Nadine Labaki | directora de cine, actriz y guionista
«El humor es una forma natural de sobrevivir en Líbano»
Nadine Labaki dirigió la película libanesa más aclamada hasta la fecha, «Caramel», con la que consiguió su consagración internacional. Visitó con ella Zinemaldia en 2007, y el año pasado regresó a Donostia con «¿Y ahora adónde vamos?», una nueva mirada dirigida hacia las mujeres libanesas y que se estrena hoy en las salas de Euskal Herria.
Ariane KAMIO | DONOSTIA
Nadine Labaki (Baabdat, Líbano, 1974) es una directora, actriz y guionista consagrada en el panorama internacional. Curtida en la dirección de videoclips de numerosos artistas locales, Labaki saltó a la gran pantalla con «Caramel», la película libanesa más aclamada internacionalmente hasta la fecha y con la que se convirtió en un referente del cine libanés en ojos de la crítica occidental. La estrenó en 2007 en Cannes, y la presentó también en Zinemaldia ese mismo año (donde consiguió el Premio del Público). Tras ello, su película fue distribuida en más de 40 países.
Con «Caramel» invitó a las miradas de todo el mundo a conocer la realidad de las mujeres de su país, con el amor prohibido y las ataduras de las tradiciones en el punto de mira. En su siguiente producción, «Et maintenant, on va où?» («¿Y ahora adónde vamos?») vuelve a centrarse en el género femenino. En esta ocasión, en un grupo de mujeres de una aldea que intentan mediar entre cristianos y musulmanes con la guerra libanesa como telón de fondo.
Con «Caramel» y con esta película parece que rompe algunas visiones que tenemos en Europa sobre las mujeres de Oriente Medio. ¿Piensa que en Europa se mira con cierto paternalismo a la mujer de Oriente Medio?
Somos como se ve en la película. Es importante que rompamos esos clichés e intentar entender cómo somos, aunque escribí esta película intentando que no se hable de eso. Siempre quiero mostrar la verdad y mostrar cómo somos.
Aborda un tema tan complicado como la disputa religiosa desde un punto de vista bastante imaginativo y constructivo. No es algo muy común en las películas que se centran en conflictos.
En el film, el problema no es solo de religión, sino que es un problema entre hombres. Podría haber sucedido entre dos vecinos, entre dos familias, entre dos hermanos... Es un conflicto de enemistad entre personas y puede pasar y pasa en todos los sitios. No se puede solamente hablar de religión. Yo quería obtener un punto de vista más universal. Esta no es una película solamente relacionada con una situación política o geográfica, sino que es un problema universal. Me sentí con la necesidad de hablar de personas porque es algo que vivimos en Líbano en el día a día.
¿Están más preparadas las mujeres para la paz y los hombres para la guerra?
Sí, creo que sí [risas], aunque es algo que no se puede comparar. No todos los hombres quieren guerra. Nos guste o no, es más fácil ver a dos hombres peleándose que a dos mujeres. Tiene que ver con la testosterona de los hombres. A los hombres los vemos invencibles, y pensamos que nosotras no podemos pelear, y no pensamos en sus consecuencias. En una familia tienes a tu madre, a tu hermana, a tu prima que tienen miedo de lo que te pueda pasar y así es la vida.
¿Por qué ha utilizado la comedia para explicar algunos de los momentos de la película?
Es importante tener una sensación de autocrítica, que seas capaz de reírte de ti mismo, de tus problemas, de cómo somos y de cómo reaccionamos.
¿Ha pensado que los momentos humorísticos hayan podido solapar los momentos dramáticos?
No, o al menos no lo planteé así. Yo cuento las historias como son. Esta está inspirada en las mujeres de mi familia; todas llevan con humor todo lo que han pasado, todas las tragedias que han vivido. Todas las personas han sobrellevado todo con un especial sentido del humor. Es una forma natural para nosotros para sobrevivir, si no es demasiado duro.
Jugando con el título y buscando una opinión personal suya, con el conflicto libanés, ¿hacia dónde cree que va su país?
¡Quién lo sabe! Si yo lo supiera no me repetiría esa pregunta todos los días. «¿Qué vamos a hacer mañana? ¿Adónde vamos? No lo sé. ¿Pinto mi casa o no? Igual no, porque van a caer bombas». Así vivimos en Líbano. Estamos viviendo una especie de Off, no sabemos adónde vamos. Es una pregunta muy difícil de responder.
