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Análisis | CAMBIOS EN CUBA

Conferencia Nacional, manipulaciones y economía

Los autores reflexionan sobre la época de cambios en Cuba y el desafío de las autoridades de transformar y mejorar los niveles de vida de la sociedad manteniendo las señas de identidad de la Revolución, reto en el que se enmarca la reciente Conferencia Nacional del PCC.

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José Miguel ARRUGAETA-Joseba MACÍAS Historiador-Sociólogo

Las expectativas en torno a esta 1ª Conferencia Nacional del Partido Comunista de Cuba (PCC). celebrada el pasado fin de semana, tras el VI Congreso y la puesta en marcha de los lineamientos económicos y sociales (las reformas aprobadas), han sido muy diferentes entre distintas capas de la población. Mientras la celebración del Congreso contó con un amplio seguimiento popular al propiciar la puesta en marcha de una serie de medidas socioeconómicas novedosas que culminaba con la designación de una dirección encabezada aún por la denominada generación histórica incorporando, eso sí, nuevos miembros tanto al Buró Político como al Comité Central, la Conferencia ha centrado sus reflexiones en la rearticulación del PCC y su papel en esta nueva etapa de la revolución.

En palabras de Raúl Castro en el acto de clausura, «no han faltado las críticas y exhortaciones de quienes confundiendo sus más íntimas aspiraciones con la realidad, se ilusionaron con que la Conferencia consagraría el inicio del desmontaje del sistema político y social conquistado por la Revolución, a lo largo de más de medio siglo, con el apoyo de la mayoría de los cubanos».

Entre las conclusiones más significativas destaca la reafirmación del partido único como método de estructuración política, la limitación de los cargos políticos estatales a un máximo de diez años (dos períodos prorrogables de cinco años) y, especialmente, la exigencia de un compromiso ético de la militancia comunista en un momento en que proliferan y se extienden los casos de corrupción en niveles altos y medios, en los que estarían implicados cuadros y militantes del partido, una cues- tión central en las reflexiones de Castro en los últimos meses.

«Con frecuencia -señaló en la intervención que cerró la Conferencia- varios de los implicados en los casos detectados ostentaban la militancia del Partido, demostrando fehacientemente su doble moral y el empleo de esa condición para agenciarse posiciones en las estructuras de dirección, violando de manera flagrante los deberes de un militante comunista».

Sobre la corrupción y la democracia interna. En estas últimas semanas los cuadros del PCC han podido asistir a distintas reuniones en las que mediante una serie de vídeos se han mostrado de forma directa fragmentos de las investigaciones realizadas en diversos ámbitos pro- ductivos, con importantes desviaciones de fondos propiciadas por sus responsables y directivos. Un hecho que, prácticamente no tratado en los medios de comunicación nacionales, habría afectado en estos últimos tiempos a sectores estratégicos como el níquel, el tabaco, el transporte aéreo o el cable telefónico submarino que, tendido desde Venezuela, debería haber mejorado ya sustancialmen- te la conexión a internet de una Isla sometida también al bloqueo de comunicaciones con el exterior sostenido por EEUU.

Resulta oportuno subrayar que la corrupción se ha convertido en tema recurrente en las intervenciones del presidente, Raúl Castro, lo cual parece indicar que en el combate contra este fenómeno no va a ser suficiente la expresión de voluntad política al máximo nivel de «cero impunidad» y las consiguientes medidas judiciales, sino que finalmente va a necesitar también un activo protagonismo de los medios de prensa, de la numerosa militancia del partido y de la propia ciudadanía.

Otro aspecto realmente reseñable ha sido la reafirmación por parte de Castro de una petición que mantiene prácticamente desde su ascenso al poder: La necesidad de propiciar un debate abierto y directo en todas las esctructuras para corregir hábitos y errores vinculados al verticalismo. «Es preciso acostumbrarnos todos a decirnos las verdades de frente, mirándonos a los ojos, discrepar y discutir, discrepar incluso de lo que digan los jefes cuando consideramos que nos asiste la razón, como es lógico, en el lugar adecuado, en el momento oportuno y de forma correcta, o sea, en las reuniones, no en los pasillos. Hay que estar dispuestos a buscarnos problemas defendiendo nuestras ideas y enfrentando con firmeza lo mal hecho».

Ampliar sustancialmente los espacios democráticos es una tarea complicada en una sociedad acostumbrada a relaciones esencialmente verticales donde el aparato burocrático estatal sigue teniendo un peso determinante, lo que, sin duda, va precisar no sólo de exhortaciones sino de todo un proceso de adecuación, asumiendo las prácticas e inconvenientes del debate, el intercambio y la disparidad de ideas que, paulatinamente, debe ir, obligatoriamente, abriéndose paso en el seno de una sociedad cubana cada vez más diversa y compleja y, por lo tanto, más difícil de gobernar.

