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CRíTICA cine

«Aita, zonbia naiz» La hija cadáver

Mikel INSAUSTI

El terror infantil no es un género fácil, porque la tendencia a asustarse cambia con las pequeñas diferencias de edad. “Aita, zonbia naiz” no está recomendada para menores de siete años, sino para los que van de esa edad mínima hasta los doce. Es un poco lío, porque la protagonista es una preadolescente de trece años, así que por lógica las que se deberían identificar con el personaje son las niñas que se ven en semejante trance. Pero siempre he pensado que la buena animación es la que gusta por igual a chicos y grandes, lo que se cumplía a la perfección con “Monster House”, una producción de Steven Spielberg ejemplar en su manera de adaptar el fantástico terrorífico a la mentalidad de los menores y a la de los adultos que llevan un niño dentro. Y me refiero a cómo desarrolla el guión, que te mantiene en tensión partiendo de una aventura pueril, lo cual es doble mérito. No me ha sucedido lo mismo con la cinta de Ricardo Ramón y Joan Espinach.

La relativa decepción tal vez provenga de la imitación formal al universo de Tim Burton, que se queda en algo superficial porque no hay detrás una historia tan potente como la de “La novia cadáver”. Tampoco como las manejadas por su colaborador Henry Selick, un animador muy creativo que cuenta en su haber con “Pesadilla antes de Navidad” o “Los mundos de Coraline”. A “Aita, zonbia naiz” le falta la capacidad para combinar lo cotidiano y lo mágico con naturalidad, sin ese paso tan abrupto y poco sutil entre la vida y la muerte, que resulta ser el rayo que te parte en dos. Los mejores momentos de la cinta son los que sitúan a la chica gótica del cuento suspendida entre dos mundos, y que se corresponderían con las imágenes de la feria, las más melodramáticas y donde se desencadena su conflicto interior, afectado por el divorcio de los padres y el hecho de ser la rarita del instituto que no se siente correspondida. Las veo a modo de evolución de lo que Collodi contaba en “Pinocho”, que no era un muerto viviente pero sí un androide.

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