Hasta ahora se creía que las películas biográficas sobre Hitler, Lenin e Hirohito conformaban la trilogía del poder creada por el cineasta ruso Alexander Sokurov, pero él mismo ha decidido ampliarla a tetralogía con un cuarto título dedicado al mito de Fausto. De esta forma quiere ponerlo a la altura de los personajes históricos, para así dotarlo de un cuerpo más real. En los créditos se afirma que se trata de una adaptación de la obra de Goethe, pero también contiene referencias literarias a Thomas Mann, incluso a la película muda de Murnau.

La densidad de esta creación filosófica dividió a la crítica en la Mostra de Venecia, pues la película inglesa «Shame» contaba con más apoyos para ganar el León de Oro, que se llevó finalmente Sokurov. Muchos de los enviados no pudieron opinar al respecto, ya que habían abandonado la proyección ante lo exigente de su contenido. Las reflexiones puestas en voz del actor alemán Johannes Zeiler, muy del gusto del Herzog más hermético, pueden llegar a pesar como una losa.

Es un Fausto no apto para quienes huyan de los personajes complejos, en vista de que su reverso mefistofelico, incorporado por un fantasmal Anton Adasinski, conecta con una atmósfera opresiva relacionada con una Europa de herencia medievalista.