Política carcelaria
«El maltrato está directamente ligado a la enfermedad de Martín»
Sicóloga de confianza de Txus Martín
Oihana Barrios es la sicóloga de confianza de Txus Martín y forma parte del colectivo Jaiki Hadi, que da asistencia médica a las presas y presos políticos vascos. En este caso, Barrios desgrana para GARA el origen y desarrollo de la enfermedad del prisionero basauritarra, directamente relacionada con su vivencia en las cárceles francesas y españolas.
Nerea GOTI | BILBO
Oihana Barrios ha visitado a Txus Martín, pero no en la última etapa, en la que ha empeorado. Tiene noticia de su evolución a través de sus familiares. En esta entrevista explica por lo que están pasando el preso político y su familia.
¿Qué enfermedad padece Txus Martín y cuáles son los síntomas que presenta?
Txus empezó a tener problemas sicológicos en 2006, estando en la cárcel de Tarascon, después de permanecer casi tres años completamente solo. Se quejaba del trato recibido en la cárcel y de las condiciones de vida, aislamiento, escasas visitas por la lejanía de la cárcel y porque no le admitían el permiso para visitas de amigos, ruidos continuos día y noche... Todo esto le provocó mucha ansiedad. Después de recibir tratamiento ansiolítico para paliar la ansiedad, realizó una huelga de hambre de 24 días para luchar en contra de su entrega al Estado español. Fue conducido al hospital, después de tres día, trasladado a la cárcel francesa de Aix, a 785 kilómetros de Euskal Herria, cerca de Niza. Allí volvió a permanecer ocho meses en aislamiento.
En total, ha permanecido cinco años en aislamiento, lo cual provoca un malestar sicológico significativo, por la soledad, la imposibilidad de recibir visitas, el continuo maltrato al que fue sometido, trasladado a cinco cárceles en poco tiempo, encapuchado y con cascos para impedirle oir en todos los traslados, continuos castigos añadidos por no aceptar las condiciones de la cárcel. Fue desarrollando un trastorno sicótico basado en la inseguridad, la desconfianza. Los ruidos continuos que le impedían descansar y dormir lo necesario, las amenazas de entrega y, sobre todo, el prolongado aislamiento, recogido en todos los manuales internacionales como forma de tortura... provocaron un brote sicótico en setiembre de 2010. El diagnóstico que recibió en la cárcel de Aix después de esto fue de trastorno sicótico no especificado, posiblemente de cuadro paranoide.
Luego llegó la temida entrega.
A las pocas semanas fue entregado al Estado español y trasladado a Soto del Real, donde tanto su médico de cabecera como yo solicitamos permiso como medico y sicóloga de confianza. Al no recibir notificación del permiso pasados seis meses tras varias instancias, interpusimos denuncia en la cárcel por falta de asistencia médica y sicológica. Dos semanas después conseguimos tanto el médico como yo poder estar con Txus.
La primera valoración diagnóstica nos confirmó que se trataba de un trastorno sicótico, específicamente de un trastorno esquizoafectivo. Solicitamos a la cárcel que aplicara el protocolo médico ante este tipo de trastornos; esto es, que se le realizaran las pruebas complementarias necesarias para confirmar que no hubiera cualquier otra dolencia neurológica y poder descartar así otros trastornos que pudieran darse a nivel cognitivo, justificando además la realización de un escáner por síntomas de pérdida de memoria observados. Hoy, después de varias instancias, peticiones directas y una demanda directa al juez de Vigilancia Penitenciaria para la realización de dicha prueba, todavía no se le ha realizado petición de cita en ningún hospital.
¿En qué se traduce un trastorno esquizoafectivo?
