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Iratxe FRESNEDA | Periodista y profesora de Comunicación Audiovisual

Redención


Aveces nuestros caminos se cruzan y, el azar, una puerta abierta, pueden alterar el devenir de nuestra existencia, cambiar nuestro rumbo. Deudora de la identidad visual que habita en el mejor cine de Ken Loach, «Tyrannosaur» (aquí «Redención») traspasa el imaginario vital del británico Paddy Considinne para regalarnos un debut que esperamos marque una trayectoria a su altura. La historia, ubicada en las escombreras de una ciudad cualquiera de Inglaterra, bucea en las basuras de los habitantes de un barrio en el que hay pocas alternativas a las páginas de sucesos. Todo parece desolador y desierto de esperanza para los que en él habitan. Entre esas historias de vida, dos se encuentran; la de una mujer maltratada y la de un hombre al que el desequilibrio emocional está arrastrando hacia su averno interior. Juntos (cómo si no) emprenderán un viaje hacia el cambio, hacia la acción, movidos por el deseo de cicatrizar heridas. Realizada con maestría, en «Redención» Olivia Colman (Hannah) y Peter Mullan (Joseph) rozan la perfección interpretativa acercándonos a la historia de dos almas atormentadas buscando una salida a su aflicción vital. El de Staffordshire pone el dedo en la llaga al ahondar mediante los ecos del drama social en un tema tan relevante y doloroso como es el de la violencia machista. Su película envía un mensaje cristalino a las mujeres que están siendo maltratadas: autodefensa, la redención ya llegará. A través de una puesta en escena en la que el verismo de los personajes traspasa la pantalla, la cinta muestra verdades sin maquillaje, elegantemente filmadas, que hacen que la película de Paddy Considinne conquiste el territorio de la emoción, ese tan desierto en tiempos mediocres.

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