Los inversores aprovecharon la descomunal inyección de liquidez proporcionada por el BCE para defender las subidas generalizadas de los índices. El nuevo espaldarazo al sector financiero agrada al FMI, que anima también a mantener esta política de dinero barato y abundante con el fin último de promover el crecimiento. Así, se pudieron allanar las dificultades planteadas por las reticencias de distintos estados europeos para librar de forma efectiva el segundo rescate de Grecia, que deberá aprobar todavía el examen a sus medidas de recortes y canje de bonos. También sirvió para orillar la decepción causada por los datos macroeconómicos en EEUU, donde los gastos en construcción y el índice ISM manufacturero salieron por debajo de lo previsto. Al cierre, el Ibex se paró en los 8.547,70 puntos, después de anotarse un 0,97%. En febrero apenas recupera un 0,45%. El mismo paso alcista siguieron en París (+1,37%), Fráncfort (+1,25%) y Londres (+1,02%). En el Ibex, se seguía con atención a Repsol (+2,78%), ya que se esperaba una intervención de la presidencia argentina sobre el futuro de YPF, petrolera de la que es socio mayoritario con un 57% del capital. Asimismo, destacaron los avances de Endesa (+3,73%) y Red Eléctrica (+3,01%). En los descuentos, se significó el derrumbe de Sacyr (-8,67%) después de presentar unos resultados muy negativos. En París, Vivendi se hundió un 10,05%, tras reducir el pago de dividendo y pronosticar dificultades por la competencia. Veolia Environnement (+14,86%) lideraba las subidas a pesar de perder 490 millones de euros.