GARA > Idatzia > Mundua

Las fuerzas armadas egipcias ahogan la revolución

Cuando Hosni Mubarak fue expulsado del poder en febrero de 2011 en Egipto tras un levantamiento popular, los líderes militares que asumieron el control del país prometieron «proteger la revolución» y asegurar una transición pacífica a manos civiles en seis meses. Un año después, los gobernantes parecen haber secuestrado la transición para preservar la autonomía económica de las Fuerzas Armadas y asegurar su propio futuro político.

Cam MCGRATH | IPS

El Consejo Supremo militar nunca protegió la revolución. Solo se protegió a sí mismo», asegura el activista Ahmed Maher, uno de los arquitectos del levantamiento que hace un año terminó con el régimen de Hosni Mubarak.

El año pasado, los egipcios elogiaron al Ejército por haberse negado a disparar contra los manifestantes en las protestas contra el régimen, que duraron dieciocho días, pero la popularidad de las Fuerzas Armadas ha caído en picado en los últimos meses, mientras crece el malestar público por la continua represión y el lento ritmo de las reformas. Muchos afirman que, desde la salida de Mubarak, los generales han tomado medidas para preservar los privilegios que la institución militar ha gozado desde que el Ejército diera un golpe de Estado hace casi sesenta años.

El Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas, integrado por los altos mandos militares de la era Mubarak, fue objeto de duras críticas cuando pretendió elaborar una legislación que le daba autoridad sobre cualquier Parlamento electo.

La propuesta fue descartada por la fuerte oposición de activistas y movimientos políticos, que condenaron los esfuerzos de los militares por consolidarse en el poder político y sacar el presupuesto castrense del control civil.

Los generales gobernantes tienen importantes intereses económicos en juego, incluyendo el control de 30% de la economía egipcia, por unos 180.000 millones de dólares, y un estipendio anual de Washington por 1.500 millones de dólares a cambio de mantener la paz con Israel.

Altos mandos militares controlan los negocios y balnearios turísticos, así como fábricas que producen todo, desde armas y vehículos hasta ropa y agua embotellada.

«Los militares controlan muchos sectores económicos, y ahora el Gobierno, que regula esos sectores», afirma Ahmed Sakr Ashour, profesor de Administración en la Universidad de Alejandría. «Puede ver por qué no quieren ceder (el poder)», agrega.

El Consejo Supremo, liderado por quien fuera durante mucho tiempo ministro de Defensa bajo la era Mubarak, Mohamed Hussein Tantawi, prometió ceder el poder a un Gobierno civil electo, pero sigue encontrando excusas para prolongar su control. Los generales trazaron un camino para la transición política del país demasiado intrincado y oscuro.

La nueva Cámara Baja del Parlamento egipcio se reunió el lunes 23 de enero, pero podría quedar otro mes para que se completen las elecciones de la Cámara Alta.

Los generales solo aceptaron acelerar las complejas elecciones, con varias rondas de votación, después de que se produjeran mortales enfrentamientos en noviembre, en medio de una serie de protestas para que se acelerara la transición.

El Consejo Supremo también adelantó los comicios presidenciales para el mes de junio, cuando en un principio estaban previstos para inicios de 2013.

Pura cosmética

Los militares se han resistido a derribar las instituciones que apoyaban el represivo régimen de Mubarak. Un tribunal ordenó desmantelar al exgobernante Partido Nacional Democrático, y sus antiguos líderes fueron sometidos a juicio, pero las autoridades mostraron deferencia hacia el propio Mubarak y su círculo más íntimo.

Muchos egipcios expresaron su indignación ante las imágenes de vídeo que mostraban a policías asignados a la seguridad de un tribunal saludando al exministro del Interior Habib El Adly cuando ingresaba, sin esposas ni escolta, para ser juzgado por cargos de «asesinato».

Los fiscales señalan que El-Adly ordenó a las fuerzas policiales bajo su responsabilidad abrir fuego contra manifestantes durante el levantamiento que comenzó en enero del año pasado.

