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Misión humanitaria en Colombia

Santos quiere cerrar puertas a las expectativas abiertas en la sociedad

La liberación unilateral de los últimos uniformados en poder de las FARC podría marcar el principio de una nueva era, la del diálogo político que ponga fin al conflicto armado en Colombia, aunque su presidente sigue desoyendo los llamamientos de su sociedad civil y cerrando la puerta a la negociación. Exige nuevos pasos a la guerrilla, ahora puesta en libertad de los civiles retenidos.

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GARA | BOGOTÁ

Si para la sociedad civil colombiana la liberación unilateral de los diez últimos policías y militares retenidos por las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) podía suponer el fin de un ciclo y el inicio de una nueva era, tal y como destacó la exsenadora y defensora de los derechos humanos Piedad Córdoba, el presidente colombiano, Juan Manuel Santos, se apresuró a rebajar las expectativas al considerar «insuficiente» el paso dado por la guerrilla, reafirmarse en su actual estrategia para hacer frente a las organizaciones armadas y descartar la apertura de un proceso de diálogo que pueda desembocar en una paz justa y duradera, como reclaman las FARC.

En una nueva comparecencia , Córdoba anunció que las FARC enviarán próximamente un mensaje a Santos para proponerle nuevamente la posibilidad de buscar una salida negociada al conflicto armado. Dijo conocer parte del contenido del mensaje, del que destacó que «insiste en la vía del diálogo y la negociación política» y reitera «la voluntad de sacar de la confrontación armada el secuestro con fines extorsivos».

Para buena parte de la sociedad colombiana, estas liberaciones y el anuncio realizado en febrero por las FARC de poner fin a la práctica del secuestro con fines económicos son importantes pasos en esa dirección. «Ya cerramos un ciclo, pero empezamos otro», señaló Córdoba al término de la misión humanitaria en la que la organización que lidera, Colombianos y Colombianas por la Paz (CCP), ha jugado un papel muy importante junto a la Cruz Roja Internacional y a las presidencias de Brasil, Venezuela, Ecuador, Bolivia y Argentina.

Ya en la rueda de prensa que ofreció el lunes por la noche para dar detalles de la liberación de los diez uniformados, a los que la guerrilla pretendía canjear por guerrilleros presos, Córdoba aseguró que insistirá en hacer entender la importancia de buscar una salida política y no militar al conflicto armado e invitó al país a movilizarse y trabajar por el respecto a los derechos humanos, porque «la guerra es una vergüenza para este país».

Subrayó que no hay otra forma de lograr la paz que el diálogo, una vía que rechaza Santos, quien el mismo lunes agradeció las ofertas de gobiernos y personalidades para contribuir a la paz, pero afirmó que esta es un asunto de Colombia. Al respecto, y pese a la intensificación de los llamamientos dentro y fuera del país a buscar una solución política, insistió en que en el momento en que el Gobierno crea que existen las condiciones y garantías para que se inicie un proceso de resolución del conflicto, el país lo sabrá, informó Prensa Latina. Mientras, su estrategia seguirá siendo la de combatir militarmente a las guerrillas.

Córdoba incidió en que lo sucedido el lunes es «un hecho de paz de las FARC». Dijo estar segura de que se podría haber conseguido «mucho antes, si se hubiera querido», que la guerrilla liberara a todos los uniformados que mantenía retenidos. «Estonces hubiera llegado mucha gente viva», apuntó al recordar a todos los miembros de las fuerzas de seguridad que han muerto en las fallidas operaciones de liberación puestas en marcha por los sucesivos gobiernos. Y destacó que esta vez «lo conseguimos sin derramar una gota de sangre, con el respeto al otro y, sobre todo, con la convicción de que Colombia quiere la paz».

