El triunfo en el Ciutat de Valencia tiene que ser el punto de inflexión para que el equipo transmita que cree en sus posiblidades. Después de varias temporadas de postrero sufrimiento, bien le va a venir a la afición soñar en las ocho jornadas que restan con un premio más goloso que el de la permanencia, que ya de por sí es suficiente mérito con la escasez presupuestaria del club, las numerosas lesiones y la inclusión de jóvenes valores.

Este práctico y eficaz Osasuna puede ser capaz de cualquier cosa en esta mini liga de poco más de mes y medio, con un inminente compromiso casero -el más esperado del año- que incluso podría convertirle en juez de la Liga. Sin presión, sin apuros, con la tranquilidad de los deberes hechos, la escuadra navarra solo debe centrarse en apretar los dientes para un último esfuerzo con el que agradar a su parroquia. Si los rojillos mantienen su solidez en El Sadar y la rocosidad que le ha hecho perder únicamente seis partidos, tendrán muchas opciones de entrar en el club de los elegidos y calificar la temporada de brillante.