Activistas sostienen que los jueces son indulgentes con oficiales de Policía acusados de matar a cientos de manifestantes durante la revuelta, y afirman que los cambios en el Ministerio del Interior son puramente cosméticos.

Muchos altos funcionarios implicados en abusos todavía no han sido despedidos ni depuradas sus responsabilidades.

Esa indulgencia contrasta con la actitud del Gobierno castrense respecto a la población. Desde que fue derrocado Mubarak, personal de seguridad ha utilizado la fuerza para dispersar manifestaciones, particularmente las críticas con los militares.

En setiembre, el Consejo Supremo renovó y extendió las leyes de emergencia de la era Mubarak, que le dan a la Policía el derecho a arrestar sin motivo ni orden judicial.

Más de 12.000 civiles, incluyendo manifestantes, han sido juzgados sin las debidas garantías por tribunales militares. Muchos se quejan de haber sufrido torturas y abusos en prisión, mientras algunas mujeres denunciaron haber sido sometidas a humillantes «pruebas de virginidad» estando bajo custodia.

«Los gobernantes militares de Egipto han fracasado por completo en el cumplimiento de sus promesas a los egipcios de mejorar en materia de derechos humanos, y en cambio han sido responsables de una serie de abusos que en algunos casos exceden el historial de Hosni Mubarak», señala la organización Amnistía Internacional.

La mano dura aplicada por el Consejo Supremo al activismo callejero coincidió con una campaña de difamación contra varios grupos de derechos humanos.

Los generales utilizan el aparato de medios del Estado para desacreditar a los oponentes, mostrando a los manifestantes y a las organizaciones que supervisan las elecciones como agentes del exterior que buscan socavar la soberanía nacional.

Los militares repetidamente hablan de una «mano invisible» que incita enfrentamientos entre las fuerzas de seguridad y manifestantes, que se han saldado con más de 80 personas muertas y miles de heridos en los últimos tres meses.

«La mano invisible es el propio Consejo Supremo», asegura Negad El-Borai. «El Ejército golpea a las personas, mata a los manifestantes en las calles y no ha implementado ninguna de las demandas de la revolución, y esa es la razón de la violencia», subraya.

 
UNA FARSA

El que debía ser un juicio para la Historia, el del dictador Hosni Mubarak, llevado ante los tribunales por su pueblo, da la impresión de haber sido precipitado y, en consecuencia, de estar mal preparado, y se ha convertido a veces en una farsa por el afán de protagonismo de los abogados de las víctimas.

la era post-mubarak, entre el Ejército y los islamistas

La caída de Mubarak el 11 de febrero de 2011 desató una explosión de júbilo en la plaza Tahrir. Un año más tarde, el dictador está en el banquillo, pero Egipto sigue buscando su camino entre el cuestionado Ejército, los islamistas triunfantes y los «revolucionarios» que siguen movilizándose.

Fascinados, los egipcios siguieron por televisión la primera aparición ante el tribunal de Mubarak y unos meses después se volcaron en las urnas para apoyar a los Hermanos Musulmanes, tolerados pero reprimidos por el rais. Los enemigos jurados de Mubarak vencieron en las elecciones legislativas y reinan en la Asamblea pero, junto a los salafistas, que dieron la sorpresa al lograr cerca del 25% de los votos.

«El sistema sacrificó a Mubarak para poder mantenerse», aún a riesgo de ver cómo ahora los islamistas toman ventaja, afirma a AFP Rabab al-Mahdi, profesor de Ciencias Políticas en la Universidad Americana de El Cairo, quien cita también algunas de las «concesiones» del Consejo Supremo.

