Dice la tradición que el ganador del Memorial Valenciaga tiene abonado buena parte del terreno hacia el profesionalismo. El sueño de todos los corredores que salieron de Eibar a primera hora de la mañana pero, posiblemente, de manera más especial para el primero que regresó al punto de partida.

Y es que nada se desea más que lo que se conoce, más aún si el primer contacto ha sido efímero. Como el de Eduard Prades (Mopesa) con el profesionalismo, al que llegó hace tres años de la mano del Andorra-Grandvalira. Una temporada después, la escuadra desaparecía y el corredor tarraconense tenía que recalificarse. Empeñado en regresar a la elite, el corredor catalán ha engordado su palmarés con victorias de prestigio. El Gran Premio Macario, con el maillot de Azysa, nada más volver a descender de peldaño; Aiztondo y Legazpia la temporada pasada, ya en las filas del Mopesa; y, desde ayer, a cinco meses de cumplir los 25 años, el Valenciaga. Con recompensa añadida, porque la victoria en la carrera eibarresa le permite hacerse con el liderato de la Copa de España, su gran objetivo de la temporada, después de que la pasada campaña acabara en el tercer escalón del podio.

Cierto es que el infortunio acompañó al que estaba siendo su principal rival. Rubén Fernández (Caja Rural), líder desde la primera prueba, se vio involucrado en dos caídas. La primera, sin consecuencias, nada más tomar la salida; la segunda, definitiva, en el descenso de Ixua. El corredor murciano ni siquiera pudo acabar la carrera y, peor aún, es probable que sufra una fractura en el brazo.

Pero la desventura de Fernández no resta méritos a la actuación de Prades, que hizo buena otra tradición eibarresa. Eligió el momento perfecto para disparar y, con una puntería indiscutible, dio de lleno en la diana. Que también tiró de historia en la jornada de ayer, situándose junto a la centenaria Escuela Armería. Aunque, paradójicamente, eso supuso a su vez una excepción a la costumbre de los últimos años. Y una última dificultad, una línea de meta en ascenso que, visto el espectáculo, bien podría convertirse en norma de aquí en adelante.

Antes de exprimirse en esos últimos 300 metros, Prades, como el resto del pelotón, había tenido que superar 164 kilómetros, que incluían la ascensión a seis puertos. Tuvieron, en su primera parte, a un cuarteto de corredores como protagonistas. Beñat Txoperena (Bidelan), Jonathan López (KTM), Rodrigo Araque (León) y Manuel Jiménez (León) se marcharon a las primeras de cambio y marcaron el ritmo de carrera prácticamente hasta Elgeta. Todavía allí coronó en solitario el ciclista navarro, pero la carrera entraba en su fase definitiva y, con los Caja Rural tirando del pelotón principal, hubo reagrupamiento para dar paso a la pelea de gallos.

Contrarreloj

Arrancó donde suele, en la ascensión a Ixua. Allí se marcharon David Martínez (Mutua Levante), Alexei Rybalkin (Lokomotiv) y Eduard Prades (Mopesa), que no tardó en revelarse como el más fuerte. Pasó en solitario bajo la pancarta del puerto, con medio minuto de ventaja sobre el grupo de Rubén Fernández. Ventaja que, quizá, no habría sido suficiente si al líder de Caja Rural le hubiera acompañado la fortuna en el descenso. Pero cayó y se vio forzado a abandonar.

Tampoco habría tenido fácil, de todos modos, atrapar al tarraconense, que protagonizó una contrarreloj magnífica en los treinta últimos kilómetros. Coronó San Migel con poco más de un minuto, mientras por detrás no acababa de organizarse la caza. Sí lo hicieron los compañeros de Prades, que colaron a Airán Fernández en el grupo perseguidor. Jugada perfecta para Mopesa porque Prades mantuvo su ventaja hasta la línea de meta y su compañero pudo sprintar en la última rampa a Borja Abasolo, primer euskaldun en pasar bajo la pancarta, para firmar el magnífico doblete de su equipo.