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Jurgi San Pedro Asesor internacional

Recientes decisiones constituyentes del Socialismo Bolivariano

Tanto como la niebla de la netwar desatada brutalmente hace ya cuatro trienios contra el proceso revolucionario comandado por Chávez, también opacan la opinión pública vasca, los circuitos locales de voces de no pocos compatriotas que por razones de trabajo tuvieron su experiencia reciente en Caracas. Estos confundieron ingenuamente, y en el 98% de los casos, Caracas con Venezuela; la parte con el todo, para dar por sentado el fracaso de lo que se viene sembrando con tanto esfuerzo y dedicación en estas tierras del Libertador, llegando incluso a bajar la persiana a la luz que disipa la niebla en el registro de lo real en el espacio-tiempo culturales de esta Venezuela.

En el registro de lo real, la planificación anticapitalista sigue avanzando en lo concreto, como apuntaré más abajo, no sin antes reconocer que lo hago interpelado por la lectura de un ensayo a cuyo bautizo asistí (25/1/2012): «Un modelo energético para Nuestra América», visto en el marco Espacio Tiempo Culturales, de J.L Pacheco. Un planificador regional venezolano con casi sesenta años de militancia revolucionaria, autor de un trabajo que los nuevos operadores de nuestra «pequeña» política exterior soberanista deberían considerar en la innovación de su estrategia de «cooperación internacional»: «Sistema capitalista mundial y polo de poder latinoamericano», (2004).

El diagnóstico situacional de Pacheco resulta incontestable. Entre sus valiosas apreciaciones, reconoce la dificultad estratégica que vive el socialismo anticapitalista hoy, derivada, sobre todo, del modelo energético que promueve, donde los derivados del petróleo y no la electricidad son la energía secundaria promovida para tejer la economía comunal socialista, contribuyendo también a que los patrones culturales de consumo hegemónicos sigan siendo los del enemigo. Pero pareciera que este ensayo crítico constructivo de reciente aparición hubiera informado las más recientes decisiones ejecutivas ya palpables de la Administración Chávez, neutralizando paradójicamente así parte de la vigencia del mismo, el mismo día de su bautizo, sobre todo la parte dedicada a la planificación «antisistémica» como desafío del proceso bolivariano revolucionario.

En su visión «apocalíptica» de la inercia del presente, tan compartida por esos mis compatriotas tan aburguesados, plantea dos pasos necesarios para un giro imprescindible en el devenir de ésta Revolución. Y son esos dos pasos estructurales los que precisamente se han apuntalado durante estas semanas.

Los sectores populares bajo la etiqueta de personas en situación de pobreza y de extrema pobreza -«lumpen-proletariado», que S. Zizek (enero 2012) nos dice que Marx dejó de lado- han desatado el ingenio político radical más refinado, es decir, los dos pasos necesarios para el éxito del combate librado desde hace ya 12 años. El énfasis se ha puesto sobre el hecho de «la extrema pobreza» que, a pesar de su descenso porcentual de 11 puntos y medio en el arco que va de 2002 a 2010, sigue situándose en el 10,7% en un país de 30 millones de habitantes (CEPAL 2011). La situación de pobreza no extrema pasó de afectar al 48,6% de la población al 27,8% en el mismo periodo.

El grupo de atención prioritario está formado básicamente por madres y padres adolescentes y por adultos mayores sin historias laborales formales, ni carreras de cotización previsionales, grupos que por diversas razones y factores geoculturales no han entrado hasta hoy en las dinámicas de inclusión social operadas por la Administración Chávez. Pareciera que la lógica corporativista que ha informado las políticas públicas de seguridad social hasta hoy hubieran llegado al final de su recorrido histórico.

