Maite SOROA | msoroa@gara.net
Apología del chantaje y el sufrimiento
El Ministerio de Interior español ha rechazado la petición de las presas y presos políticos vascos para que se levanten las medidas de excepción que les imponen, y ayer en «El Correo» el columnista Florencio Domínguez aplaudía el castigo a los prisioneros y a sus familiares, y hacía una apología descarada del chantaje al que les someten. Comenzaba asegurando que la petición de las presas y los presos «no fue una demanda de beneficios penitenciarios en los términos establecidos por la ley, sino una operación propagandística cuyas directrices marcó ETA». Y eso lo sabe él por ciencia infusa. Partiendo de su tesis, agregaba que «ahora los reclusos pueden recurrir ante el juzgado las decisiones notificadas por Instituciones Penitenciarias, pero las posibilidades de prosperar son nulas por no ajustarse las demandas a la ley». Lo que es una soberana mentira, ya que lo que piden es precisamente que se cumpla la ley y levanten las medidas excepcionales decretadas expresamente contra ese colectivo.
Pero el «experto» del periódico de Vocento deja claro cuál es su juego. Vean cómo lo explica: «Sería una incoherencia política otorgar similar tratamiento penitenciario a los presos que han hecho una autocrítica de su pasado y se han desmarcado de la violencia que a los que se niegan a dar ese paso. Y si lo que se quiere es fomentar la primera opción, conceder los beneficios a los segundos supondría tirar piedras contra el propio tejado y desincentivar la reinserción individual. Nadie utiliza un autobús de pago si para hacer el mismo trayecto puede viajar en un vehículo gratuito. La `vía Nanclares' es de pago y el colectivo oficial de los presos de ETA lo que quiere es hacer el viaje de balde». Lo deja claro Domínguez. A eso en mi pueblo se le llama chantaje, y no tiene nada que ver con cumplir la ley. Y luego serán tan caraduras de decir que no son presas y presos políticos...
Y para concluir, el apologeta de la represión, en tono cuartelero, dice que «decisiones como el rechazo a las demandas del colectivo de presos ayudan a poner las cosas en su sitio». A lo que ayudan es a poner a cada cual en el suyo, y el columnista de «El Correo» ha dejado claro dónde está él. Desde luego, muy lejos de donde nos situamos las vascas y los vascos.