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Iñaki Aldekoa y otros veinticuatro militantes y cargos de Aralar

Aralar & Amaiur, debate

Veinticinco militantes y cargos de Aralar salen al paso de las declaraciones públicas de algunos miembros de ese partido que, refugiados en supuestos «argumentos éticos», proponen reabrir e influir en el debate sobre la confluencia de la izquierda abertzale que, apuntan, ya se zanjó. Concluyen advirtiendo a esas personas de que si ese proyecto no es el suyo y quieren otro, tienen todo el derecho, pero «no a aprovecharse de Aralar para sus fines».

En las últimas semanas estamos asistiendo al intento de algunos miembros de Aralar de reabrir de nuevo el debate que sobre la confluencia estratégica con la izquierda abertzale oficial se zanjó en el pasado V Congreso de Derio y, en particular, el debate sobre la integración de Aralar en Amaiur.

Estos compañeros y compañeras no han tomado la iniciativa de debatir a través de los cauces internos sino que han optado por sacarlo a los medios de comunicación, quizá porque su peso real en los órganos políticos internos nacionales y regionales es bastante reducido. Sea como sea, el debate está ya planteado y en él entramos.

Aralar, desde su manifiesto fundacional y a través de sus cinco congresos, siempre ha dejado bien claro que su objetivo era la recomposición de una izquierda abertzale, política, civil y democrática y que era la lucha armada residual y errática de ETA la que impedía tal objetivo, así como las estrategias de acumulación de fuerzas soberanistas.

No tenemos la menor duda de que, si la ponencia oficialista del proceso constituyente de Batasuna hubiese respondido al manifiesto de «Zutik Euskal Herria» en lugar de al de «Bateginez», y de que si los estatutos presentados para la legalización hubieran sido los de Sortu, Aralar simplemente no habría existido como fuerza política diferenciada de Batasuna.

Mucho tiempo y capital político se ha perdido desde entonces y mucho sufrimiento se ha sembrado. Pero finalmente, tras la segunda gran frustración de la ruptura de la tregua de 2006 por ETA, Batasuna decidió iniciar un proceso de reflexión crítico y profundo que incluía poner en cuestión la continuación de la lucha armada. El viejo caballo de batalla. Resultado: el manifiesto estratégico «Zutik Euskal Herria» que, en la Asamblea de Altsasu, la izquierda abertzale oficial aprobó en febrero de 2010.

Desde entonces las cosas se han sucedido rápidas: Acuerdo de Gernika (septiembre de 2010), presentación de Sortu (enero 2011), declaración de Bruselas (abril 2011), asunción de Gernika por el EPPK (septiembre 2011). Y en todos estos hitos hay un hilo conductor: la izquierda abertzale oficial asume el final de la violencia política, la necesidad del cese definitivo de la lucha armada y pide a ETA dar el mismo paso.

Es en este contexto en el que se celebra el V Congreso de Aralar y para la gran mayoría de sus miembros no hay duda de que el objetivo fundacional del partido, el fin de la lucha armada para poder construir la izquierda abertzale política e iniciar una estrategia soberanista por vías democráticas y pacíficas, está al alcance de la mano. Para favorecer y consolidar ese proceso la principal cuestión a dilucidar era si eso se hacia «desde fuera», como hasta ese momento, o había llegado la hora de hacerlo «desde dentro» en colaboración estrecha con la izquierda abertzale oficial y otras fuerzas coaligadas. El resultado es conocido. Aralar decide en la ponencia política aprobada no solo integrar la coalición Amaiur, en principio solo para el 20N, sino también esforzarse en impulsar un proceso de confluencia con Batasuna y con Abertzaleen Batasuna (Propuesta de resolución 4.7, «Colaboración estratégica y táctica de la izquierda abertzale del futuro»)

Los extraordinarios resultados de Amaiur en las elecciones del 20N, corrigiendo y aumentando los de Bildu del 22M, no solo confirman lo acertado de la apuesta de Aralar en su V Congreso, sino que reafirman la idea de que una gran parte de la sociedad vasca aprueba el proceso del nacimiento de una izquierda abertzale política, así como de la unidad de la misma y de la acumulación de fuerzas soberanistas de izquierda y abertzales, siempre en un contexto de fin de la lucha armada. Sin embargo, esto no es aceptado por los perdedores del V Congreso, que pretenden seguir poniendo palos en las ruedas para que no avancemos en este proyecto.

