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La bandera negra de la yihad ondea en Tombuctú, «la perla del desierto»

Un independentista converso al yihadismo y aliado a Al Qaeda ha aprovechado la ofensiva del movimiento tuareg para liberar el vasto enclave de Azawad para hacerse con el control de Tombuctú, mítica ciudad en la ruta del desierto y que guarda incalculables tesoros artísticos y religiosos. La UNESCO ha aireado el fantasma de la destrucción de los Buda de Bamyan. De momento, los yihadistas lanzan mensajes de tranquilidad alternados con víveres a la población.

Serge DANIEL (AFP) | BAMAKO

Hace tres meses, el rockstar Bono, de U2, ofreció aquí un concierto en el Festival del Desierto para occidentales millonarios. Hoy, la bandera negra de los yihadistas ondea en Tombuctú, históricamente uno de los centros intelectuales del islam.

«Tombuctú ha pasado su primera noche bajo la sharia (ley islámica). Todo está en calma», narraba un funcionario local, Salou Thiam, a AFP por teléfono.

Fuentes concordantes confirman que el grupo islamista tuareg Ansar Dine y elementos de Al Qaeda del Magreb (AQMI) tomaron el lunes el control de la «ciudad de los 333 santos», en las puertas del Sahara y conocida como «la perla del desierto».

La ciudad, que actualmente cuenta con escasos 30.000 habitantes y que está situada a 800 kilómetros al nordeste de la capital de Mali, Bamako, fue tomada al asalto el domingo por las milicias tuareg, lideradas por el laico Movimiento Nacional de Liberación de Azawad (MNLA). Horas más tarde, los hombres de Ansar Dine, liderados por su jefe, el tuareg Iyad Ag Ghaly, expulsaron al MLNA para imponer su propia ley islámica, con su milicia reforzada con somalíes, nigerianos y tunecinos.

Otrora comandante independentista tuareg, Iyad defiende actualmente la implantación de la sharia en Mali. Sus hombres, llegados en medio centenar de todoterrenos, fueron filmados por el cámara Mussa Haidara a su entrada en la ciudad.

Testigos aseguran que Iyad entró en la ciudad acompañado por líderes históricos del AQMI como el argelino Mojtar Belmojtar, conocido con el sobrenombre de «el Tuerto» y por Yahya Abu al-Hammam y Abou Zeid.

Una pica en el Sahel

Fundada entre el siglo XI y XII, Tombuctú se convierte en la primera ciudad de importancia del Sahel en caer en manos del movimiento yihadista. Cierto es que pese a que fue declarada patrimonio mundial por la UNESCO en 1988, su potencial turístico había resultado afectado desde que muchas cancillerías occidentales desaconsejaron visitarla por ser «de alto riesgo».

Perdida en la mitad de las dunas, en los siglos XV y XVI de la era cristiana fue una ciudad floreciente que acogía a 25.000 estudiantes y 180 escuelas coránicas. Entre sus monumentos destacan tres grandes y antiquísimas mezquitas. Tombuctú fue asimismo un cruce comercial estratégico de intercambio entre el desierto, la sabana y la selva. Los cargamentos de sal, especias, seda y cobre llegaban del Magreb y del sur alfuían piraguas cargadas de nueces, oro, marfil y esclavos. Sus pórticos ricamente ornamentados, sus casas y su arquitectura de estilo sudanés testimonian un rico pasado. Sin olvidar sus decenas de miles de manuscritos, algunos de ellos datados en el siglo XI. La UNESCO y organizaciones como el Instituto Fundamental del África Negra han alertado del riesgo de que Tombuctú tenga el mismo destino que los Budas de Bamyan en Afganistán en 2001 a manos de los talibán. Por de pronto, los yihadistas han lanzado una operación contra el pillaje y se han limitado a organizar rezos y reuniones con los notables de la ciudad.

Sobre los manuscritos, los expertos confiaban en que el hecho de que estén guardados en casas privadas (de notables) dificulten su destrucción. Para los tuareg son un tesoro, por lo que su destrucción dejaría sin apoyo local a los yihadistas.

Los malienses denuncian que la CEDEAO les lleva «al matadero»

Al anunciar sanciones económicas y financieras para forzar a los golpistas a dejar el poder en Bamako, los dirigentes de África Occidental (CEDEAO) «nos llevan al matadero», denuncia Boh Diallo, actor y animador de televisión, quien insiste en que «esas medidas no buscan acabar con la Junta Militar sino matarnos a los malienses». Cheick Umar Sissoko, cineasta y ex ministro del derrocado presidente Touré y hoy uno de sus más acérrimos opositores, coincide en calificar de «indecente que con la que está cayendo nos hablen de respeto a la Constitución cuando se olvidan de lo esencial. Estamos a las puertas de una tragedia y hablan de salvar a un solo hombre», señala, sobre Touré.

Siasa Diakité, sindicalista y contrario al golpe, tilda la decisión de la CEDEAO de inoportuna, «porque hará sufrir a las poblaciones malienses». Maretou Diaby, vendedora ambulante de tchôkon (guisantes dulces) se queja de que «todos esos de arriba nunca piensan en nosotros». Desde la asonada militar, su crítica situación se ha agudizado. Mientras las gasolineras de Bamako estaban atestadas, París confirmaba movimientos rebeldes en torno a Mopti, ciudad a medio camino entre Tombuctú y la capital de Mali. «No creo que el Ejército maliense pudiera frenar el avance rebelde».

Los jefes militares de la CEDEAO se reunirán mañana en Abidjan (Costa de Marfil). Los golpistas anunciaron que el derrocdo Touré será juzgado por alta traición y una delegación de la junta militar fue recibida en Abuja (Nigeria). Coumba SYLLA (AFP)

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