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Carlos Chillón Vara | Autor de «Los años robados»

A María Garzón

 

He leído la carta abierta que has enviado a los medios dirigida a  «los que hoy brindarán con champán», y aunque yo, al igual que muchos vascos, lo he hecho con cava, me he sentido aludido y me voy a tomar la libertad de contestarte, a pesar de que, de la lectura de la misiva, deduzco que te refieres a un colectivo del que no formamos parte, aunque hayamos coincidido en el brindis.

Comienzas tu escrito diciendo: «jamás nos harán bajar la cabeza, nunca derramaremos una sola lágrima por su culpa». Me parece de una entereza digna de encomio, y tengo que reconocer que nosotros, los miles de vascos afectados por los sumarios de tu aita, carecemos de esa fortaleza. Nosotros sí hemos llorado, sí hemos derramado abundantes lágrimas cuando han detenido, torturado y encarcelado a nuestros familiares y allegados, en base a esa teoría de encargo preconizada por tu progenitor de que «todo es ETA». Bueno, lo de torturado he querido decir presuntamente, ya que de los cientos de denuncias presentadas, su señoría no se ha dignado investigar prácticamente ninguna, y un ilustre paladín de los derechos humanos como es él lo tiene que tener muy claro para actuar así.

Mencionas también en tu carta, y cito textualmente, que «nos han dado más fuerza para seguir luchando por un mundo en el que la Justicia sea auténtica, sin sectarismos, sin estar guiada por envidias, por acuerdos de pasillo». A mí, la verdad es que la palabra Justicia asociada a Baltasar Garzón me suena incongruente, casi diría que obscena, pero es una apreciación personal.

Volviendo a tu carta, da la impresión de que lo que quieres decir es que los jueces del Supremo han prevaricado al emitir su fallo. Más contundente se muestra tu padre cuando, al conocer la sentencia, manifiesta que es injusta y predeterminada y que los jueces se han limitado a dar forma a una sentencia anunciada hace meses.

Bueno, pues ya tenemos un punto de acuerdo. Eso mismo pensé yo de la sentencia del Supremo de enero de 2007 en la que se condenó a 23 jóvenes de Jarrai, Haika y Segi a penas de seis años de cárcel por terrorismo, sin que se les hubiera imputado hecho violento alguno. Cuatro de los siete magistrados que han condenado a tu padre formaban parte de aquella Sala, si bien entonces hubo dos votos discrepantes y ahora el fallo ha sido unánime. Sin embargo, en aquel entonces, el Sr. Garzón, lejos de cuestionar a los jueces como ahora, mostró gran satisfacción por la sentencia, pero claro, el sumario lo había instruido él y, por cierto, estaba encantado con la jurisprudencia sembrada que permitió encarcelar posteriormente a cientos de vascos, esa jurisprudencia que, según dices, tanto te preocupa a ti.

No te voy a ocultar que un amplio sector de ciudadanos vascos nos hemos sentido aliviados al conocer la condena, aunque somos conscientes de que hay otros jueces dispuestos a continuar su labor de persecución al independentismo sin reparar en métodos. En cuanto a la otra causa pendiente, es sorprendente que quien dice mostrarse preocupado por investigar el franquismo haya desarrollado durante más de veinte años su labor en la Audiencia Nacional, tribunal de excepción creado para perpetuar el Tribunal de Orden Público del dictador y que utiliza sus mismos métodos.

Para terminar, decirte que, en mi opinión, lo que le ha ocurrido es por haber olvidado un principio elemental que hasta ahora había guiado sus pasos: por mucho que te tiente la vanidad, hay que apostar siempre a caballo ganador. En cuanto a tu manifestación última de que vuestra conciencia está tranquila, porque sabéis que tu padre es inocente, me parece muy loable. A los padres no se les elige, pero el vínculo de consanguinidad hace que haya que defenderlos hasta sus últimas consecuencias, aunque en algunos casos no sea fácil.

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