La fiesta de los «Koskars» fue todo un éxito, lo que asegura su continuidad en próximos años. Fue una de esas experiencias que invitan a repetirla, y como los que asistimos salimos contentos está claro que habrá más. Las seis horas que duró, de doce de la noche a las seis de la madrugada, se me pasaron volando. Me dio tiempo a beber cava al principio, pasar a la cerveza hacia la mitad y, ya al final, recurrir al vaso de café salvador.

El ambiente fue extraordinario y no decayó en ningún momento, con una divertida mezcla de gentes cinéfilas, mitómanas y apasionadas por la moda. Los comentarios en voz alta de los asistentes, los aplausos, los abucheos, todo servía para hacer más participativo el acto. Seguir la retransmisión de los Óscar en compañía se convierte en un espectáculo mucho más disfrutable de lo que jamás habría imaginado.

Vaya mi enhorabuena a la organización, porque no se les escapó ni un solo detalle: alfombra roja, photocall, concursos, entrega de premios, animación... Dudo que en el Teatro Kodak de Los Ángeles se lo pasaran tan bien como en los cines Príncipe donostiarras. El catering servido por el restaurante del hotel temático sobre cine Astoria 7 puso la guinda a un fiestón, en el que no faltó de nada y se vivió con el mismo entusiasmo en el hall y en la sala de proyección.

Puede que en el futuro a los «Koskars» les salgan imitadores en otros sitios, pero siempre quedarán como los genuinos e inimitables. Sería de desear que sigan conservando el formato original, porque este tipo de eventos cuando crecen o se promocionar a lo grande pierden el encanto inicial. La fecha del 27 de febrero del 2012 quedará como el germen de una nueva manera de asistir al cine.