Los dos pasos necesarios para el giro necesario que urge Pacheco, y que incitan a la transformación de las condiciones de vida material y espiritual de las personas, transmutando las dinámicas de sus redes territoriales, son estos:

1-La asignación progresiva ininterrumpida de lo que formula Pacheco como «Renta o Servicios Básicos por ciudadanía», que es lo mismo que cumplir con el mandato constitucional que pregona un Sistema de Seguridad Social Universal. La concreción del mandato se expande con la implementación desde diciembre de 2011 de dos nuevas grandes misiones: la Gran Misión Hijos de Venezuela y Gran Misión en Amor Mayor, donde la criticada lógica asistencialista de anteriores misiones se ha subvertido, convirtiéndolas ahora en auténticos mecanismos de integración al proceso revolucionario. Las prestaciones tienen su contraprestación en diversos compromisos de tipo sanitario, formativo-instructivo y de participación directa en los asuntos que afecten a sus comunidades.

Ambas Misiones institucionalizan como ninguna otra el mecanismo que busca garantizar «una economía familiar básica para todos», donde ninguna familia, absolutamente ninguna, se queda sin respuesta en sus necesidades: desde vivienda y su equipamiento, a su educación y recreación, pasando por la salud, vestido y alimentación. Y ello aunque los ritmos de esa respuesta administrativa condicionada por la capacidad orgánica de la estructura estatal pudiera enturbiar esa percepción.

Dos millones de familias son el target prospectado. Fecha límite para la conclusión del plan miseria cero: 2019. Así, la Banca, en intensivo proceso de nacionalización, se ha convertido de hecho y derecho en parte indeclinable de la estructura socialista en proceso de consolidación, asumiendo su rol mediador en la distribución puntual, regular e indefinida de los recursos monetarios y técnicos de apoyo, indispensables para salir de la pobreza, y en la concesión de cuanto crédito blando o a fondo perdido sea necesario para dignificar la cotidianeidad de la vida, o avalar cuanto emprendimiento emancipador sea. La Banca al servicio del Pueblo, y no al revés.

2-La «Revolución Urbana» es el segundo hito anticapitalista que se promueve con urgencia, como ensayo de geografía radical, y que pretende, entre otras cosas, romper con el concepto que prevalece sobre el valor del suelo urbano y su instrumentalización por los especuladores inmobiliarios, un recurso, suelo finito, que se vuelve necesario nacionalizar.

La Administración Chávez ya ha venido tomando las iniciativas pertinentes al respecto, con las adquisiciones forzosas de suelos ociosos incardinados en la trama urbanística central de la capital, «zonas solomillo». Asimismo, todo desarrollo urbanístico residencial de nueva construcción responde a la ecuación vivienda-lugar de trabajo-educación-diversión, y en esto la llamada Ciudad Caribia quiere ser el proyecto bandera. El marco de acción es la llamada Gran Misión Vivienda Venezuela (abril 2011). Misión que pretende responder a la demanda de vivienda de alrededor de tres millones de familias, donde la emergente clase media se ve favorecida y protegida como nunca antes ante la cobertura de ésta necesidad vital.

Más aun, hace dos semanas se lanzó una nueva misión, la Gran Misión Saber y Trabajo (enero 2012), guiado secretamente por un ensayo de geografía radical, impulsor de una nueva territorialidad, disfrazada como oferta de un millón de empleos en la Faja petrolífera del Orinoco, la mayor reserva petrolífera del planeta, dotada de petróleo pesado y extrapesado viscoso que para Pacheco debiera ser el eslabón entre Venezuela-El Caribe-China, para una asociación en producción eléctrica y de cambio en sus patrones de ocupación del suelo.

Una oferta surgida de la confianza en generar nuevos planes de vida, basados en revolucionarias relaciones de producción, y que va dirigida a los más soñadores y los más olvidados, en quienes ahora se confía sean los protagonistas generadores de la mecánica necesaria para subvertir los patrones culturales de consumo de esas nuevas redes territoriales que los esperan ¿Y no será que los más humildes, de pieles oscuras, se conviertan en los protagonistas de los cambios profundos que le toca abordar a la civilización occidental transcontinental si quiere perdurar?

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