La recogida y gestión de los residuos es el nuevo «opio del pueblo». Muera el fútbol, vivan las basuras. Mueves una piedra y debajo de ella te salen media docena de expertos. Ya no mola manejar conceptos como «el cuadrado mágico» o «el doble pivote». Ahora, si no empleas con desparpajo la «fracción resto» no eres nadie. «Puerta sí, puerta no, esta me gusta me la como yo», versión libre del mítico Chimo Bayo.

En primer lugar, saquemos esta mierda -nunca mejor dicho- de la pugna entre siglas. Ni todo lo que dicen los unos -sin hache- es la verdad revelada y cincelada en las tablas de la ley, ni todo lo que dicen los otros es una pila de mentiras amontonadas. Y viceversa.

Sentada esta premisa, tratemos de separar el grano de la paja. Desde un punto de vista meramente ecológico, de recuperación de residuos, creo que todo el mundo está de acuerdo en que el sistema puerta a puerta es el que ofrece un mayor porcentaje de éxito. Al menos, no he escuchado a nadie defender que exista otro método que dé mejores resultados.

Luego podemos debatir sobre lo horripilantes que son los arbolitos con los cubos marrones, que lo son, o el coñazo que supone estar sujeto a determinados horarios, que lo es. Hablemos de ello y tratemos de aportar soluciones racionales, reflexionemos sobre si merece la pena hacer ese esfuerzo, pero al margen de declaraciones grandilocuentes en las formas y vacías en el fondo. Lo mismo podríamos decir de cómo producir menos residuos o de qué hacemos con aquello que no se puede reciclar.  

Por supuesto, no tengo en cuenta a quienes se oponen porque es «una imposición» y porque nadie les puede «obligar» a separar sus residuos. Esos son los que realmente nos llevan al pasado, obligándonos a gastar más materias primas, agua o energía de la necesaria. También es una imposición depositar las bolsas dentro del contenedor, no fumar en los espacios públicos, no rebasar determinadas velocidades, no beber alcohol si se va a conducir el coche... Si por ellos fuera arrojaríamos los desperdicios por la ventana, como en la Edad Media.