«Los gobiernos que se arrodillan ante el capital son los culpables»
Invitado por ELA, Pablo Micheli pasó por Euskal Herria para conocer de cerca una realidad vasca sobre la que se mantiene informado. La Central de Trabajadores de Argentina (CTA) cuenta con 1,7 millones de afiliados. Micheli llama a los trabajadores «no solo a resistir, sino a combatir al neoliberalismo».
Juanjo BASTERRA | BILBO
¿En qué situación se encuentra Argentina en la actualidad?
Estamos en un momento contradictorio. Hay un contexto latinoamericano que nos rodea propicio para profundizar en la democracia y en dar mayor participación al pueblo. Tenemos un gobierno que no se anima a hacer los cambios profundos que necesitamos, porque cree en el capitalismo como modelo de vida y entra en contradicción con la Central de Trabajadores de la Argentina, pero también con otras organizaciones del campo popular que hemos crecido muchísimo al calor de la resistencia y de lo que significó primero las dictaduras y, después, el neoliberalismo.
¿Se han fortalecido?
Aprendimos mucho, ganamos en experiencia, crecimos y estamos en condiciones para no aceptar políticas reformistas que lo único que hacen es cambiar algunas cositas para que todo siga igual. Hay un pueblo que está para más, como decimos en Argentina; que exige mayor presencia del Estado en la economía y en la recuperación de las empresas privatizadas en otros tiempos.
¿Algunas se han recuperado?
Sí, por ejemplo, Aerolíneas Argentinas o la privatización de las pensiones, pero los jubilados siguen con salarios por debajo de la línea de la pobreza. El Estado recuperó la caja de jubilación, pero no distribuye la plata para los fines que quiere el pueblo; una jubilación con un salario digno. Es real que se crearon muchos empleos en Argentina. Al punto de que tenemos una tasa de desocupación inferior al 10%, pero, en realidad, el empleo que se creó es de baja calidad. Un 50% de la clase económicamente activa está dentro de la economía sumergida.
¿A qué fueron debidas las revueltas contra las multinacionales mineras del mes pasado?
La cuestión ambiental está al orden del día. El pueblo argentino no acepta la minería a cielo abierto. Está contra las multinacionales y les estamos ganando la batalla. En enero, las movilizaciones fueron multitudinarias particularmente las que están al lado de la cordillera. Se trata de una embestida del pueblo para recuperar lo que es nuestro.
¿Se quieren llevar el oro?
Así es, se llevan el oro y nos dejan baratijas, como hace 500 años hacían los españoles. Lo hacen las multinacionales yanquis, las canadienses y las europeas. Este tipo de explotaciones dejan la tierra arrasada, aplican cianuro, consumen el agua, dejan lugares fértiles de valles verdes en auténticos desiertos. La gente está respondiendo, porque ha aprendido a combatir desde los ajustes que sufrimos con el Banco Mundial y el FMI.
¿Argentina no ha vuelto a la disciplina del FMI en este momento?
Lo ha vuelto a plantear, pero con la diferencia de que la gente no lo acepta. Resiste y sale a la calle. El Gobierno argentino disfraza el ajuste con otros términos. No puede hablar de aumento de tarifas, ni de reducción de gasto público. No puede hablar de congelamiento salarial y de edad jubilatoria. Porque donde lo hace, la gente sale a la calle y se faja con la policía.
¿Hay respuesta popular?
Sí. Está más organizada y es masiva. Hay una concepción instalada en el concierto de la sociedad de que para atrás nada, todo para adelante. Debemos conseguir mejores cosas. Cuando atravesamos esta situación de crisis pasamos mucho hambre en Argentina. La pregunta que me hago es cómo se puede tener hambre en Argentina si produce alimentos para dar de comer a 400 millones de personas y nuestra población ronda los 40 millones. Si hay hambre es porque hay una distribución absolutamente regresiva de la riqueza, y han inventado el hambre. No hay otra razón para explicar la situación.
¿Fue en la época del neoliberalismo más feroz, el que azotó en su país?
En aquel momento Argentina estaba en crisis, el FMI se manejaba a su antojo en el país y en América Latina estábamos rodeados por gobiernos neoliberales. En Brasil, Collor de Mello; en Uruguay, Valle; Fujimori, en Perú... era de terror neoliberal. Hoy todo eso ha cambiado. Están Evo Morales, José Múgica, Lugo, Dilma Rousseff, Hugo Chávez y, entre otros, Rafael Correa. Hay otra realidad y los pueblos americanos hemos avanzado.
