Las fotos contestatarias de Ai Weiwei protestan desde París
El artista disidente chino Ai Weiwei, en régimen de libertad controlada en Pekín desde el pasado mes de junio, protagoniza su primera gran exposición europea en París, donde muestra sus fotografías, un testimonio de primera mano de su lucha en favor de la libertad de expresión. La muestra, compuesta por más de veinte pantallas y 500 imágenes y expuesta en el museo del Jeu du Paume, recorre el trabajo fotográfico de un creador multiforme.
Pascale MOLLARD-CHENEBENOIT-AFP | PARÍS
La exposición «Ai Weiwei. Entrelacs», que se inauguró ayer en el parisino Jeu du Paume, permitirá descubrir a este observador crítico de la sociedad china, cuya detención, mantenida en secreto durante 81 días en la primavera pasada, provocó la indignación internacional. Puesto en libertad bajo fianza el 22 de junio, este artista contestatario de 54 años pudo volver a trabajar en su taller, aunque no se le permite abandonar la capital china.
Ai Weiwei, que se supone no puede hablar con la prensa, se ha saltado la prohibición al conceder varias entrevistas con motivo de la exposición. Explica desde las páginas de la revista «Paris-Match» que no tiene intención de abandonar su país porque «el exilio sería una derrota. Tengo que seguir buscando ocasiones para expresarme en este ambiente hostil. Solo la muerte impedirá que siga», dice el artista, quien se formó en Nueva York, donde vivió diez años, hasta que regresó a China en 1993, cuando su padre, el poeta Ai Qing, cayó enfermo.
Un provocador nato
«Ai Weiwei está en forma. Crea nuevas esculturas. Pero cada dos semanas debe presentarse en la comisaría», explica Urs Stahel, director del Fotomuseum Winterthur, de Suiza, y comisario de la exposición, que se prolongará hasta 29 de abril. Acusado de fraude fiscal y pornografía y sometido a una estrecha vigilancia, el artista ha adoptado un perfil más discreto, aunque continúa difundiendo su trabajo a través de las redes sociales.
Arquitecto, escultor, fotógrafo, blogger y ahora adepto a twitter, Ai Weiwei es un «artista de la comunicación», que utiliza sus fotografías como documentos, explica Urs Stahel. Desde el cierre de su blog en 2009 por las autoridades, su cuenta en twitter (@aiww) se ha convertido en un medio «muy eficaz» de comunicarse y de enviar sus fotografías, a menudo tomadas simplemente con la cámara que incorpora su teléfono móvil.
Ai Weiwei es un provocador nato. En junio de 1994, cinco años después de los hechos de Tiananmen, fotografió a su esposa, Lu Qing, en la plaza. Una simple foto de turista. excepto por un detalle: la joven se levantó la falda, dejando al descubierto sus bragas. Detrás de ella, el retrato de Mao y los guardias uniformados. Un año más tarde, realizó el primer «Estudio de perspectiva» de su serie; esta vez también en la plaza de Tiananmen. Su irreverente gesto con su dedo anular posteriormente lo extendió a monumentos de todo el mundo. Una manera de invitar al espectador a cuestionar el respeto a la autoridad establecida.
El artista retrató también las protestas urbanas relacionadas con el desarrollo económico. Sus «Paisajes temporales» (2002-2008) nacen de los descampados surgidos por la destrucción de las viviendas tradicionales, paso previo a la construcción de rascacielos. Trabajó a su vez como asesor artístico en el estadio de Beijing, el «Nido de Pájaro» de los Juegos Olímpicos de 2008, aunque se distanció después, acusando al Gobierno de utilizar estos juegos con fines propagandísticos. Pero las cosas se le pusieron realmente mal con las autoridades chinas después del terremoto de mayo de 2008 en la provincia de Sichuan. A Ai Weiwei le impactó enormemente la imagen de las carpetas de los alumnos que asomaban entre los escombros de las escuelas construidas de cualquier manera. Publicó una lista de los niños muertos en su blog, que fue clausurado poco después.
Los periódicos franceses se han volcado en esta exposición. Ayer, por ejemplo, «Libération» dedicó una edición especial a Ai Weiwei, a quien el corresponsal del periódico entrevistó en su taller. La denuncia: que la
corrupción está «generalizada en China» y que «la represión se ha convertido en draconiana». Y lo desarrollaba más adelante. La corrupción «es un fenómeno generalizado en China, porque es el país de la opacidad. En los días de Mao, la prevaricación apenas existía, porque el riesgo de ser detenido resultaba demasiado importante. Esta perversión llegó con las reformas de los años 80, cuando Deng Xiaoping (el ex número 1) declaró que hacía falta `dejar a una parte de la población que se enriqueciera primero'. Este principio, que es contrario a los preceptos comunistas, se ha convertido en la ideología dominante de los últimos treinta años. Los sobornos, el tráfico de influencias y la malversación de fondos han invadido todo el sistema». En cuanto a la gente, «por supuesto que quisieran salir a la calle a protestar, pero la represión policial se ha convertido en draconiana». GARA