Los talibanes inician su venganza atacando una comitiva de alto nivel
Los talibanes atacaron ayer en Kandahar a una comitiva afgana de alto nivel enviada por el presidente afgano, Hamid Karzai, que visitaba el lugar de la última matanza cometida por las tropas de ocupación en el país, donde cientos de estudiantes se manifestaron para pedir que el autor o autores de la masacre sea entregado a la Justicia afgana. Mientras los incidentes «aislados» de las tropas estadounidenses se acumulan, cobran fuerza los llamamientos a la negociación.
GARA | KABUL
Una delegación afgana de alto nivel ha sido el primer objetivo de los talibanes en su prometida venganza por la muerte, el domingo en Kandahar, de 16 civiles, la mayoría niños, mujeres y ancianos, a manos de uno o varios soldados estadounidenses que, según líderes tribales y aldeanos locales, fue una represalia de los militares. El ataque, que no fue reivindicado pero Kabul atribuyó a la insurgencia talibán, se saldó con un policía muerto y dos agentes y un civil heridos. Su portavoz, Zabihulah Mujahid, amenazó ayer con «decapitar» a los soldados de EEUU.
La comitiva, integrada, entre otros, por dos hermanos de Hamid Karzai y el gobernador provincial, fue enviada por el presidente a la zona de Zang Abad, en el distrito de Panjwayi, donde ocurrió la matanza, para investigar lo sucedido.
La OTAN dijo que la masacre fue cometida por un militar de EEUU que sufrió una crisis nerviosa, una versión cuestionada por líderes tribales y vecinos de la zona, que insisten en que los soldados buscaban venganza por un ataque anterior y habían advertido de que tomarían represalias contra mujeres y niños. Los aldeanos amenazaron con una «rebelión nacional» si se produce otro incidente armado contra civiles en Kandahar.
La masacre de Panjwayi ha incrementando el clima antiestadounidense en Afganistán, que ya se había visto avivado tras la quema, «por error», de dos ejemplares del Corán por parte de soldados de EEUU de la base de Bagram. Ayer, cientos de estudiantes se manifestaron en diversas localidades afganas, entre ellas Kandahar y Jalalabad, coreando consignas contra el presidente estadounidense, Barack Obama, y pidiendo que el autor o autores de la última matanza sea juzgado por tribunales afganos. «La jihad (guerra santa) es la única manera de sacar a los invasores estadounidenses de Afganistán», rezaban algunas pancartas.
Pero Washington tiene claro que será la Justicia militar de su país la que procese a los responsables. Ayer Obama, quien descartó un cambio en su estrategia bélica en Afganistán, asegu- ró que su Gobierno investigará «hasta las últimas consecuencias» lo sucedido al considerar a las víctimas «sus propios ciudadanos o sus hijos». Su secretario de Defensa, Leon Panetta, señaló que el autor de la masacre se enfrenta a la pena de muerte si es hallado culpable, lo que sería una auténtica sorpresa.
Mientras tanto, los analistas insistían en que la única salida viable al conflicto radica en la negociación, ya que la reconciliación entre los afganos y las conversaciones con los estadounidenses, como las que parece que se están llevando a cabo con los talibanes en Qatar, «son la única opción posible, ya que la estrategia militar sin componentes políticos es inútil», advirtió Yusuf Moeed, experto regional en el Instituto por la Paz de EEUU (USIP), quien agregó que pese a las llamadas a la venganza los talibanes tienen interés en negociar, lo que les daría cierta «legitimidad política para que nadie pueda decirles que no han dado una oportunidad» a buscar una salida al conflicto.
Bombardeos sobre civiles, militares de la OTAN muertos por soldados afganos, la quema del Corán, imágenes de marines orinando sobre cadáveres y ahora esta matanza. Los «incidentes aislados», según la terminología de EEUU, se acumulan y el creciente resentimiento de los afganos hará fracasar la estrategia de la Casa Blanca.
El secretario estadounidense de Defensa, Leon Panetta, afirmó ayer que el autor de la última matanza, un único soldado según EEUU y la OTAN, se enfrenta a la pena de muerte si es hallado culpable.
Los expertos insisten en que la única salida al conflicto en Afganistán es la negociación, ya que la estrategia militar, sin componentes políticos, es una fórmula «inútil».