Uno de los principios de Arquímedes del que solo unos pocos iniciados tienen constancia, puesto que el escrito se perdió en el incendio de su casa (¿o fue por una bomba de ETA?) durante el sitio de Siracusa en el 213 a.C., define que «un sólido no puede atender al mismo tiempo dos cargos de responsabilidad en espacios diferentes si se dedica a uno de ellos en exclusiva».

Patxi López es lehendakari de la CAV desde mayo de 2009 y por coincidencia espacio/temporal, está asumido que sea también el secretario general del PSE. Además, ayer fue designado secretario de Relaciones Políticas del PSOE a la sombra de Alfredo Pérez Rubalcaba. Nadie sabe muy bien cuáles son las funciones de este cargo pero todo el mundo coincide en que es importante. Parece que es algo así como estar en el lugar adecuado (a la derecha del padre) para el momento oportuno. Patxi López dijo ayer que su «dedicación como lehendakari es exclusiva». («Dedicación exclusiva: dedicación que por compromiso o contrato ocupa todo el tiempo disponible, con exclusión de cualquier otro trabajo». Esto no es de Arquímedes, sino del diccionario de la RAE).

Descartando la posibildad de que Patxi López no diga la verdad sobre sus intenciones, ¿cómo es posible que pueda el lehendakari refutar con sus hechos un principio incontestable de Arquímedes como el antes definido? La respuesta está en la ruptura de la coincidencia temporal. Primero terminará de ser lehendakari, tal vez en otoño, para luego ocupar su espacio en el Olimpo de Rubalcaba.

El pasado 9 de enero, López dijo en Radio Euskadi que repetiría como candidato a lehendakari y que aspira a que el PSE gane las elecciones. Después ha debido reconciliarse con las matemáticas y concluir que si no ganó en el 2009 con la izquierda abertzale fuera de juego, en la próxima convocatoria la única duda es si el lehendakari será independentista o del PNV.

Expertos en información política dicen que Patxi López puede ser el próximo candidato del PSOE. Del Ebro para abajo deben tener una visión de la realidad muy distinta a la nuestra. ¿Cómo es posible que sea un buen cartel alguien que nunca ha ganado unas elecciones, del que desconfían más del 70% de sus conciudadanos y al que se le augura una sonora derrota en cuanto llame a las urnas? No sé si Arquímedes tendría respuesta para esto.