Un gol de Imanol Agirretxe dio a la Real una victoria muy importante porque es la tercera consecutiva en Anoeta, donde está la clave de la segunda vuelta, porque lo hizo con el gol de un delantero que llevaba tres meses, diez partidos, sin marcar en Liga y porque le sitúa más cerca de la Liga de Campeones que de la zona de descenso.

Eso no quiere decir que el equipo blanquiazul deba mirar más hacia arriba que hacia bajo. La mirada solo se debe fijar en la forma de ganar el derbi de San Mamés porque ahora no tiene sentido marcarse más objetivo clasificatorio que quedar a un punto del Athletic el domingo a las seis de la tarde.

Todavía está muy cercano el recuerdo del año pasado para perder la perspectiva. Entonces también ganó la Real por 1-0 al Mallorca en la jornada 24 un 21 de febrero y quedaba empatada a puntos con los puestos europeos y aventajaba al descenso en once puntos y hubo que sufrir hasta la última jornada para asegurarse la permanencia.

Lo importante ahora es valorar que, dentro de la igualdad que caracteriza a la Primera, la Real es capaz de estar en el pelotón con nueve canteranos en el once cada fin de semana. Y en el proceso de formación de un equipo de futuro ayuda la relativa tranquilidad que no debe traducirse en ninguna relajación para que los jóvenes crezcan. Porque lo importante no es que el descenso esté a seis puntos, sino que el penúltimo queda a nueve y el Zaragoza a quince y que la Real empieza a ser fuerte en Anoeta pese a la bisoñez e irregularidad de sus jugadores.

En ese proceso de consolidación del equipo es muy importante que haya ganado tres partidos seguidos presionada por la necesidad y que los rivales la empiecen a respetar en Anoeta. En sus últimos años en Primera, e incluso la temporada pasada, los visitantes venían al estadio a ganar los partidos. Ahora la respetan y el Mallorca vino a defender el empate inicial, perdió tiempo de manera triste y esa táctica conservadora permitió ganar al que más intentó buscar la victoria, con más voluntad que acierto. Pero cuando se busca el triunfo y se tiene en las posiciones adelantadas jugadores de la calidad de Vela, Agirretxe y, sobre todo, Griezmann lo normal, y lo justo, es la victoria.

Importante ganar sin jugar bien

Y es muy importante que un equipo joven sea capaz de ganar esos partidos atascados sin jugar bien porque la Real, pese a un comienzo esperanzador de veinte minutos, no supo atacar el planteamiento defensivo de un Mallorca que además no quiso dar ritmo al partido y perdió el tiempo desde el inicio.

Caparrós es un maestro a la hora de trabajar tácticamente sus equipos y de conseguir que mantengan un alto nivel de concentración defensiva y supo taponar muy bien los pasillos centrales, donde los medios centros realistas no encontraron la forma de combinar con los tres jugadores más adelantados.

Las bandas eran las zonas en las que más se podía buscar la debilidad al planteamiento de Caparrós, pero los dos laterales, especialmente, y Griezmann estuvieron exageradamente desacertados a la hora de centrar.

De hecho, las mejores ocasiones antes del gol llegaron en dos envíos directos lejanos. En el primero Vela falló el control y, aunque Agirretxe estuvo bien a la hora de levantar el balón ante la segunda opción que le regaló Aouate, no acertó con el remate. En el segundo el control de Agirretxe fue tan extraordinariamente bueno como malo resultó su disparo. Lo bueno fue que el usurbildarra volvió a tener ocasiones, que es lo más importante para un delantero.

Llevaba tres meses sin marcar, pero quizás en el partido de ayer tuvo tantas oportunidades como en los diez anteriores. Además de las dos claras y de la del gol, la más complicada porque tuvo que rematar con la izquierda mientras iba hacia atrás desequilibrado tras un buen desmarque, tuvo otro remate muy desviado que el asistente alivió al señalar un fuera de juego inexistente y un cabezazo que no encontró la portería.

Fueron las mejores ocasiones de la Real, mientras que la más clara del Mallorca tuvo como protagonista a Bravo al despejar mal hacia el centro un envío que no era tan peligroso y enmendarlo al realizar una gran parada al remate de cabeza de Pereira en una posición clara.

El Mallorca no inquietó demasiado ni tan siquiera cuando se vio por detrás y quiso recuperar el tiempo que había perdido. La ocasión más clara de los últimos minutos la tuvo Griezmann y la Real aguantó muy tocada físicamente, pues Montanier eligió el peor cambio para dar entrada a Pardo, porque Markel y Zurutuza acabaron con calambres.