¿La economía de América Latina crece a buen ritmo, más que otros países de la OCDE?
La economía ha crecido a una tasa asiática en los últimos diez años. La gente entiende lo que pasa, y no quiere ajustes. Tenemos que importar gasóleo y energía, porque las empresas privatizadas agotaron las reservas, pues echémoslas. Pero también hemos crecido en organizaciones populares. Estamos más organizados y somos capaces de responder a las agresiones en tiempo y forma.
Estos días atrás ha estado en Portugal, en Galicia y ahora en Euskal Herria. ¿Qué le parece lo que está pasando con la crisis, los recortes?
Aquí hay una situación muy parecida a la que vivimos nosotros hace un tiempo. Lo digo con mucha tristeza. Cuando tomé el avión de Iberia de Madrid a Lisboa, pasó la aeromoza repartiendo periódicos, agarré «El País». Son del poder; lo abrí y me pareció que estaba leyendo un periódico argentino quince años atrás. Es el túnel de la sensación. En ese diario aparece el FMI por todos lados. O que CCOO y UGT habían firmando el acuerdo con la patronal para el aumento salarial del 0,5% para 2012. ¡Esto es una cargada! Igual que los burócratas argentinos cuando arrasaba el neoliberalismo, eran cómplices. A estos les pasa igual.
Tuvo una lectura entretenida...
Ya, pero es que luego leí las recomendaciones del FMI y me daban mucha bronca, pero me produjeron risa. Son tan mentirosos, porque cuando hablan de bajar los costes a las empresas, porque les reducen impuestos, es porque suben los impuestos al pueblo, o congelan el salario, porque nos echan encima que el culpable de la crisis es el trabajador. ¿Cómo puede ser que quién produce la riqueza sea el culpable? Estos parásitos financieros son los que salvan al Estado quitando la plata al pueblo. Exactamente esto hicieron allá y es lo que han venido a hacer aquí.
¿Cómo salió Argentina de esa situación crítica de la economia?
La receta no la tenemos.
Pero sí alguna clave.
Para analizar ambas situaciones tenemos que ver que nosotros partimos de una base económica deteriorada, golpeados y en la pobreza. Porque la miseria genera miseria. No son los mismos estándares de los trabajadores de Europa que los nuestros. Estábamos con las dictaduras, nos recuperamos y nos vaciaron la riqueza y nos mandaron a la miseria. Teníamos organizaciones incipientes, como la CTA, que no estaba consolidada. Aquí cuentan con mucho poder. No hablo de CCOO y UGT, sino de ELA y LAB, que reúnen la mayoría sindical de clase, con concepciones claras y representación extendida en Euskal Herria y eso es una ventaja comparativa impresionante.
¿Así es más fácil hacer frente al capital, al neoliberalismo?
Es muy factible conseguir pasar el ajuste con las movilizaciones. Tener un sindicato combativo, haciendo asambleas y hablando con los trabajadores es una base fundamental, Con eso no se gana, si no se suma a otros sectores del campo popular, ecologistas, inclusive religiosos. Nosotros a los parados les dimos un lugar para seguir dentro de la clase trabajadora, pero también a los sectores en favor de los derechos humanos, etc. Hay que dar una batalla con el corazón y la cabeza, siempre teniendo en cuenta a la sociedad.
No nos pueden ganar esa batalla cultural, porque ellos con la televisión y los medios todos los días nos dicen que así esto no va más, que esto está en crisis, que todo el mundo tiene que hacer sacrificios, pero en realidad siempre somos los mismos: los trabajadores y el pueblo los que soportamos sus ajustes. Nos intentan meter en la cabeza que tienen que aceptar las cosas como han venido, pero lo que hay que meter en la cabeza y en el corazón de la gente es que se puede vivir mejor y que no es necesario llegar a esta situación, porque se puede repartir mejor y los que tienen que sacrificarse son los que han ganado, los que se han enriquecido; no el pueblo, sino los que acaparan la riqueza. Nos parecía que era imposible ese camino, pero lo estamos recorriendo. Así también deben hacer ustedes con todo mis respetos.
¿Hay que cortar con ese cordón umbilical en que se ha convertido el FMI y el poder neoliberal?
Lo que hay que hacer es identificar a los responsables.
Ya están identificados, ¿no le parece?
