Situación de los medios de comunicación en Euskal Herria
La concesión de licencias de radio, a debate
Hace dos semanas, los Gobiernos de Nafarroa y Lakua hicieron públicas las bases de sendos concursos públicos para la concesión de, respectivamente, 44 y 34 licencias de FM. La opinión generalizada es que, lejos de alterar el panorama actual, los concursos seguirán favoreciendo a grandes grupos empresariales madrileños.
Alvaro HILARIO
A nadie se le escapa la importancia que para la vertebración de un país tiene su sistema comunicativo audiovisual. La generación de opinión pública y la creación cultural, por ejemplo, descansan en gran parte sobre este. Tampoco podemos olvidar la función que, en el caso de Euskal Herria, tienen los medios de comunicación para la normalización del euskara.
Siendo la radio parte de dicho sistema, no es de extrañar la expectación que han despertado los concursos públicos promovidos por los Gobiernos de Lakua y Nafarroa para la concesión de 78 licencias de radio para emitir en FM. Once de la CAV son para emitir en euskara. Las últimas licencias se otorgaron en 1989 (CAV) y 1999 (Nafarroa).
La fragmentación institucional de Euskal Herria y la inexistencia de instituciones nacionales propias hacen imposible hablar de una única realidad en los medios vascos, situación a la que la radio no es ajena. De hecho, la capacidad de organizar el espectro radiofónico vasco reside legal y prácticamente en los Gobiernos de París y Madrid, siempre suspicaces ante todo lo que suponga ceder una soberanía que, piensan, es suya.
En 1979, ve la luz el Plan Técnico Transitorio de Ondas Medias con modulación de frecuencias (sustituido por otro nuevo en 1989) que cede a las comunidades autónomas la concesión de licencias de FM, labor luego regulada por los estatutos de autonomía y las leyes o decretos que emanan de los mismos. En nuestro caso, y ante la inexistencia de una Ley Vasca de Comunicación Audiovisual, todo el proceso funciona en base a decretos. Quedarán fuera de este mecanismo la onda media (competencia de Madrid) y las llamadas «concesiones históricas» (radios que ya existían con anterioridad a la promulgación del Estatuto de Gernika de 1979 y el Amejoramiento de 1982) donde se ubican RNE, SER y COPE. Hoy en día, son estas y las dependientes de EITB las que emiten en onda media.
Concursos públicos
Por medio de los Planes Técnicos, el estado cede un determinado número de frecuencias de FM a cada comunidad autónoma. En el caso vasco, esas frecuencias (una vez las comunidades han reservado un cupo determinado para la radiodifusión pública, como la radio televisión pública vasca) se distribuyen en base a concursos públicos. En estos se valora la programación propuesta, los medios técnicos y financieros de los solicitantes y la presencia del euskara. Los grandes grupos empresariales de la comunicación españoles y vascos, la Iglesia católica y asociaciones sin ánimo de lucro (donde se ubican las más de las veces las radios libres o comunitarias) han sido quienes han solicitado las licencias, siendo los dos primeros grupos los beneficiados y excluidas las últimas (con criterios, como veremos, muy discutibles). A diferencia de otros estados europeos, no hay ninguna cuota dedicada a las radios comunitarias que, por lo tanto, deben competir en este rubro de licencias para radios comerciales.
Aunque dos de los criterios para la concesión de licencias eran favorecer la radio de proximidad y facilitar la aparición de nuevos grupos comunicativos, desde los primeros 80 hasta las últimas adjudicaciones navarras de 2006, el reparto siempre ha sonreído a cadenas ya existentes, como la SER y la COPE. Las pocas licencias que fueron a emisoras pequeñas fueron pasando a manos de las grandes cadenas mediante cesiones, fusiones y asociaciones. Es el caso de, por ejemplo, Laudio, Gernika y Bermeo, cuyas emisoras acabaron asociándose a la SER. Otras, como las licencias obtenidas por «El Correo» en 1987, han tenido una azarosa vida que les ha llevado de ser postes reemisores de la extinta Antena 3 a constituirse, hoy en día, como Punto Radio Euskadi, desligada ya de ABC Punto Radio.
Se asienta así uno de los principales rasgos del sector radiofónico privado de Hego Euskal Herria: la concentración de emisoras y frecuencias en tres grupos empresariales con sede en Madrid (SER, COPE y Onda Cero), acompañados por grupos menores a nivel estatal pero con fuerte presencia en nuestro país: el ya señalado El Correo-Vocento; la entonces editora de «Deia», Iparragirre S.A., y los grupos ligados a los Jesuitas y las Diócesis de Bizkaia y Gipuzkoa (Radio Popular-Herri Irratia.).
En el año 2002, el Estado echa una llave más arrebatando a las autonomías el derecho a renovar esas concesiones cada cinco años y prorrogándolas automáticamente por diez. Además de proteger el entramado mediático-empresarial, imposibilitaron la actualización y mejora de los servicios.
