La crisis desborda Siria y lleva el enfrentamiento sectario a Líbano
A la vez que la crisis siria se acerca a la guerra civil, su alcance ha desbordado las fronteras del país y ha encendido enfrentamientos latentes entre confesiones religiosas en el vecino Líbano. Al menos tres personas murieron ayer en Trípoli en choques entre suníes y chiíes que comenzaron el viernes. En Siria, un general del Ejército murió en un atentado y continuaron los bombardeos sobre los focos insurgentes.
GARA | DAMASCO
Los enfrentamientos entre libaneses partidarios y contrarios al régimen de Bashar al Assad dejaron tres muertos y 30 heridos ayer en Trípoli, la mayor ciudad libanesa al norte del país.
A la vez que se extiende, el conflicto va derivando en un enfrentamiento más sectario que político, afectando a las comunidades religiosas. Los sucesos en Trípoli comenzaron cuando habitantes del barrio Abal Mohsen (alauí, pro-Assad) se enfrentaron con otros de Bab el-Tebaneh (suní, anti-Assad) el pasado viernes con disparos y lanzamientos de granadas RPG.
Siria, de mayoría suní, está gobernada hace 40 años por el clan Assad, perteneciente a la minoría alauí (una rama del chiismo), aunque bajo un régimen laico. Una de las muertes se produjo debido a una explosión en una tienda de armas del barrio de Abu Samra. La ciudad está mayoritariamente poblada por musulmanes suníes que respaldan la revuelta en Siria, pero también alberga a numerosos alauíes partidarios del régimen presidencial.
Unidades del Ejército se desplazaron a ambos barrios y llevaron a cabo «redadas en los lugares donde se han registrado los combates», según un comunicado militar. Varios soldados resultaron heridos en el transcurso de esta operación, uno de ellos de gravedad.
En la calle que los separa -la calle Siria- la tensión es máxima. Cada parte acusa a la otra de provocación. Los alauíes se sienten amenazados por las manifestaciones contra al Assad y por las arengas de los imanes en las mezquitas. A su vez, los alauíes se sienten provocados por quienes ven como responsables de la represión en Siria.
El líder de la oposición libanesa, Saad Hariri, ha pedido a los países árabes que reconozcan formalmente a la coalición opositora del Consejo Nacional Sirio «y tirar de la alfombra bajo los pies de este régimen brutal».
Sin embargo, el Gobierno mantiene su neutralidad. «Tenemos que tener en cuenta las divisiones internas de Líbano. (...) Creemos que la opción más conveniente es mantener las distancias sobre los acontecimientos de Siria», señaló el primer ministro, Najib Mikati.
El incidente de Trípoli es el más grave desde junio, cuando seis personas murieron en enfrentamientos entre ambos bandos. Además, el viernes murieron también en Trípoli un libanés y tres sirios en una explosión accidental de un depósito de armas.
Atentado contra un general
Mientras tanto, en el interior de Siria, continúan los ataques y combates. Ayer al menos murieron cuatro personas en Homs, que sufre desde hace una semana los disparos de artillería del Ejército, sobre todo en el barrio de Bab Amro. De acuerdo con los datos de la oposición, más de 450 personas han muerto en esta ciudad desde el comienzo de la ofensiva. También murieron ayer tres personas en Zabadani, próxima a Damasco y sometida a bombardeos, así como otros tres en Deraa y Damasco. En la capital, el general de brigada y médico Issa al-Khawli, director del hospital militar de Hamich, resultó muerto en una acción que el Gobierno atribuyó a «un grupo terrorista». En Alepo, donde el viernes un doble atentado causó 28 muertos, la oposición dio cuenta de «un importante desplazamiento de fuerzas de seguridad» sobre algunos barrios, con blindados y francotiradores. El Gobierno acusó a «grupos terroristas» de atentados contra dos sedes de las fuerzas de seguridad, mientras la insurgencia los asumió en un principio para luego acusar a Damasco de haberlos cometido para desviar la atención sobre lo que sucede en Homs.
El Gobierno sirio ha dado un plazo de 72 horas a Túnez y Libia para que cierren sus embajadas en Damasco, en respuesta a medidas similares adoptadas por esos dos países con las legaciones sirias en sus territorio, según anunció el Ministerio sirio de Asuntos Exteriores.
Arabia Saudí hizo circular en la Asamblea General de la ONU un borrador de una nueva resolución sobre Siria que podría votarse mañana y respaldaría la trazada por la Liga Arabe, pero que fue vetada por China y Rusia en el Consejo de Seguridad. Turquía pedirá en varios organismos de la ONU el envío de «ayuda humanitaria».
El ministro adjunto de Interior iraquí, Adnane al-Assadi, afirmó ayer a France Press que desde Irak llegan armas a Siria para la oposición. «Las armas son transportadas de Bagdad a la provincia de Nínive y su precio está en claro aumento, porque son enviadas a la oposición en Siria. Así, el precio de un kalashnikov, que varía entre los cien y los 200 dólares ha pasado a 1.000 o 1.500 dólares», añade Assadi, que dirige el Ministerio, ante la falta de un ministro. Las armas abundan en Irak tras 30 años de guerra, invasión y la posterior insurrección suní. «Las armas salen de Mosul (capital de la provincia de Nínive) hacia Siria por el paso de Rabaiya porque las mismas familias viven a cada lado de la frontera», explica Assadi. También menciona el contrabando de armas en la provincia de Anbar hacia al ciudad siria de Abu Kamal, aunque las distancias son mayores. Irak y Siria comparten 600 kilómetros de fronteras en regiones desérticas. El Gobierno iraquí, de mayoría chií, prefiere ver mantenerse al régimen de Bashar al-Assad, alauí, y teme que una victoria de la mayoría suní en Siria anime a sus correligionarios iraquíes a intentar recuperar el poder perdido en 2003. GARA