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Koldo CAMPOS Escritor

«Perdona a tu pueblo... Señor»

 

Lamentable que un pueblo como el español, tan devoto de la religión que profesa y practica, siga ignorando que el perdón se conjuga en todos sus tiempos. «Y perdónanos nuestras deudas así como nosotros perdonamos a nuestros deudores», reza su Padrenuestro al «cordero de Dios que quita los pecados del mundo».

Y sin embargo, ese pueblo mariano y nazareno aún piensa que el perdón no es virtud de ida y vuelta, sino una deuda que el mundo ha contraído con España.

De ahí que siga demandando y a la espera de que los vascos pidan perdón por ese irracional empeño en seguir siendo vascos, absurdo semejante al de catalanes y gallegos; de que los emigrantes pidan perdón por serlo, las mujeres por pretenderlo y los ateos por practicarlo; de que los torturados pidan perdón por denunciarlo y los asesinados por negarse a delatar su vida; de que los republicanos pidan perdón por ejercer el voto, y las cunetas perdón por su memoria; de que los muertos en accidentes laborales pidan perdón por sus mortales imprudencias, y los cinco millones de parados por su notoria afición a la indolencia; de que pidan perdón los jubilados por evadir sus años de trabajo, los desahuciados por ocupar esquinas y portales, y los jóvenes por desconfiar de reyes magos; de que pida perdón el clima por sus cambios, las vacas por su locura, las aves por su gripe, los cerdos por su fiebre; de que pidan perdón los toros por los toreros muertos, y perdón los guiñoles franceses por guiñoles y franceses; de que pida perdón el enemigo, y el enemigo somos los demás. «Perdónalos... Señor».