En estos momentos Uniprex (grupo PRISA) gestiona la SER, M80, Los 40 y Cadena Dial. Onda Cero, propiedad de Planeta, está ligada a Europa FM y Kiss FM. Uniendo a la COPE tienen el 78% de la audiencia, cerca de 1 millón de personas.
Convocatoria actual
Los criterios empleados para la concesión de licencias son muy discutibles. En la convocatoria de Nafarroa, el apartado «Generación de economía», donde se incluyen los presupuestos y solvencia financiera del solicitante, puntúa 30 sobre 100. En la CAV, su equivalente, la «Propuesta económica», es, con 50 puntos, el 25% del total de puntos. Añadimos otros 50 de «Propuesta tecnológica» y 20 de «Adecuación e innovación técnica» y ya tenemos el desglose de las ventajas técnicas y financieras con las que parten los medios establecidos en todos los concursos.
El resto de los puntos se reparten con criterios subjetivos y exigencias que jamás se cumplen. Para muestra, un botón. Euskalerria Irratia nació en Iruñea hace 25 años. Desde entonces emite desde el limbo de la alegalidad. No tener licencia supone no tener acceso a subvenciones ni ingresos por publicidad institucional. También acarrea el poder ser víctima de cualquier arbitrariedad legal (multas o cierres, por ejemplo). En 1990 se les negó licencia. Ocho años después, las licencias fueron a parar a la Universidad de Navarra, del Opus, y a Net 21.
Tras anular los tribunales ambas concesiones, en el 2006 las dos licencias fueron a parar a las mismas manos. No fue obstáculo que Net 21 hubiera desaparecido por problemas económicos. Hoy, Radio Marca emite por esa frecuencia.
La licencia de la Universidad de Navarra nos lleva a la arbitrariedad: los apartados de «Oferta radiofónica» (Nafarroa) y «Propuesta de programación» dan 50 puntos en ambas comunidades; esto es, la mitad en Nafarroa. Este apartado del baremo está destinado a enriquecer la programación y la pluralidad; está destinado a promover la cultura y empleo propios mediante la producción propia de programas, la inserción de contenidos locales y la utilización del euskara. La parrilla de la emisora del Opus está ocupada en un 81% por la música, incumpliendo el anunciado 70% de programación por, para y desde Nafarroa y las cuotas de emisión en euskara, que llegaron a fijar en el 20%.
Al carecer de leyes de comunicación audiovisual propias, no existe ente regulador alguno del medio que pueda perseguir estas irregularidades. Se puede decir cualquier cosa y no cumplir. El resultado es una programación desequilibrada en géneros, formatos y contenidos (magazines, radiofórmulas). Y un idioma único: el castellano.
La oferta de radios comerciales en euskara se reduce a Bizkaia Irratia, Arrate Irratia y Segura Irratia; el 3% del sector. Esa doble condición les hace tener una precaria viabilidad económica. El euskara tiene su máxima expresión en el sector público: Euskadi Irratia con sus 125.000 oyentes y Gaztea, que roza los 130.000.
Otros complementos a las ondas euskaldunes vienen desde el esfuerzo, compromiso y la alegalidad de las radios libres y comunitarias. Euskalerria Irratia, Hala Bedi, Tas Tas y una veintena más, como mínimo. Funcionan a nivel local, regional y siempre que la realidad sociolingüística lo permite emiten en euskara por entero. Ahí está la apuesta de Hala Bedi, que competirá por dos licencias: una para construir una radio euskaldun para toda Araba. Estas radios acostumbran a funcionar en red para optimizar medios, como Arrosa o Nafarroako Irrati Euskaldunen Sarea (NIES). Algunas funcionan desde la legalidad de ser emisoras municipales, una opción que no tuvo éxito por diferentes razones económicas y políticas.
Esta por ver si, a falta de soberanía comunicativa, en esta ocasión se invertirá la dirección de todas las concesiones anteriores.
En Ipar Euskal Herria nos encontramos con la mitad del dial, especialmente en las frecuencias de la costa, ocupado por radios de Hego Euskal Herria y Estado español. El resto cobija a Radio France Pays Basque (emite un informativo diario en euskara) y las comerciales francesas.
La gran diferencia viene marcada por las radios comunitarias, legales en el Estado francés. Son diez las que emiten con licencia. Cuatro de ellas (Irulegi Irratia, Xiberuko Botza, Gure Irratia y Antxeta Irratia, agrupadas en Euskal Irratiak) lo hacen solo en euskara. También en euskara trabaja Lapurdi Irratia, ligada a la Iglesia católica. De matriz religiosa, pero utilizando el francés en exclusiva, es la protestante Bonne Parole. Todas tienen una licencia renovable cada cinco años. Info7, trilingüe, la ha solicitado tres veces y en todas le ha sido denegada.
Estas radios comunitarias tienen parte de financiación pública a través de una tasa sobre la publicidad emitida en las comerciales. Cada emisora en funcionamiento recibe una media de 40.000 euros al año. Por emitir en euskara, Euskal Irratiak también recide ayuda de Euskararen Erakunde Publikoa. Esta red euskaldun tiene, en su conjunto, una audiencia diaria de 55.000 personas. A. H.