Se compone de dos trastornos en uno. El primero entra en la categoría de esquizofrenia, si bien no es suficiente para explicar toda la sintomatología; el otro es un trastorno afectivo, en este caso depresivo. Lo significativo de este trastorno es que oscila entre fases de depresión y otras fases más activas donde lo característico es un pensamiento delirante, amenazador. Estando en la cárcel, donde Txus ha aprendido por su experiencia que en cualquier momento pueden maltratarle, no puede confiar en que sea la cárcel o los sanitarios de la misma los que vayan a protegerle, porque es un entorno hostil y amenazante, donde la falta de control de todas tus circunstancias está al orden del día. En un entorno de castigo en aislamiento se complica mucho tanto una correcta asistencia externa -por falta de permisos para visitas, traslados que conllevan la vuelta a empezar de permisos, visitas con la prohibición de hablar en euskara y en presencia de personal sanitario penitenciario- como la asistencia de la propia cárcel, que está condicionada y supeditada a los motivos de seguridad. En el caso de Txus, ni siquiera han llegado a realizar un diagnóstico.
Este trastorno necesita de dos condiciones para su aparición: una predisposición a él y la presencia de condiciones ambientales que alteren el funcionamiento del individuo y factores estresantes que lo precipiten. Sin entrar en otros factores íntimos, se puede deducir que la vivencia de una tortura blanca durante cinco años en forma de aislamiento supone un factor de estrés lo suficientemente quebrantador para desarrollar un trastorno de estas características. Por lo tanto, en estos momentos la sola idea de soledad, una advertencia o amenaza con estar solo o ser conducido a un modulo de aislamiento puede conllevar una recaída o alterar su sintomatología.
¿Vivir en las condiciones carcelarias actuales puede quebrar la salud mental?
Como ya he señalado, creo que de no haberse producido un aislamiento tan prolongado, unos condicionantes vitales tan adversos, una desasistencia medica como la que hemos observado, Txus no habría desarrollado este trastorno al menos en la forma que lo está experimentando. Cualquiera de nosotros, si hubiéramos vivido y sufrido estas condiciones y maltrato, estaríamos frente algún tipo de consecuencia sicológica. Todo depende de la predisposición de cada uno y de la forma de hacerle frente. No todas las personas que han sufrido torturas han desarrollado trastornos sicológicos, pero sufrir torturas puede provocarlos.
Esto es similar. El aislamiento provoca una gran pérdida de percepción de la realidad. No te relacionas con nadie y con quienes puedes hacerlo son tus enemigos; no recibes mucha información del exterior y la que recibes está muy mediatizada, así que nuestra cabeza va ocupando con invenciones esa falta. Se pierde la capacidad de relacionarte con las personas, por la falta de costumbre, el miedo a no saber hacerlo o a hacerlo mal; el miedo al abandono, el distanciamiento emocional, porque sufrir siempre solo suele ser más doloroso; olvidarte del proceso de toma de decisiones y, por lo tanto, delegar las decisiones de tu propia vida en los demás; pérdida de la capacidad de enfrentamiento, desesperanza al ver que, por más que hagas y protestes, no puedes cambiar nada, lo que nos lleva a la indefensión aprendida; pérdida de motivación ante cualquier acontecimiento por vivirlo demasiado ajeno y lejano, así que acabas sintiendo que no lo vives... A cada uno le afecta de forma diferente, porque nos enfrentamos a la realidad de formas diferentes, pero en distintos grados y formas, la represión siempre afecta.
A Txus Martín le han aumentado la medicación, ¿Prefieren sedarlo?
Es cierto que en la cárcel se hace uso desmedido de la medicación, y lo normal es pensar que prefieren mantener a los presos sedados. En este caso, se trata de doblar la dosis del antidepresivo. Por lo tanto, ellos mismos ven la necesidad de aumentarle, porque es cierto que Txus se encuentra más depresivo y con gran falta de motivación. Esto no cuadra con el mismo informe, que por un lado indica doblar la dosis de la medicación y por otro que el paciente se encuentra mejor, que tiene buen aspecto y acepta bien el tratamiento. Es completamente incoherente.
¿Qué tratamiento necesita?
¿Por qué se prohíbe la visita de un médico de confianza?