El mandatario sostuvo que el gesto de las FARC va en la dirección correcta pero «no es suficiente» y pidió «muestras más fehacientes de su verdadera voluntad de terminar con este conflicto», porque, según recalcó, aún hay civiles en cautiverio cuyo paradero es desconocido y cuya liberación, a la que se sumaron organizaciones internacionales, reclamó. No se conoce el número exacto de civiles retenidos, pero se habla hasta de 400, una cifra que las FARC tacharon de «falsa».

Córdoba coincidió con Santos en que estas liberaciones son «solo un paso y no son suficientes», argumentando que en Colombia «siguen habiendo falsos positivos. El presidente tiene la razón, falta muchísimo por hacer. Ni más desaparecidos ni más asesinados ni más pobres en este país». Al mismo tiempo, insistió en poder visitar a los guerrilleros presos para verificar el respeto a los derechos humanos e impulsar un eventual proceso de paz.

Las FARC entregaron el lunes, en una sola fase como se rumoreó durante la jornada, a cuatro militares y seis policías, un gesto que el Gobierno colombiano y los medios de comunicación afines quisieron silenciar.

«Gesto de paz»

La excandidata presidencial colombiana Ingrid Betancourt, liberada por el Ejército tras pasar más de seis años en poder de las FARC, aseguró ayer que estas últimas liberaciones son «un gesto de paz, un replanteamiento de su estrategia con el que están reconociendo que se equivocaron con el secuestro», señaló a la emisora local RNC.

Betancourt, que pidió no olvidar al indeterminado número de civiles que permanece retenido por las FARC, dijo que ahora las decisiones las debe tomar Santos. «El presidente sabe los errores que se tienen que evitar, somos conscientes de lo que ya sucedió» en el pasado con otros procesos fallidos de paz, en referencia al llevado a cabo por el Gobierno de Andrés Pastrana (1998-2002). «Tengo la sensación -añadió- de que el presidente está comprometido para buscar la paz, él es el mejor líder para concretar la paz».

La jefa de la diplomacia europea, Catherine Ashton, Naciones Unidas, la Organización de Estados Americanos, los estados español y francés y Amnesty International, entre otros, instaron a las FARC a que liberen inmediatamente a los civiles que mantiene retenidos.

Pero también hubo emplazamientos a Santos, quien siempre responde a las iniciativas de la guerrilla con nuevos reclamos, a responder con otro gesto de paz. Lo hizo el expresidente Ernesto Samper en una entrevista en el diario «El Espectador» y la propia sociedad colombiana, según declaró a GARA la diputada de Amaiur Maite Aristegi, que ha participado como observadora en este proceso como integrante del Grupo de Mujeres por la Paz, un colectivo que hoy tratará de lograr el permiso pertinente para visitar alguna cárcel de Colombia.

Aristegi confía en que el último gesto de las FARC sea el inicio de un proceso que desemboque en «una paz justa, verda- dera y sin vuelta atrás», en la que las dos partes en conflicto puedan «mirarse a los ojos, reconocer el dolor ajeno y avanzar mediante el diálogo».

Decisión histórica

La diputada de Amaiur relata emocionada lo vivido en Villavicencio mientras se llevaba a cabo la misión humanitaria que sacó de la selva a los cuatro militares y seis policías, pero no elude las críticas al Gobierno colombiano, con su presidente al frente, por haber tratado de invisibilizar la escenificación de una decisión histórica e impedido que familiares y amigos de los liberados pudieran abrazarles en la misma pista del aeropuerto, trasladando el recibimiento a otra dependencia para alejarlo de las cámaras y evitar que la difusión de esas imágenes contrarrestara el «éxito» de sus dos últimas operaciones contra la guerrilla, que se saldaron con decenas de muertos.

Considera que el paso dado por las FARC con estas liberaciones es muy importante y de «una gran generosidad» y asegura que el pueblo colombiano quiere que el conflicto armado acabe de una vez y es consciente de que ahora le corresponde al Gobierno hacer algún gesto. De hecho, asegura que el enfado por las declaraciones de Santos y sus siempre nuevas exigencias era enorme.

