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Ainara Lertxundi Periodista

Randa y Khader, una lucha de 66 días

Randa Mussa cubre su rostro con un velo. Durante nueve meses ha ejercido de portavoz de su esposo, Khader Adnan, detenido sin cargos en una prisión israelí. Han sido 66 días de huelga de hambre, 66 días de angustia cada vez que sonaba el teléfono, 66 días de atender a los medios, locales e internacionales, 66 días de espera, de miedo e incertidumbre. 66 días que han puesto nuevamente el foco en la llamada «detención administrativa», una figura legal según el reglamento jurídico israelí pero injusta a todas luces, que impide a los detenidos conocer los cargos que se les imputan y a sus abogados ejercer el derecho a la defensa. En esa situación están 309 presos palestinos, una situación que puede prorrogarse durante años.

No es la primera vez que toma una decisión tan drástica. Pero, en esta ocasión, su sacrificio y determinación han logrado colarse en las agendas de los grandes medios y de políticos como la alta representante de Política Exterior de la UE.

De momento, ha ganado una primera pero gran batalla. El compromiso de que será liberado el 17 de abril. Ha tenido que llegar a una situación física extrema para que el Ministerio de Justicia israelí alcanzara un acuerdo con sus abogados. Adnan estaba en serio riesgo de sufrir un colapso generalizado de sus órganos o un infarto. Pero, el peligro no ha desaparecido. La recuperación física se presenta larga, porque las huellas de una huelga de hambre no se borran tan fácilmente.

Adnan es el preso palestino que más tiempo ha estado en huelga de hambre. 66 días. Como los que estuvo el irlandés Bobby Sands, muerto en una fría y húmeda celda de Long Kesh, de quien precisamente escuchó hablar la primera vez que lo encarcelaron. Fue en 1999, en la prisión de Ashkelon.

A sus 34 años, ha sido detenido en nueve ocasiones, la última en la madrugada del 17 de diciembre frente a su familia. Su vida y la de su esposa son un espejo de la ocupación, de la arbitrariedad y de los abusos hacia una población, la palestina, que, frente a la inoperancia de la comunidad internacional, sigue reclamando dignidad y justicia.

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