Las encuestas sitúan ya a Sarkozy en cabeza, pero solo en la primera vuelta
Por primera vez, las encuestas auguran un ajustado pero al fin y a la postre triunfo de Nicolas Sarkozy en la primera vuelta de las presidenciales francesas. El inquilino de El Elíseo habría logrado atraer, con sus soflamas contra la inmigración, a votantes ultraderechistas, desanimados además por las dificultades del FN para lograr las firmas necesarias para presentarse. Despejada esta incógnita, lo que está claro es que el presidente francés peleará hasta el final.
GARA | PARÍS
Era la señal que sus partidarios esperaban desesperadamente: el presidente, Nicolas Sarkozy, emerge por primera vez en cabeza en un sondeo para las presidenciales del 22 de abril.
Batido hasta ahora en todos los sondeos, la encuesta realizada por Ipo Fiducial para varios medios le augura un 28,5% de intención de voto en la primera vuelta, frente a un 27% para el candidato del PS François Hollande. Se trata de una tendencia que tiene que ser confirmada en los próximos días pero el inquilino de El Elíseo parece beneficiarse de sus últimos discursos xenófobos y de sus diatribas contra Europa.
Su entorno había pronosticado que esta semana era la «última oportunidad» y que si el presidente francés no despuntaba ahora en los sondeos, las presidenciales estaban perdidas.
«Es un giro (...), pero un giro bastante modesto, porque marca el final de lo que sería una excepción en la historia de la V República, como sería que el presidente saliente fuera vencido en la primera vuelta», recuerda Frédéric Dabi, de Ifop.
No hay que olvidar que aunque Sarkozy aparece en cabeza en la primera vuelta, sería, sin embargo, fácilmente batido en la segunda y definitiva elección por Hollande (54,5% frente a un 45,5%), según el mismo estudio.
No obstante, los partidarios del presidente insisten en que se trata de dos batallas distintas. «Queremos llegar en primer lugar a la primera vuelta, porque eso permitiría generar una dinámica, un efecto sicológico», insiste un responsable del estado mayor de campaña de Sarkozy. «La segunda vuelta será una elección diferente».
En campaña desde el 15 de febrero, el presidente más impopular de la V República contraatacó la semana pasada entonan- do varios «mea culpa» y ofreciendo confidencias personales. Su ofensiva incluyó propuestas para prohibir la inmigración y contra los musulmanes, sin olvidar su promesa de más impuestos a las grandes empresas y sus amenazas de retirada del Espacio Schengen.
La sombra de Gadafi
Coincidiendo con este repunte, nuevas filtraciones de la prensa apuntan a que el desaparecido -linchado- líder libio Muammar al-Gadafi financió la campaña electoral de 2007 de Sarkozy a cambio de la venta de un sistema de espionaje por internet. El diario «Liberation» insiste en la sospecha y asegura que fue el exministro de Interior Brice Hortefeux, uno de los políticos más próximos a Sarkozy, quien aparece identificado como quien habría participado en el montaje de las comisiones ligadas al contrato de la compañía francesa Amesys con el régimen libio, comisiones que habrían acabado en parte, en las cuentas de la campaña electoral.
Tanto Sarkozy como su entorno han calificado de «grotescas» estas acusaciones.
Ira en Estrasburgo
Las diatribas de Sarkozy contra la supuesta falta de control en las fronteras comunitarias -puso como ejemplo la que comparten Grecia y el Estado turco- no ha pasado desapercibida en el Parlamento de Estrasburgo. El jefe de filas de los liberales europeos y primer ministro belga, Guy Verhofstadt, se preguntó ayer irónicamente acerca de «¿quién es el candidato de extrema derecha en Francia, Le Pen o Sarkozy?».
El austríaco Hannes Swoboda, jefe del Grupo Socialista, blandió su pasaporte en el Parlamento de Estrasburgo (ciudad del Estado francés) e ironizó sobre la posibilidad de que los diputados de la UE deban pasar controles aduaneros para llegar.
Según la última encuesta, Sarkozy araña votos a la ultraderecha, mientras Hollande se ve perjudicado por la subida, a su izquierda, de Jean-Luc Mélenchon (10% de intención de voto), candidato del Frente de Izquierda, alianza entre los comunistas y exmiembros del PS. El centrista François Bayrou llega al 13% en intención de voto.
Nathalie Arthaud y Philippe Poutou, dos candidatos trotskistas desconocidos, han conseguido las firmas necesarias para presentarse y suplirán a Arlette Laguiller (Lucha Obrera) y a Olivier Besancenot (Nuevo Partido Anticapitalista). Ambos desconfían de Mélenchon y le acusan de regalar sus votos a Hollande para la segunda vuelta.
La líder del Frente Nacional, Marine Le Pen, anunció ayer que tiene los 500 avales necesarios para presentarse a las elecciones presidenciales de abril-mayo próximos, en las que aspira a ser «la candidata de los franceses frente al poder financiero».
Le Pen había advertido de que tenía dificultades para conseguir antes del viernes el medio millar de firmas del total de 38.000 funcionarios electos -parlamentarios, alcaldes, consejeros de departamento- necesarios para presentar candidatura. La candidata del FN criticó el sistema de apadrinamientos vigente en el Estado francés para la presentación de candidaturas que, aseguró, a punto habría estado de dejarle fuera de la campaña pese a que los sondeos le otorgan una intención de voto de en torno al 16%.
La hija del fundador del partido, Jean-Marie Le Pen, ha conseguido imbricar al FN en el contexto de los partidos de la nueva derecha extrema populista en Europa. Bien es cierto que, pese a que al contrario que el FPÖ austríaco, el PVV holandés o la UDC suiza nunca ha tocado poder, el FN tiene a su favor una larga trayectoria histórica. El padre de Marine Le Pen pasó a segunda vuelta en las presidenciales de 2002, por delante del candidato del PS, Lionel Jospin.
Comparte con ellos la misma temática, el etnocentrismo, el odio a la inmigración, el alineamiento con los actuales estados-nación y la desconfianza con la construcción europea. Razones históricas explican la animadversión de la derecha homologada y gaullista respecto a la extrema derecha. Lo que no impide que solapen sus mensajes. GARA