Nicolas Sarkozy cursó ayer una breve visita a Ipar Euskal Herria, acompañado de un enorme despliegue policial y las protestas de numerosos vecinos de Itsasu, Baiona y de otras localidades, que hicieron llegar al presidente francés su malestar por la política que está desarrollando tanto respecto al proceso abierto en este país como en relación a otras materias sociales y económicas. La jornada no fue agradable para el mandatario galo quien, sin embargo, hizo unas declaraciones de calado que en seguida llamaron la atención de periodistas y políticos, y cuyo eco llegó hasta Madrid, generando titulares en la mayoría de los medios.

El presidente y candidato de la UMP dijo que sería «deseable» el acercamiento de los presos y presas a sus lugares de origen, y consideró también que sus familias no deberían ser castigadas por las condenas que cumplen aquellos. Asimismo, afirmó que sigue con mucho interés la situación política vasca, caracterizada por el histórico anuncio que ETA hizo el 20 de octubre, y respecto a la cual aseguró que su Gabinete mantiene plena sintonía con el que lidera Mariano Rajoy. Las palabras del jefe de Estado francés tienen un peso indudable, aunque está por ver si se convierten en hechos. Desde luego, como máximo mandatario del Estado, nadie está en mejor disposición que él de hacer realidad lo que dice considerar deseable.

Las declaraciones de Sarkozy también sirvieron para que Amaiur emplazara al Gobierno español a que tome nota de ellas y empiece a adoptar medidas que favorezcan un escenario de paz y de soluciones. Ayer mismo, el vicesecretario de Organización del PP, Carlos Floriano, destacó que su partido no se ha movido «ni un ápice» e hizo una defensa numantina de esa actitud inmovilista. Sería deseable que el Ejecutivo de Rajoy escuchara lo que dice su socio y que ambos comenzaran a moverse en la dirección que demanda la sociedad de Euskal Herria. Una sociedad a la que ayer el presidente francés no tuvo más remedio que oír y a la que también deberá atender su homólogo español.