Primera cumbre de la UE en 2012
Bonitas palabras y poco dinero para impulsar el crecimiento y el empleo
Los líderes de la UE asumieron ayer oficialmente que la austeridad como receta única no va a resolver la crisis. Partiendo de esa premisa, la declaración final de la primera cumbre del año es un catálogo de buenos deseos para luchar contra el desempleo -sobre todo el juvenil- y para impulsar el crecimiento con el impulso de las pequeñas y medianas empresas. El pero es que el único dinero disponible será el que queda sin gastar de los fondos estructutrales.
Imanol INTZIARTE | DONOSTIA
Los jefes de Estado y de Gobierno de la Unión Europea admitieron ayer en Bruselas que las políticas de austeridad por sí solas no son suficientes para superar la crisis de deuda, tal y como venían advirtiendo desde hace varios meses numerosos expertos en economía, incluidos premios Nobel como Paul Krugman o Joseph Stiglitz.
Los máximos mandatarios europeos abogan ahora por impulsar una estrategia para también impulsar el crecimiento. No obstante, en principio no pasa de ser una mera declaración retórica, puesto que ni han previsto ningún respaldo presupuestario adicional ni han detallado medidas concretas.
Las únicas cantidades económicas de las que podrán disponer los países con problemas para fomentar el crecimiento y el empleo, mediante el apoyo a las pymes y a programas de fomento del empleo juvenil, serán aquellos fondos estructurales comunitarios asignados que todavía no se han gastado. Se calcula que son unos 82.000 millones de euros de subvenciones para toda la UE, aunque en la declaración no se menciona ninguna cifra.
«En los últimos meses ha habido signos preliminares de estabilización económica, pero las tensiones en los mercados financieros continúan dificultando la actividad económica y la incertidumbre sigue siendo alta», señala la declaración aprobada por los Veintisiete.
La consolidación fiscal, sostienen, es «una condición necesaria para volver a un mayor crecimiento y empleo, pero no es suficiente por sí misma: tenemos que modernizar nuestras economías y reforzar nuestra competitividad para garantizar un crecimiento sostenible».
«El crecimiento y el empleo solo se reanudarán si proseguimos un enfoque coherente y completo, combinando una consolidación fiscal inteligente que preserve la inversión para el crecimiento futuro, políticas macroeconómicas sólidas y una estrategia de empleo activa», señalan.
Veintitrés millones en el paro
Los Veintisiete ven prioritario reducir el paro en Europa, que afecta a más de veintitrés millones de trabajadores, casi la cuarta parte en el Estado español. Para ello recomiendan reformas laborales encaminadas a reducir la temporalidad, ajustar los costes salariales a la productividad y reducir la carga fiscal sobre el trabajo.
La declaración hace especial hincapié en la necesidad de resolver el problema del desempleo juvenil. En particular, propone promover los programas de becas, prácticas y estancias en el extranjero, de modo que estas iniciativas supongan «oportunidades reales para los jóvenes».
El objetivo es que todo joven europeo que termine su formación disponga en un plazo máximo de cuatro meses de una «oferta de buena calidad» para trabajar, continuar su formación, realizar unas prácticas o un programa de aprendizaje.
Para fomentar la movilidad, se sugiere la revisión de la normativa comunitaria de reconocimiento de títulos y cualificaciones profesionales, aumentar el número de plazas disponibles en los programas de prácticas en el extranjero, y avanzar en la coordinación de los sistemas de pensiones.
El presidente de la Comisión Europea, José Manuel Durao Barroso, anunció que escribirá a los jefes de Estado y de Gobierno de los ocho países con más paro juvenil, los que superan una tasa de paro del 30% en ese sector -Estado español, Grecia, Portugal, Irlanda, Italia, Eslovaquia, Letonia y Lituania-, para pedirles que pongan en marcha planes de acción dirigidos a combatir ese «gran problema».
«En algunos países, por ejemplo España, casi uno de cada dos jóvenes dispuestos a trabajar está en paro. Esto es inaceptable y supone una crítica terrible a nuestra actuación», resaltó el político portugués.
«La implicación de los interlocutores sociales nacionales será crucial para que se comprometan a aumentar las plazas para contratos de prácticas o a incrementar las becas», apuntó, pero añadió que además serán necesarias «medidas a largo plazo para impulsar el empleo juvenil, por ejemplo ajustando la fiscalidad y la carga de las contribuciones sociales». Barroso puso como ejemplos de éxito en materia de empleo juvenil a Holanda, Polonia y Eslovenia.
Financiación de las pymes
En cuanto a las pymes, los líderes de la UE reclaman iniciativas para facilitar el acceso a la financiación. En este sentido, respaldan la política del Banco Central Europeo (BCE) de suministrar liquidez a largo plazo a la banca, si bien esta medida solo es efectiva si ese dinero llega a las empresas y las familias.
