75 ANIVERSARIO DEL BOMBARDEO DE GERNIKA
«Recordar Gernika es fundamental para el futuro»
Juantxu Izagirre | Superviviente del bombardeo miembro de Gernika Batzordea
Nacido en un baserri del entorno de Gernika mientras, prácticamente, esta todavía humeaba, Juantxu Izagirre creció y maduró en torno al trabajo en el huerto de la familia. Fundador junto a otros euskaltzales de la ikastola Seber Altube, la primera de la villa foral, entraría a formar parte de la asociación de «testigos del bombardeo», que mas tarde se convertiría en Gernika Batzordea. Su verbo sigue siendo pausado, emocionado por los recuerdos de una vida marcada desde niño por la masacre.
Mikel PASTOR | GERNIKA
Juantxu Izagirre nació en setiembre de 1937. Cuando las bombas borraron del mapa físico Gernika, todavía estaba en el vientre de su madre. No obstante, merced a lo relatado por sus familiares, conoció de primera mano cómo fueron los angustiosos días previos al bombardeo, y recuerda el dolor, la humillación y la represión fascista sufridos en sus propias carnes en los años de posguerra.
«Mi familia vivía en un barrio de los exteriores. Estaban mi ama, mi hermano, que tendría unos meses, y mis abuelos», rememora Izagirre. Su padre luchaba en el frente, donde según los papeles, «cayó por la explosión de una bomba dum-dum», explica con la voz afligida por la pérdida. Fue el 11 de mayo de 1937. Nunca hubo más información sobre lo ocurrido.
Las circunstancias y la localización del baserri donde se refugió la familia, alejado del núcleo urbano, hicieron que Juantxu Izagirre apenas tuviera opción de disfrutar de su juventud: «En mi caso, no teníamos tiempo ni para jugar; nos tocaba ayudar a la familia en las diferentes labores».
Juventudes arrebatadas, sentimientos entremezclados: «A las familias de los que se habían destacado por su lucha [contra los fascistas] no se les daba cartillas de racionamiento». Eran los tenebrosos años de posguerra, años de mercado negro, de trapicheos y de oscuros pagos bajo mano.
También años de angustia, de miedos y, por encima de todo, de búsqueda. «Recuerdo que en los meses y años posteriores al bombardeo, muchas familias buscaban, preguntaban `¿quién sigue vivo?' `¿alguien ha visto a algún familiar vivo?'. La verdad es que todavía hoy muchos de los cuerpos siguen desaparecidos», se lamenta.
Una ikastola especial
Los años más oscuros del franquismo fueron pasando, dando paso a tiempos de esperanza. En el caso de Gernika, el primer destello de luz llegaría con la apertura de la ikastola Seber Altube, allá por 1970. El nuevo centro educativo supondrá un soplo de aire fresco en el rancio mundo educativo, convirtiéndose en referente cultural de los euskaltzales de la zona, debido en gran parte al titánico esfuerzo de la «directiva» de la ikastola, dirigida por Juantxu Izagirre, y de varios de sus jovencísimos profesores. Entre ellos, nombres destacados como Karmelo Landa, que luego llegaría a ser portavoz de Herri Batasuna.
Seber Altube se convertirá rápidamente en referente cultural y lingüístico, dando la posibilidad de vivir, trabajar y enseñar en euskara. La ikastola se convertirá en el espacio perfecto para la creación, años más tarde, de una organización de «testigos del bombardeo». Destapado el tarro, las historias comenzaron a multiplicarse, todo el dolor acumulado en los relatos familiares comenzó a ver la luz, tras décadas encerrado en celdas de miedo y represión.
Al año siguiente se celebrará una mesa redonda con la participación de importantes historiadores como Ángel Viñas, M. Tuñón de Lara o Fernando García de Cortázar. «A pesar de no contar todavía con un ayuntamiento propio -precisa Izagirre-, conseguimos que la conferencia tuviera repercusión internacional», difundiendo por el mundo las voces de las víctimas de una tragedia hasta entonces solo estudiada de refilón.