El PP, bajo su ducha escocesa
El ministro español de Interior dijo ayer en sede parlamentaria que ETA «no es solo un problema policial», sino que tiene «una dimensión política que no se puede obviar», e instó a actuar con prudencia, inteligencia y eficacia. Contrastan estas palabras con las que dijo Antonio Basagoiti cuando defendió que PP, PSE y PNV deberían hacer una política de «tres contra uno» frente a la izquierda abertzale y que no debería hablarse en público sobre los presos. Esta disonancia de discursos, que conjuga exabruptos, exige imposibles y hace propuestas totalmente opuestas al sentir mayoritario del país, pero que, a su vez, lanza ondas de largo alcance con carga positiva utilizando palabras como generosidad, sentido de Estado o las que ayer pronunció Fernández Díaz, puede llegar a interpretarse como una especie de ducha escocesa, aquella que alterna chorros de agua fría y caliente. Sin embargo, conviene actuar con temple, ser constantes y no dejar contagiar los estados de ánimo al albur de la ruleta de este tipo de declaraciones.
No cabe duda de que el destinatario al que se dirigen no son ni la ciudadanía de este país ni la izquierda abertzale en particular. Para el PP, su preocupación es la opinión pública española, todo un mundo de asociaciones de víctimas y facciones falangistas a las que durante muchas décadas ha alimentado con un esquema de victoria aplastante y humillación de los derrotados. Una política que no resulta fácil ni rápida de deconstruir. Pero, mejor hoy que mañana, el PP puede y debe debe acometer esa labor, con pedagogía, con el concurso y el acompañamiento de todos. Medios a su alcance, voluntades en este país y una oportunidad histórica sin parangón no le van a faltar.
Así se superaría esa esquizofrénica actitud de negar en público lo que se aborda en privado, de mantener una pose de negación y de «no se habla de presos» mientras se planean gestos y se barajan iniciativas. Solo desde la honestidad y un comportamiento adulto se solucionarán las causas y las consecuencias del problema político. Este país ni aprueba ni permitirá que sea de otra manera.