«El objetivo del Ejército era evitar tener que dar el poder a los islamistas. Pero la situación política podría evolucionar sobre un compromiso entre militares y Hermanos Musulmanes, asegura un diplomático occidental desde el anonimato. GARA

Los nostálgicos no se resignan a aceptar la caída del dictador

Para los nostálgicos del régimen anterior, la caída de Hosni Mubarak fue un duro golpe y un proceso de humillación. Un año después, añoran al dictador y observan con amargura los cambios políticos en un país que dicen no reconocer.

Su número es difícil de calcular. Algunos se han autoproclamado «los hijos de Mubarak» en las redes sociales, otros son más sutiles, pero no esconden que les falta el rais. Cada mensaje pro-Mubarak atrae una sarta de insultos.

Para la cairota Suad Abdel Nabi, de 33 años, es el argumento efectivo el que prevalece. «Es el único presidente que he conocido. crecí viéndolo como un padre y sí, lo siento mucho», declara a AFP. «Para mí era alguien de bien», dice. «¿Cómo pudimos llegar aquí?», se pregunta esta joven, que se queja de la inseguridad, una sensación nueva para la población, y de las manifestaciones.

Muchos nostálgicos dicen estar amargados al ver su país «irse por el desagüe».

«Durante 30 años ha supuesto la estabilidad tanto en el exterior, evitando una nueva guerra con Israel, como en el interior», señala Dalia, una funcionaria que prefiere no dar su apellido. Agrega que no ha encontrado muchas demandas «legítimas» entre las planteadas por los manifestantes. GARA

Cronología

25 enero 2011

Primeras protestas que movilizan a miles de personas. Empieza la revuelta.

1 febrero 2011

Más de un millón de manifestantes en todo el país. Marea humana en la plaza Tharir de El Cairo.

11 febrero 2011

Hosni Mubarak renuncia y deja el poder al Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas. La violencia se salda con casi 850 muertos en dieciocho días.

12 febrero 2011

El Ejército promete una «transición pacífica» a un «poder civil electo». Suspende la Constitución y disuelve el Parlamento.

19 marzo 2011

El 77,2% apoya en referéndum una reforma constitucional.

13 marzo 2011

Decretan prisión preventiva para Hosni Mubarak, ingresado en un hospital de Sharm el-Sheikh, en el Sinaí.

25 enero 2011

Quince muertos y más de doscientos heridos en enfrentamientos entre musulmanes y cristianos coptos.

6 junio 2011

Legalizado el Partido por la Libertad y la Justicia de los Hermanos Musulmanes.

3 agosto 2011

Arranca el juicio contra Hosni Mubarak, sus hijos Alaa y Gamal por corrupción y por la muerte de manifestantes durante las revueltas. En enero, la Fiscalía pide la pena de muerte para el dictador egipcio.

9 octubre 2011

25 muertos en choques entre cristianos coptos y fuerzas de seguridad.

19 noviembre 2011

42 muertos en cinco días de enfrentamientos entre la Policía y los manifestantes que piden el fin del régimen militar. El Gobierno dimite.

28 noviembre 2011

Primera fase de las elecciones legislativas.

16 diciembre 2011

Quince muertos en cinco días de protestas contra el nombramiento de Kamal al-Ganzouri, jefe del Gobierno con Hosni Mubarak, como primer ministro.

21 enero 2012

Los islamistas se hacen con dos tercios de los escaños en el Parlamento, casi la mitad del Partido por la Libertad y la Justicia.

25 enero 2012

Levantamiento, con carácter parcial, del estado de excepción.

1 febrero 2012

74 muertos en enfrentamientos tras el partido de fútbol en Port Said cuando la afición del Al-Masri invadió el terreno de juego para linchar a los jugadores y aficionados del Al-Ahly, muchos de los cuales participaron en primera línea en la revuelta contra el régimen de Mubarak y en las manifestaciones contra el poder militar.

2-6 febrero 2012

Quince muertos en enfrentamientos entre la Policía y los manifestantes que pedían la renuncia de los militares, acusados de inacción en Port Said.

Imprimatu 
Gehitu artikuloa: Delicious Zabaldu
Igo