pagar y los que no.

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