¿Ha sentido vértigo alguna vez al hablar del conflicto de su país?
Cuando estalló la guerra con Israel en 2006, me puse a pensar si era importante hablar de las mujeres en una situación como esa. Lo que entendí es que mi misión era enseñar algo más de mi país, cómo somos, adónde vamos.
Al estar embarazada -como lo estuve yo- consigues más madurez. Pensar en qué mundo va a nacer mi hijo, en qué mundo va a crecer, un mundo en el que cualquier excusa vale para matar a tu vecino. Entonces te sientes con la necesidad de hablar de esas cosas.
Hace un par de años un artista local, Fermin Muguruza, presentó un documental sobre artistas emergentes en Palestina. ¿En qué situación se encuentran los artistas libaneses emergentes?
Hay un movimiento artístico en el país muy grande. Muchos de ellos están llegando al extranjero y pueden mostrar sus obras ante el panorama internacional. No es fácil, obviamente, porque Líbano es pequeño y no es fácil tener acceso a otros países. Tenemos gente con mucho talento que tiene mucho que decir.
¿Con qué interés ha seguido las revueltas que se han producido en el mundo árabe?
Tengo mucha esperanza, pero tenemos que saber cómo tratar este asunto. Hay muchos conflictos entre religiones, pero me pregunto si vamos a saber tratar este asunto con acierto.
En Toronto su película fue muy bien acogida y en Donostia recibió muchos aplausos. ¿Cuál cree que es la clave del éxito de su película?
Me emociona ver cómo recibe mi película la gente; es una emocion inmensa. Creo que el éxito reside en que habla de gente normal. Tienes la sensación de que es también tu historia, y que basta ya, que queremos que cambien las cosas. Todo el mundo está harto de esto. Todo el mundo tiene problemas con sus vecinos o hermanos, y es esa sensación de querer cambiar las cosas y del miedo que hay entre las personas la clave de mis películas.
Título original: »Et maintenant, on va où?».
Dirección: Nadine Labaki.
Guión: Nadine Labaki y Jihad Hojeily.
Producción: Anne-Dominique Toussaint.
Intérpretes: Claude Bazz Mossawbaa, Layla Hakim, Nadine Labaki,
Fotografía: Christophe Offenstein.
Música: Khaled Mouzanar.
Países: Estado francés, Líbano, Italia y Egipto, 2011.
Duración: 110 minutos.
La continuidad cinematográfica de la actriz, guionista y realizadora libanesa Nadine Labaki supone una muy buena noticia. Si han pasado siete años desde el éxito internacional de su ópera prima «Caramel» ha sido debido a una opción personal, la de ser madre, y el hecho de anteponer su vida privada a la pública habla muy a favor suyo. La vuelta a la actividad fílmica, lejos de pillarla desentrenada, llega acompañada de una revitalización, puesto que la idea de su segundo largometraje «Et maintenant, on va où?» nace precisamente de la maternidad.
Las mujeres son las madres de la paz y los hombres los hijos de la guerra, aunque esto podría cambiar en el futuro, siempre y cuando se sepa responder a la pregunta que deja en el aire Labaki con el título de su película. Ellas no utilizan armas de destrucción masiva para convencer al mundo de la necesidad de superar los conflictos, ya sean políticos o religiosos. Las libanesas del medio rural que protagonizan «¿Y ahora adónde vamos?» aparecen en la pantalla con una representatividad universal, evitando las referencias a un pueblo concreto, en una región y un país concretos. Sus curiosos e imaginativos métodos para conseguir alejar a los hombres del campo de batalla podrían ser perfectamente extrapolables a otros lugares, tanto en cuanto emanan de la conocida tragedia clásica de Aristófanes «Lisístrata».
El gran don que posee Nadine Labaki es saber conjugar el drama con el humor, haciendo que formen parte de una misma realidad. En «¿Y ahora adónde vamos?» el todo de comedia coral sirve para mitigar el dolor, con la inclusión de números musicales liberadores que ha compuesto Khaled Mouzanar, compañero sentimental de la cineasta. La canción «Hashishit Albe» es toda una celebración de la vida, a pesar de todos los pesares, porque a nadie le amarga un dulce y menos aún si tiene el hachis como ingrediente secreto. De ahí a las visiones de la Virgen solo hay un paso, porque musulmanes y cristianos han de dejar a un lado la ortodoxia que los divide y compartir una fábula árabe.