Por ello, en su texto piden a las autoridades de supervisión bancaria que «aseguren que la recapitalización de los bancos no lleva a una falta de financiación» para las pymes, así como que garanticen «una rigurosa aplicación por todos los bancos de la legislación europea que restringe los bonos».
También defienden concentrar los fondos europeos en proyectos que ayuden a las pymes y revisar el techo de crédito del Banco Europeo de Inversiones (BEI), así como poner en marcha lo antes posible los bonos comunitarios para financiar infraestructuras prioritarias.
Finalmente, los líderes incluyen una mención sobre la necesidad de modernizar los regímenes europeos de derechos de autor y de lucha contra la piratería, teniendo en cuenta la diversidad cultural para explotar al máximo el potencial de la «economía digital».
Los líderes de la UE se plantean como objetivo que todo joven disponga en un plazo máximo de cuatro meses desde que acabe su formación de una «oferta de buena calidad» para trabajar o continuar con su aprendizaje.
En la cumbre se alcanzó un acuerdo para el nuevo Tratado de disciplina fiscal, que prevé sanciones automáticas para los estados que superen el 3% de déficit excesivo. A la esperada ausencia de Gran Bretaña se sumó la de República Checa.
El Estado francés fue otro de los protagonistas. Después de que el domingo Sarzkozy anunciase una subida del IVA y una tasa a las transacciones financieras, ayer el Ejecutivo revisó sus previsiones de crecimiento para 2012, pasando del 1% al 0,5%.
Los sindicatos belgas aprovecharon la visita de los mandatarios para convocar una jornada de huelga que paralizó el país. Las centrales criticaron que «se quiera salir de la crisis por la vía de los recortes, en vez de por el crecimiento y el empleo».
Los malos datos macroeconómicos se acumulan sobre la mesa del Ejecutivo español, que trata de frenar el desplome acelerando al máximo su plan de reformas. El tiempo dirá si la nave entra definitivamente en barrena o si logra enderezar el rumbo antes de estrellarse.
Si el pasado viernes se daban a conocer unas insólitas cifras de paro, rebasando por vez primera, y de largo, los cinco millones de personas sin empleo, ayer el Instituto Nacional de Estadística (INE) anunciaba una caída del 0,3% del Producto Interior Bruto (PIB) en el cuarto trimestre de 2011. Todas las voces -analistas e instituciones- aseguran que esta tendencia a la baja continuará durante los próximos meses, con lo que el Estado español entrará técnicamente en recesión.
Por citar un ejemplo, el Fondo Monetario Internacional (FMI) prevé que la recesión se mantenga al menos durante este año y el próximo, con una contracción del PIB del 1,7% en 2012 y del 0,2% en 2013.
A la espera de que el 16 de febrero publique los datos detallados, el INE avanzó que la recaída es achacable a una contribución más negativa de la «demanda nacional» (gasto público, consumo privado e inversión). Por el contrario, el sector exterior (exportaciones e importaciones) creció respecto al trimestre anterior, con lo que sigue siendo el único componente de la economía que crece, gracias a la buena evolución de las exportaciones y al empuje del turismo.
El presidente español recibió la noticia de visita en Bruselas, donde primero se reunió con el presidente de la Comisión, José Manuel Durao Barroso, y posteriormente tomó parte en su primera cumbre europea. En su comparecencia tras la cita con Barroso, Mariano Rajoy confirmó que la siguiente ficha que mueva su Ejecutivo será la reforma del sector financiero, que se aprobará «en la semana que entra», muy probablemente en el Consejo de Ministros del viernes.
El presidente no ofreció detalles sobre esta reforma, si bien ya se conoce que incrementará las exigencias de provisión a la banca en unos 50.000 millones de euros, con el fin de afrontar eventuales pérdidas por su exposición al ladrillo, tal y como adelantó el titular de Economía, Luis de Guindos. El Gobierno de Madrid quiere acelerar el saneamiento del sector financiero para recuperar la confianza de los mercados internacionales y relajar el coste de la financiación exterior, lo que permitiría, según sus previsiones, reactivar el crédito, la actividad y recuperar empleo.
Por otro lado, Rajoy insistió en que la reforma laboral se aprobará en febrero. Aunque no concretó ninguna fecha, es previsible que vea la luz verde en el Consejo de Ministros del 10 de febrero. El jefe del Ejecutivo tiene asumido que sus medidas van a ser impopulares entre la clase trabajadora. «La reforma laboral me va a costar una huelga», confesó Rajoy al primer ministro finlandés, Jirky Katainen, según se pudo escuchar en una imágenes captadas por las televisiones. «Es que nos dejan una herencia muy mala», justificó ante el primer ministro holandés, Mark Rutte. I.I.
Grecia iba a ser uno de los platos fuertes, pero la falta de acuerdo en torno a la quita obligó a posponer el tema. Eso sí, tanto la Comisión como el Eurogrupo rechazaron la idea alemana de que se nombre un comisario que controle el presupuesto heleno.