No, no, no. Se lo digo con todos los respetos. Ustedes tienen identificado a la «troika», formada por la Comisión Europea, el FMI y el BCE. Son todos abstractos. Los responsables son los gobiernos que se arrodillan frente a ellos. Ahí hay que pegar. A la gente hay que decirle eso. Hay que sacar al FMI a patadas. En todos los lugares que fueron hicieron un desastre. Los responsables son concretos, que los podamos palpar, que la gente les señale. Para dar esos pasos hay que ganar en conciencia, en este caso el pueblo vasco, porque si no ganas la batalla cultural, nuestros compañeros aceptarán que bajen salarios con la disculpa que es para que gane el país. Si fuera así, haríamos todos el sacrificio, pero es mentira. Siempre ha sido así. A nosotros nos pasó igual. Ahora tenemos pelea.
¿Cómo se desenmascara a los gobiernos?
La movilización popular le llevará a eso. No lo harán por voluntad propia, sino que es necesario que el pueblo les obligue. En Euskal Herria, Galicia, Portugal, hay una pelea organizada. Si se consiguen pequeñas victorias correrán como reguero en pólvora. El lunes pasado en Bélgica hicieron un paro general.
En Euskal Herria se han producido tres huelgas generales desde el año 2009, pero CCOO y UGT siguen el camino común con los empresarios españoles.
No hay que esperar a que se muevan CCOO y UGT. Se va a producir una rebelión en cuanto aparezcan otros con fuerza. A veces nos cuesta reconocer nuestra propia fuerza. Hay que convencer a nuestros cuadros para decirles que no estamos solo para resistir, sino para dar un paso adelante para derrotarlos. Es posible hacerlo. El pueblo no es parte de un camino que huele a derrota, sino que forma parte de un camino que trae la victoria, aunque sepan que va a ser dura y la resistencia va a ser complicada. No hay que darse por vencido, hay que combatir.
«Hay un a concepción instalada en el concierto de la sociedad argentina de que para atrás nada, todo para adelante. Debemos conseguir mejores cosas»
¿Cuántos afiliados tiene la CTA?
Somos 1,7 millones de trabajadores.
¿Siempre fueron así de positivos en la transmisión de la realidad?
No. En América Latina veías a todos los dictadores, veías que todo estaba perdido. Los pensamientos del Ché, José Martí o Simón Bolívar parecía que se apagaban, pero los pueblos renacen. Si no lo hacen las organizaciones, lo van a hacer los pueblos. Es así. Por eso le decía antes que las centrales vascas tienen poder.
En Argentina, ¿no tenían fuerza?
La CTA no tenía historia. Somos una central joven. Allá estaba la CGT, que se había vendido casi en su mayoría, se hicieron cómplices de los ajustes. Aquí los cómplices son estos dos [por CCOO y UGT]. Deberían pensar en unificar las luchas entre quienes rechazan este modelo neoliberal. Eso aprendimos allá, porque si hubiéramos estado en CGT, nos hubiera comido la burocracia.
¿Qué objetivo se marcó la CTA al nacer?
Una decisión absoluta de victoria. No se podía estar con CGT. Hicimos otra cosa y la gente recobró la esperanza. Aquí hay que dar una dimensión regional, si pelean griegos, italianos, belgas, portugueses, vascos y gallegos, y juntan su lucha en Europa, esa previsión va a crecer y va a ilusionar a todo el pueblo. Es importante. A nosotros nos ayudaron los cubanos, uruguayos, peruanos... porque estábamos muy solos. También LAB, ELA, CIG y CCOO, antes de transformarse. Desde nuestro tamaño nos parecían grandes los demás, pero el general San Martín decía: «Parecen grandes si los miramos de rodillas. Si los miramos parados, igual no lo son».
¿Cuál es el futuro de Argentina?
Se encuentra en condiciones inmejorables en términos de conciencia colectiva de pueblo. El pueblo está para más. No nos merecemos un Gobierno que habla por la izquierda, pero actúa por la derecha. La CTA tiene siete diputados, con Víctor de Genaro componen el partido Instrumento Electoral por la Libertad Popular, parte de un Frente Amplio Progresista, que es la segunda fuerza, y que es la que crece en Argentina. J. BASTERRA
«Aquí cuentan con mucho poder, ELA y LAB, que reúnen a la mayoría sindical de clase, con concepciones claras y representación en Euskal Herria»
«Hay que dar una batalla con el corazón y la cabeza, pero siempre teniendo en cuenta a la sociedad, al pueblo. Es así de necesario»