Kike DE PABLO Alpinista

Hay otros mundos, pero están en este», decía el poeta dadaísta-surrealista-comunista francés Paul Eluard. Vivimos a veces en mundos paralelos que difícilmente tienen contactos entre sí. Un escalador británico se escandaliza al encontrar a un joven arrancando a martillazos trozos de roca del inicio de una vía en Hay Tor, en Dartmoor. El joven se extraña y reivindica su derecho como estudiante de Geología a tomar muestras. Universos extraños e incomprensibles para el otro.

El sargento estadounidense Robert Bales sale decidido de su base en Kandahar y mata a 16 afganos que están durmiendo tranquilamente en sus casas, mientras en el valle de Bamiyan -bajo el atento rostro destrozado de los grandes Budas, rodeados de montañas de hasta 5000 metros- se desarrolla a principios de marzo la segunda edición del «Afgan Ski Challenge», carrera de ski-alpinismo organizada por suizos y unos pocos afganos «apasionados por el ski». Participan un francés, dos suizos, un americano, y un inglés, más una decena de afganos. Solo falta el español del chiste.

Esto de la montaña puede llegar a ser también una religión, más bien laica. Aunque empiezo a sospechar que el problema mayor de las religiones no es la absurda discusión sobre la existencia de un Dios, sino la existencia de sacerdotes, gurús e intérpretes de la «voluntad divina». Acabo de leer que en el idioma acadio de la antigua Mesopotamia, en el segundo milenio BD, la palabra para designar «sacerdote» significaba encantador de serpientes. Pura política.