La escritora leridana Teresa Pàmies, gran cronista de la Guerra Civil y sobre todo del exilio catalán, con obras como «Quan érem capitans» (1974), «Va ploure tot el dia» (1974) y «Gent del meu exili» (1975), falleció ayer en Granada a los 92 años.

El galardón más importante que recibió fue el Premi d'Honor de les Lletres Catalanes (2001), máxima distinción de las letras en lengua catalana que sólo una mujer (Mercè Rodoreda) también ha recibido en los 38 años que hace que se entrega. Además, en 1984 Pàmies recibió la Creu de Sant Jordi de la Generalitat de Catalunya.

De formación autodidacta, Pàmies empezó a escribir casi por casualidad, ya que sus compromisos políticos lo requirieron: siendo miembro de las Juventudes del PSUC y con todos los chicos en el frente, ellas les relevaron en la redacción de la revista del partido.

Periplo en el exilio

Sus ideales comunistas la llevaron a vivir de 1939 a 1971 en el exilio y a perder el contacto con su madre y hermanos, a los que nunca volvió a ver. Tras un tiempo en el Estado francés, donde estuvo en un campo de concentración y ayudando a la resistencia durante la II Guerra Mundial, se exilió en varios países de América Latina.

Estudió periodismo en México, donde vivió ocho años, y de vuelta a Europa trabajó en Praga como editora de Radio Praga. Cuando por fin volvió a Catalunya, se dio a conocer con «Testament a Praga», escrito junto a su padre, el dirigente marxista Tomàs Pàmies.

Pàmies se inspiró en sus experiencias personales para crear una obra de prosa llana, a menudo coloquial, y muy clara, como «Amor clandestí» (1976-1998), donde evoca la relación clandestina con su pareja Gregorio López-Raimundo, militante antifranquista que vive bajo una identidad falsa.

Fruto de esta relación nació el también escritor Sergi Pàmies.