Fede de los Ríos
Aplausos
Ha dicho Cospedal, que ahora, después de una huelga general por los recortes de los cada vez más desposeídos y una amnistía fiscal para los cada vez más poseedores: «España ya es un país fiable»
No pedíais amnistía? Pues ahí la tenéis. La fiscal, por supuesto. No podrán acusar al gobierno del Partido Popular de hacer oídos sordos a las demandas populares. Subida general de impuestos a los que cobran un salario y amnistía para el que sus ganancias no se ven reflejadas en una nómina. Todo el dinero negro, en b como lo llaman los patronos y sus banqueros o fruto del robo y del fraude fiscal que dicen los más tiquismiquis, podrá así aflorar sin problema. Es de justicia que si se suben los impuestos a unos se los bajen a otros. Se llama equilibrio social. Es por el bien de España que no es otro que el de quienes crean riqueza y puestos de trabajo, los empresarios (emprendedores los llama Mariano).
Habrá quien argumente que para los que tienen el poder de poder violar las normas fiscales, la amnistía del Gobierno del PP, además de liberarles de responder por sus responsabilidades penales derivadas del fraude, será un acicate para, en un futuro próximo, volver sustraer el dinero que debiera parar en el fisco. Pues, al parecer, quien así razona yerra el juicio.
Ha dicho la Cospedal, (Rajoy está ausente), que ahora, después de una huelga general por los recortes sociales de los cada vez más desposeídos y una amnistía fiscal para los cada vez más poseedores: «España ya es un país fiable», no porque vuelvan a retornar las facilidades para el crédito sino porque, «los mercados y los socios europeos han empezado a aplaudir» ¿Qué son «los mercados» y «los socios»? La misma palabra lo dice: los poseedores de mercancías y los pertenecientes a sociedades anónimas. Aplauden.
Cada vez que un trabajador es despedido con una indemnización reducida, los mercados y socios aplauden; cuando a un parado improductivo se le recorta el subsidio, ellos aplauden; si a un improductivo jubilado incapaz de valerse por sí mismo se le recorta la ayuda asistencial, aplauden. Aplauden a rabiar por el aumento de la denominada movilidad, por la cual un trabajador molesto podrá ser destinado a donde Cristo no dio las tres voces a realizar las tareas que le venga bien al patrón. Rompen a aplaudir con la prolongación de la jornada y de la vida laboral. Ovación cerrada por los EREs sin control y la inutilidad de los convenios. Dan palmas y taconean por la inseguridad y el miedo metidos en los cuerpos de quienes tienen que vender su fuerza de trabajo al no poseer más capital que sus manos o sus maltratados cerebros y una vida hipotecada y en precario.
Barcina, al servicio de los mercados y anónimas sociedades dice que la huelga es política y dice bien. Lo que no es ella. Su morroi, el inefable Roberto Jiménez cuyo objetivo es «ser califa en lugar del califa» habla de actos violentos durante la huelga por defender los derechos sociales. No los apaleamientos de las bestias de uniforme y las amenazas de despido por secundarla sino por la rotura de cristales y la coacción de algunos piquetes.
De pequeño vi escrito en un muro: «Mata un rico. Aunque tú no sepas porqué, él sí lo sabe». Me ha costado años entenderlo.