Relata que el helicóptero del Ejército brasileño fue recibido de vuelta en Villavicencio con gritos que iban desde al apoyo a Piedad Córdoba y a favor de la movilización por los prisioneros políticos hasta los que decían: «El Gobierno nos los entrega en bolsas, nosotros con una sonrisa», en referencia a la generosidad de las liberaciones unilaterales. Y es que dice sentirse emocionada de haber sido testigo de los abrazos y el deseo compartido de víctimas de ambos lados por que una paz justa ponga definitivamente fin al conflicto político en Colombia.

En declaraciones a Efe, Aitziber Blanco, portavoz de Lokarri e integrante también del Grupo de Mujeres por la Paz, destacó el gesto de las FARC, porque pueden propiciar una «distensión de la violencia», etapa previa a un «proceso de diálogo político» que implique a todas las partes.

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Catherine Ashton reclamó a las FARC la liberación «inmediata e incondicional del resto de rehenes que todavía están en cautividad» y que la guerrilla, que no el Gobierno, acceda «finalmente» a la demanda del pueblo colombiano a favor de «una paz sostenible, en democracia y con pleno respeto de los derechos humanos».

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La excandidata presidencial Ingrid Betancourt aseguró ayer que la liberación unilateral de los diez policías y militares constituye un «gesto de paz» por parte de la guerrilla, que, a su juicio, estaría tratando de «rectificar su estrategia».

vergüenza

Córdoba aseguró que insistirá en hacer entender la importancia de buscar una salida política y no militar al conflicto armado e invitó al país a movilizarse y trabajar por el respecto a los derechos humanos, porque «la guerra es una vergüenza».

Los liberados, en buen estado, dicen querer reincorporarse

Los diez uniformados liberados el lunes por la guerrilla de las FARC han expresado su deseo de reincorporarse y volver a trabajar en las fuerzas de seguridad, según declaró a los medios de comunicación el presidente colombiano, Juan Manuel Santos, tras mantener varios encuentros con ellos.

«Están listos para seguir combatiendo», anunció Santos, quien dijo sentirse orgulloso de tener soldados y policías como ellos, aunque no explicó si eso sería posible después de más de una década inactivos.

El mandatario aseguró también que todos ellos se encuentran «muy bien de salud» y se sienten «bien de cuerpo y alma». Los diez han sido sometidos a varios exámenes médicos desde que el mismo lunes por la noche fueran trasladados a Bogotá desde Villavicencio.

Antes mantuvieron un breve encuentro con sus familiares, aunque las autoridades no les permitieron que se acercaran a la aeronave que traía a los liberados, algunos de los cuales llegaron con mascotas: un pecarí (parecido a un jabalí), un saíno (similar a una ardilla) y dos loros.

La esposa del sargento José Libardo Forero, Norma Trujillo, destacó la sorpresa que su marido mostró al conocer a sus hijos ya adolescentes -16 y 20 años-, a los que dejó siendo niños cuando fue capturado en 1999.

De acuerdo con el primer parte médico difundido por la Clínica de la Policía Nacional, los seis agentes padecen enfermedades estomacales, pérdida de peso, disminución de la agudeza visual, rinitis, afecciones en la piel y tres de ellos deberán ser objeto de evaluaciones sicológicas adicionales. Ayer no se difundió parte médico alguno de los cuatro militares

El presidente colombiano aseguró haberse sentido sobrecogido con los testimonios de los seis uniformados, que le narraron las peripecias y enfermedades que sufrieron durante los trece o catorce años que estuvieron retenidos en la selava y el tratamiento que recibieron de los guerrilleros, «muchas veces inhumano». GARA

visita a prisión

El Grupo de Mujeres por la Paz, del que forman parte la diputada de Amaiur Maite Aristegi y la portavoz de Lokarri, Aitziber Blanco, tratará hoy de lograr el permiso pertinente para visitar alguna cárcel colombiana.

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