Conscientes de la falta de solidez de los argumentos políticos manejados para oponerse a las decisiones del V Congreso, los «perdedores» buscan refugio en un supuesto «argumento ético»: «La colaboración... (entre Aralar y Batasuna) requiere la valoración ética y crítica del pasado, lo que han hecho durante los últimos años». «Respecto a las víctimas, el reconocimiento es insuficiente, el rechazo a la violencia no es contundente. No se ha realizado el recorrido completo, condenar y rechazar el pasado de ETA». «No se puede llegar a la conclusión de apostar por las vías políticas solo desde una perspectiva de eficacia política. Eso no es garantía de paz ni convivencia». Y así un largo rosario de expresiones que, además de asemejarse cada vez más a los discursos del PP y UPyD, busca una confusión total entre los planos ético y político para extraer argumentos favorables a nivel político y personal para los «perdedores».

Al parecer, no conocen, o no quieren recordar, que Aralar ya se enfrentó a estos dilemas cuando construyó su discurso político contrario a la lucha armada y evitó caer en la trampa de los argumentos pseudoéticos. Y la posición de Aralar al respecto ha sido muy clara desde el principio, tal como dice el manifiesto fundacional del año 2000: «Advertimos que nuestro análisis es únicamente político, respetando otros análisis que puedan hacerse desde la ética, la moral o la religión». «Hoy en día, las vías políticas, aún con sus dificultades y obstáculos, no son imposibles en Euskal Herria. Además todos los avances que se realicen deben sustanciarse y acumularse en el campo político y social. Hoy la lucha armada ha dejado de tener legitimidad».

¿Que esto no es suficiente y no lo asumen los perdedores? Es su problema. Esta ha sido siempre la posición de Aralar y nunca ha sido modificada. ¿Que hay que hacer un esfuerzo para la humanización de las consecuencias de la violencia política del pasado? ¡Claro! ¿Que hay que reconocer y respetar el sufrimiento de las víctimas y de sus entornos? ¡Claro! ¿Que hay pendiente una autocrítica y unas conclusiones para el futuro? ¡Claro! En eso estamos todos, incluida Batasuna y Amaiur, incluso ETA, como se puede deducir de alguna de sus últimas manifestaciones.

Que todo eso se debe hacer ya. Que hay que exigir ya todo eso y de paso una condena de todo el pasado de ETA, y de todo lo que ETA ha supuesto en Euskal Herria. No. Un «no» redondo. Pretender que ETA y/o Batasuna hagan una declaración autoinculpatoria ante la Santa Inquisición de las asociaciones de víctimas y condene toda su historia, y hacerlo ya y, además, poner esa condición para la colaboración entre Aralar y Batasuna no es una propuesta política. Es una torpe argucia que insulta nuestra inteligencia y que fue claramente rechazada en el V Congreso.

Nunca se ha negado que las reflexiones de Aralar de incluir o profundizar en la dimensión ética de la política no haya sido un avance que debemos intentar transmitir al conjunto de la izquierda abertzale del futuro. Pero se equivocan completamente los que argumentan que este es el principal elemento ideológico del proyecto de Aralar. El proyecto de Aralar es un proyecto eminentemente político centrado en la refundación de la izquierda abertzale más allá de la lucha armada. Este proyecto está ahora, más que nunca, al alcance de la mano. Si alguien cree que este proyecto no es el suyo y quiere otro centrado en la defensa de los derechos humanos o cualquier otro objetivo ético tiene todo el derecho a hacerlo y lanzarlo, pero no a aprovecharse de Aralar para sus fines.

(*) También firman este artículo Joseba Abaitua, Itziar Aizpurua, Josu Aizpuru, Néstor Alberdi, Oskar Almazan, Mapi Alonso, Jon Argintxona, Mª Jesús Casas, Ildefonso Ezkauriatza, Jon Ander Garaizar, Mariasun Gartzia, José Manuel Gazaga, Alex Larragoiti, Iñaki Legarda, Imanol Medina, Diana Melón, Axier Oinaederra, Joseba Osoro, Joxemari Ostolaza, Iñaki Portugal, Xabier Sarasua, Kurutz Sorazu, Joserra Urrutikoetxea, y Lontxo Zubiria.

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