Antonio ALVAREZ-SOLIS | Periodista
El asesinato
Era farmacéutico jubilado en Grecia. Tenía setenta y siete años bien llevados hasta que le dejaron casi sin pensión a fin de salvar la deuda de su país, en manos de los especuladores. Se disparó un tiro en la cabeza frente al Parlamento de Atenas para no acudir a los cubos de basura en busca de algo que comer. Murió con dignidad, que era lo único que le quedaba. Una sencilla historia. Nada importante. Según la tesis del ministro de Economía español, Sr. Guindos, le faltó paciencia para esperar ese «medio plazo» que tardará en llegar la normalidad. En una encuesta de «El Mundo» el 62% por ciento de los ciudadanos españoles cree que «a medio plazo» funcionarán las medidas estabilizadoras del Gobierno del Sr. Rajoy. Supongo que para entonces aún seguirán vivos muchos farmacéuticos. Estamos, pues, ante una cuestión técnica. Que no falte la esperanza. Pero yo me pregunto si el Sr. Rajoy y ese 62% de encuestados por el periódico de la ruda derecha saben lo que es un ser vivo. No parece. Aclaremos, pues, la cuestión: un ser vivo es un ciudadano que come todos los días y paga el alquiler, la luz y el agua. Es decir, para él el «plazo medio» de aguante abarca del lunes al martes. Todo lo demás son procesiones de Semana Santa e informes del Sr. Guindos.
Si fuese escritor policíaco propondría un argumento con crimen nuevo: aquel en que la víctima aparece dejando junto a sí el último plátano a medio comer. Poirot tendría que buscar quién entregó a la víctima el plátano mortal. Podría ser un banquero o un ministro. Luego los jueces le enviarían a la guillotina a medio plazo. Porque habría que aclarar antes si comer medio plátano no desestabiliza la deuda, que es el crimen del suicidado.