Bobadas alpinas
Mundos paralelos
Kike DE PABLO
La actividad de montaña, y de aventura en general –aventura con minúscula, ¿eh?–, ¿es un antídoto o, pongamos, que una alternativa, si me apuráis un lenitivo, ante estos tiempos tan obsesivos y socialmente tan crispados que corren?
Muchas personas la considerarían un ejercicio de escapismo y dejación de la toma de responsabilidades políticas y sociales y ¡con la que está cayendo! Eso sin entrar en los casos de quienes, por dificultades económicas extremas, no están en condiciones de poder disfrutar de la actividad alpina. Pero siempre ha sido así y han coexistido quienes sufren con quienes pueden disfrutar, por el motivo que sea, de momentos felices, algo que resulta difícil de digerir para una gran mayoría.
La adversidad, incluso de índole general, a veces no toca la totalidad de las vidas y mundos paralelos posibles. Rememorando la tan conocida epopeya de Ernest Shackleton y los tripulantes del Endurance, siempre me sorprende lo siguiente: casi los mismos días que comienza la Primera Guerra Mundial en Europa, parte el Endurance rumbo a la Antártida en una aventura –esta vez sí, con mayúsculas– que duraría tres años, frente a los cuatro que duró la Gran Guerra.
Sus sufrimientos y vivencias fueron en todo momento paralelos y totalmente ajenos a los de gran parte del mundo, inmerso en el caos y violencia. No fue alternativa, ni escapismo, simplemente hubo universos alternativos, dimensiones diferentes en el espacio-tiempo, la complejidad misma de la experiencia humana.