Una muerte no anunciada, en medio de las preocupaciones de todos los días. En este contexto la muerte en un hospital de Santiago de Cuba de Wilman Villar ha venido a generar una nueva polémica, esencialmente externa. El jueves 19 de enero este preso moría tras una huelga de hambre que había iniciado semanas atrás. Inmediatamente, buena parte de la prensa internacional lanzaba a todo el planeta la idea de que otro «preso político» había muerto en Cuba tras un largo ayuno voluntario, siguiendo el ejemplo de lo que hace ya dos años había ocurrido con Orlando Zapata.

Más allá de la polémica, de la manipulación y de la, al parecer, más que forzada consideración de «político» de Villar, lo que es constatable es la falta de reacción oficial inmediata. Cuatro días ha habido que esperar hasta que el diario «Granma», sin dar la noticia, publicara un editorial en el que, bajo el título de «Las verdades de Cuba» (lunes 23 de enero), acusaba, a modo de defensa, a otros países de certificadas violaciones de derechos humanos (EEUU, Chile, Estado español), sin que ello explique, en sí mismo, la reiteración de este tipo de hechos en un sistema penitenciario en el que la responsabilidad de los detenidos recae lógicamente en las autoridades correspondientes.

La «polémica» sobre la muerte de Villar parecía seguir un guión preestablecido: Medios y gobiernos extranjeros, agenda de la oposición contrarrevolucionaria y escasa repercusión interna. Mientras tanto, la vida cotidiana mantenía su pulso en una sociedad plural y heterogénea que sigue observando los cambios y transformaciones en la vida económica, social y política de acuerdo a sus propios intereses y opiniones que van desde la aprobación, la crítica por su ritmo lento, la censura velada y hasta un marcado desinterés.

En La Habana proliferan nuevos negocios que a veces aparecen y desaparecen en pocas semanas, en función de su éxito y sus beneficios, mientras la vida cultural se ha visto enriquecida por la aparición de una serie de locales privados que, junto a los públicos ya existentes, plantean distintas posibilidades.

Pero La Habana no es Cuba, y es bueno recordarlo con regularidad: Los datos y apreciaciones nacionales aparecen más fragmentados y dispersos y no está claro que las reformas económicas afecten en la misma medida e intensidad a toda la geografía insular, con fenómenos locales o regionales que comienzan a tomar interés.

Sí es significativa, con todo, la adopción de medidas públicas como la puesta en marcha de una nueva política crediticia (inexistente durante décadas) que debe servir de apoyo no solo al trabajo autónomo (por cuenta propia), sino al tema de la reparación y construcción de viviendas el cual incluye, de manera individualizada, ayudas a las familias con menos recursos O, también, la reducción del coste de las conexiones con teléfonos móviles, que superan ya los dos millones, y que desde el pasado 1 de febrero ven abaratada sustancialmente su facturación.

Economía y sociedad. La economía doméstica y consecuentemente la nacional sigue aún atrapada en una doble y compleja ecuación: La relación precio-salario y la doble circulación monetaria, causa y base de buena parte de las crecientes desigualdades sociales. Temas para economistas con alma de alquimistas: ¿Cómo elevar la productividad si los salarios oficiales no estimulan el trabajo? ¿Cómo eliminar la doble moneda si no aumenta el PIB sustancialmente?

Pero no todo son crucigramas en la actual realidad cubana. Los datos oficiales actualizados indican que los trabajadores por cuenta propia y asalariados que trabajan en este sector ya han superado la cifra de 380.000, y deben llegar a 1.250.000 en los próximos dos años, lo cual se correspondería en un futuro con un 25% de la población laboralmente activa. Por otra parte,una plataforma de prospección y extracción petrolera se divisa en estos días desde la costa habanera. Su costo de alquiler es de 600.000 dólares diarios y su arrendataria, la empresa española Repsol, ha hecho una apuesta segura.

Cuba posee considerables reservas de petróleo y gas en su fondo marino profundo que da al Golfo de México, y según fuentes de confianza la producción nacional de estos dos productos podrían superar, en los próximos cinco años, en cuatro veces el consumo nacional. La estricta política financiera y de ahorro del Gobierno en los dos últimos años ha conseguido resultados palpables hasta el punto de considerar que, actualmente, el Ejecutivo cuenta con reservas monetarias en divisas superiores a los 5.000 millones de dólares.

Por último la recién concluida visita de la presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, va mucho más allá de las relaciones exteriores. Brasil es el principal inversionista de las obras en el puerto del Mariel, con un crédito gubernamental superior a los 1.000 millones de dólares, un puerto de contenedores que debe convertirse en pocos años en el más importante del Caribe. Perspectivas macroeconómicas todas ellas que deben ayudar, junto a las reformas ya puestas en marcha, a trasformar y mejorar los niveles de vida y consumo de la sociedad cubana.

Este reto es, en esencia, el que puede determinar el futuro de Cuba, y la recién concluida conferencia del PCC no es sino el intento de acometer, desde lo político y social, este enorme desafío de cambio y modernización a gran escala de una sociedad, manteniendo las señas de identidad de una Revolución socialista y nacional Pero más allá de las previsiones, análisis o perspectivas, será el día a día el que nos irá dando las claves reales para saber en qué medida este intento de mantener un proyecto de continuidad y trasformación sin rupturas de la revolución cubana, es posible y exitoso.

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