Casi todos los medios del Estado se hacían eco ayer del encuentro entre el presidente español, Mariano Rajoy, y el presidente del PP de la CAV, Antonio Basagoiti. Y cada cual contaba a su manera el planteamiento del PP de excluir a la izquierda abertzale de cualquier acuerdo entre partidos, precisamente motivado por la necesidad de frenar su iniciativa política.

«El Correo» titulaba que «Rajoy buscará en el Congreso un pacto con PSOE y PNV para el final de ETA», mientras que «El Diario Vasco» no se refería a Rajoy, pero sí nombraba a los líderes de las otras partes: «El PP ofrecerá al lehendakari y a Urkullu un pacto discreto para avanzar hacia la paz». Y en páginas interiores, mientras el primero afirmaba que «Rajoy buscará en el Congreso una declaración con PSOE y PNV para gestionar el final de ETA», el segundo decía que «Basagoiti propondrá a López y Urkullu un pacto «discreto» para cerrar la violencia». No son titulares contradictorios, pero el segundo opta por resaltar la importancia del recadista. Aunque en el rotativo vizcaino Tonia Etxarri se encargaba de resartar su figura desde el principio y destacaba que Basagoiti «hizo triplete de entrevistas con los representantes del Gobierno al reunirse con la ministra de Fomento, el titular de Interior y el presidente (...)». Vamos, que debe de ser alguien muy importante, pues cualquiera, aparte de los futbolistas más famosos, no es capaz de hacer triplete.

Así se lo parece también a «El Mundo», que afirmaba: «Basagoiti fija en Moncloa «la disolución» de ETA como hoja de ruta del PP». Casi nada. Y, más aún, apunta que «Basagoiti lleva la Copa a la Moncloa», refiriéndose a la final que disputarán Athletic y Barcelona. Si juega Basagoiti, seguro que hace triplete. Sin embargo, «Abc», aseguraba que «Rajoy pide a Basagoiti que sume al PNV y PSE para liquidar a ETA». Así que mucho triplete, pero parece que no pinta tanto como le permiten que parezca. Eso sí, la pata madrileña de Vocento le dedicaba la frase del día a ese chico tan «gracioso», cuyo concepto del humor, por su singularidad, es análogo al que tiene de la democracia: «La posible reinserción de los presos ha de ser individualizada como lo sería con la mafia». Humor que da ganas de llorar, y no de risa.