Grúas, tablas, palés y montones y montones de cajas dieron paso a vistosos stands y visitantes de todos los países, entre los que destacaban los casi trescientos coleccionistas invitados. Así, poco a poco, iban colgando cada vez más carteles de «vendido» o «reservado» en las obras. De todas maneras, y aunque haya arte para diferentes bolsillos -una pieza de Francis Bacon alcanza los once millones de euros, la más cara de esta edición; en cambio, una pieza de Mar Arza se ofrece por solo 235 euros-, las previsiones de ventas no resultaban espectaculares.

Esta 31 edición de Arco, que aporta más sobriedad, mayor realismo, menos galerías y una búsqueda de más calidad, se prolongará hasta el domingo. Hoy y mañana estará abierta a profesionales y el fin de semana al público en general. Euskal Herria tiene una representación importante, con las galerías Altxerri, Carreras Múgica, Moisés Pérez de Albéniz, Trayecto o Vanguardia, y artistas como Ixone Sadaba o Alain Urrutia.

En la bilbaina Carreras Múgica remarcaban que están haciendo «una apuesta muy importante» por los artistas vascos: Txomin Badiola, Asier Mendizabal, Pello Irazu, Itziar Okariz... Pedro Carreras cree que todos y de forma independiente han hecho un gran esfuerzo por estar en esta feria y que entre todos han formado un buen stand. A la hora de la entrevista, Badiola trabajaba colgando sus piezas. «Está de lo más divertido, junto al alabastro de Eduardo Chillida, con la gravitación detrás -seguramente la más grande de la feria, de 1,70 metros-», nos contaba Carreras.

En el mismo stand, se puede ver la rueda de hormigón de Mendizabal, que ha estado expuesta en el Reina Sofía, las acuarelas en blanco y negro de Erlea Maneros o un martillo elaborado por Xavier Salaberria, procedente de los costumbristas alemanes. Salaberria se ha encargado también de diseñar el espacio de Carreras Múgica; ha pintado las paredes de fondo de color gris y, a la entrada, ha colocado un panel volado. No llega al suelo, está sujeto con dos patas, como exento, por delante del eje central del stand. Ha diseñado una especie de expositor, que es una obra de arte realizada con motivo de colocar dentro siete esculturas de papel pintadas de Juan Pérez Agirregoikoa, artista de Donostia que vive en París.

Para la galería donostiarra Altxerri este va a ser el Arco número 19. La artista que ocupa la parte más importante de su stand es Elena Asins, madrileña y navarra de adpción, pionera en la investigación sobre computación en arte. Sus últimas aportaciones a la «problemática plástica» van encaminadas hacia el urbanismo como estética y necesidad, a la arquitectura como arte esencial y a la intervención estética en el espacio y en el tiempo. En esta feria, muestra unos desplegables hechos en la universidad neoyorquina de Columbia. En 2011, el museo Reina Sofía le dedicó una gran exposición y a raíz de esta muestra, la ha descubierto mucha gente. Ese mismo año obtuvo el Premio Nacional de Bellas Artes y hace un mes, el Premio Arte y Mecenazgo de La Caixa.

El gerente de Altxerri, Juan Ignacio García, quiere destacar la labor de las galerías. «Nosotros le sacamos un catálogo en el año 2000. No vendimos nada, pero la obra nos interesaba. La presentamos en Arco, ocupó la mitad del stand, tampoco vendimos nada. Pero seguimos apostando por ella, ya que la galería es un activista cultural. Diez años después, la ha descubierto el Reina Sofía para todo el mundo». En junio, también se podrá conocer las aportaciones de esta artista en Donostia, en la exposición que acogerá el Koldo Mitxelena.

Como novelistas sin librerías

«Hay artistas que sin la labor de las galerías a lo mejor hubieran cesado su obra. ¿Qué ocurriría con los novelistas si no hubiera librerías? La función de las galerías no es solamente vender y ganar dinero, es también promocionar creadoras como Asins, aunque su obra sea árida y matemática, difícil de vender y no rentable», reivindicó.

Como Asins ha sido una sorpresa para mucha gente, esperan que el stand sea concurrido, pero lo que pasará con las ventas no lo tenían tan claro. «Es una obra que les falta a muchas colecciones institucionales, pero una de las consecuencias de la crisis es que les han quitado el dinero a museos e instituciones para comprar. Lo que sí hay son inversores y los nombres conocidos son los más buscados por estos».

Cuando le pedimos a Fernando, de la galería Trayecto de Gasteiz, que resalte algún nombre, nos responde: «No hagas como Ifema, que nos ha obligado a destacar un artista entre todos, porque esta no es la política de la galería». Dan a conocer, por ejemplo, la labor de Néstor Sanmiguel Diest, que inauguró la semana pasada una exposición en Montehermoso. Esta muestra se titula "Autoedición (Samizdat)" y plantea una reflexión sobre la práctica de la pintura como lenguaje. En Trayecto abrirán otra exposición suya el 2 de marzo, y está, además, en una muestra colectiva en el Reina Sofía que luego irá a Portugal.

En la galería de Gasteiz tienen una escultura espectacular de 5 metros de Aitor Lajarín; la fotografía "Aura" de Ángel Marco; tres pequeños trabajos de Guillen Bayo, que tratan sobre la idea moderna de la máquina; o un vídeo de Beatriz Olabarrieta. Este hace reflexionar de la imposibilidad de las cosas, intentando hacer un círculo alrededor de una bola que se mueve constantemente.