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Arantza Santesteban Historiadora

La sociedad desmovilizada, «by» CCOO y UGT

En medio de este oscuro panorama, existe luz. En Euskal Herria y en otros lugares de la geografía estatal se empiezan a movilizar las fuerzas que aspiran al cambio

Decir que vivimos en un mundo tremendamente contradictorio no es nada novedoso. En estos días las llamas que arrasan la capital del país donde surgió la democracia no hacen sino alumbrar la tesis de que el mundo es un lugar injusto y, en ocasiones, muy difícil de habitar. Un numeroso grupo de griegas y griegos se han tirado a la plaza Syntagma por enésima vez para protestar contra el plan de austeridad aprobado por el Parlamento griego. Y es por ello que estos días hemos desayunado con noticias de coches, tiendas, edificios y calles ardiendo y miles de policías intentando aplacar la ira popular. No pretendo glorificar o ensalzar estas revueltas desde un punto de vista nostálgico; al fin y al cabo, creo que se trata de analizar las cosas en términos de eficacia política. Es decir, que lo heroico para mí no es tanto cómo se manifiesta el descontento popular, sino si se hace en términos de eficacia o no.

Así las cosas, no creo que las protestas en las calles de Atenas sirvan para frenar el ya aprobado plan del Gobierno. Pero, en todo caso, pueden ser eficaces en el plano ideológico y social, ya que muestran algo de lo que el Estado español no puede presumir: los griegos y griegas salen a la calle, ocupan el espacio urbano, se apropian de este y se rebelan desde ese lugar. Eso es bastante más eficaz que lo que está pasando en el Estado español. Y es que estos días hemos visto cómo UGT y CCOO intentan dilatar la respuesta social que debería tener la batería de recortes que el Gobierno de Rajoy está aplicando. Dicen que no saben si convocarán huelga general o no, porque quieren «acompasar sus iniciativas de protesta al estado de ánimo de la sociedad» que, según ellos, está desmovilizada.

Desmovilizada. No me he podido aguantar y me he tirado a mirar datos en internet para reflejar este exceso de inteligencia de Cándido Méndez y Fernández Toxo. Resulta que CCOO y UGT, tan dependientes de las millonarias subvenciones que reciben del Gobierno en concepto de formación continua, han de mantener una ingente cantidad de liberadas y liberados y sedes financiadas con dinero público. Es lógico que su objetivo sea, por tanto, mantener esta monstruosa estructura antes que activar a los desmovilizados y desmovilizadas obreros y obreras. Pero es que además algunos datos no son nada benévolos con la sociedad española, que es donde más prensa rosa cutre se consume de todo Europa. Y donde, mientras los alimentos de primera necesidad suben como la espuma, el precio del gramo de cocaína baja a la misma velocidad. Pues eso, que gran parte de la sociedad española se entretiene enchufándose a la telebasura y a la coca.

Aun así, en medio de este oscuro panorama, existe luz. En Euskal Herria y en otros lugares de la geografía estatal, se empiezan a movilizar las fuerzas que aspiran al cambio. No están al amparo de CCOO y UGT, son energías que proceden de otras lógicas de lucha social y sindical, y son las que pueden despertar del letargo a la desmovilizada sociedad.

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