La vuelta a la gran pantalla del cineasta rebelde Nicholas Ray
En el centenario de su nacimiento, la viuda de Nicholas Ray, director de «Jonnhy guitar» o «Rebelde sin causa», ha desempolvado y devuelto a la gran pantalla los negativos de la última película del director, la obra experimental «We can´t go home again», además de desvelar sus secretos en el documental «Don´t expect too much», que vino a presentar a la Alhóndiga de Bilbo.
Ane ARRUTI
Fue un adelantado a su tiempo y ahora, al cumplirse el centenario de su nacimiento, volvemos la vista atrás para intentar comprender el legado artístico y humano del director, guionista y actor estadounidense Nicholas Ray (1911-1979), en el que se encuentran títulos tan clásicos como «En un lugar solitario» (1950), con Humphrey Bogart como protagonista, el exitoso «Johnny guitar» (1954) o «Rebelde sin causa» (1956), con James Dean. Recordar y fomentar los valores del director es lo que pretende Susan Ray, la cuarta mujer del cineasta, quien ha restaurado y completado la última película que rodó su marido, «We can´t go home again». Un testamento cinematográfico, totalmente experimental.
Susan Ray visitó la pasada semana la Alhóndiga de Bilbo para presentar la película y acercar a los asistentes la figura de quien fue su marido en los últimos diez años de vida. «La película estaba acabada según Nick, yo no he tenido que recolectar nada -señaló a GARA-. Hemos restaurado las imágenes, las hemos limpiado, y se ha reconstruido un poco el sonido. Queríamos que sonara mucho mejor y que las imágenes fueran mejores. Hemos rehecho los negativos de 1973, de cuando todavía Nicholas estaba vivo», concretó la viuda del director.
La película se rodó con los estudiantes del Harpur College of Arts and Sciences de la Universidad de Binghampton, en New York, y es el mismo director quien encarna el papel protagonista. «La empezó a rodar como una manera de enseñarles cómo hacer películas, porque él pensaba que la única manera de enseñar realmente a realizar películas era que los alumnos pudieran meter mano en ellas, palpar el proceso ellos mismos». La idea inicial fue transformándose, «según fue avanzando en ese proceso, se dio cuenta de que tenía material suficiente para realizarla y enseñarla al público».
La historia muestra esa interacción de los alumnos y el profesor, en este caso el director. La realización de películas y la relación con los jóvenes eran, precisamente, dos de las pasiones de Nicholas Ray. «Su principal pasión era realmente la experiencia del ser humano, con todos sus colores y todos sus matices», subrayó Susan.
El documental que Susan ha realizado, «Don´t expecto too much», relata el tormentoso romance de Nicholas Ray con Hollywood, su autoimpuesto exilio en Europa, y su eventual regreso a los Estados Unidos, donde comenzó trabajar en esa última película con los alumnos. Incluye entrevistas con los directores Víctor Erice y Jim Jarmusch y con muchos de aquellos alumnos que ejercieron de actores en la película de Nicholas. «Cuando después de 35 años tuve la suerte de conseguir el apoyo para volver a proyectar `We can´t go home again', hubo un momento en el que dije, `¡oh Dios mío, ahora tengo que hacerlo!'. Pero me pregunté si merecía la pena, porque sacar a la luz una película que ya está hecha, aunque no lo parezca, lleva muchísimo trabajo -confesó Susan-. Además, es una película tan controvertida que yo quería asegurarme que realmente creía en ella, antes de contar con la financiación de otras personas y mostrársela al público».
En el documental plantea todas esas cuestiones que le fueron surgiendo antes de restaurar la película. «Tenía muchísimas preguntas. Por ejemplo, si esta película es ahora tan importante como hace cuarenta años. Tampoco sabía muy bien qué estaba realizando Nick cuando utilizaba múltiples imágenes o, como decían algunos, si era una fantasía sicodélica. No sabía si Nick era consciente de lo que estaba haciendo. Otra de mis dudas era cómo lo verían los estudiantes que hicieron la película con él, cuarenta años después, con una edad que coincide con la que tenía Nick entonces y con la que tengo yo ahora -Susan tenía 18 años cuando conoció a Nick con 58-. Quería saber qué quería decir Nick cuando hablaba de la búsqueda de la propia imagen. Qué veía Nick en mi generación».
Con las dos películas bajo el brazo, Susan recorre ahora el mundo para divulgar el trabajo de su marido. «Mi intención no es rendirle homenaje, aunque suene raro. No soy la típica viuda devota», matizó. «Nick rodaba con gente normal, con cuerpos imperfectos, decorados y localizaciones imperfectas, no en ambientes de lujo... y buscaba la verdad de sus emociones, de la cultura que había en ese momento. Ahora estamos tan atrapados por las imágenes, por esculpir una imagen que encaje con esa idea tan limitada de lo que creemos que realmente es atractivo... que me gustaría que la gente abriera más su mente y viera lo que hay debajo de esa capa exterior. Que no nos quedemos en esa primera belleza aparente, sino que la gente vea que su mente es más amplia para poder apreciar otro tipo de belleza que se basa en la integridad de una persona, en la capacidad de preocuparse de los demás».