Fede de los Ríos
De turiferarios, mantis religiosas y coprófagas acatangas
Votaron en conciencia, la suya, nadie lo duda. Dieron el sí a una ponencia que llaman «para la paz y la convivencia» de la que será apartada una de las partes al estar ilegalizada por el poder excluyente de la otra parte. Curiosa forma de proceder la de los demócratas cuyos escaños parlamentarios y el gobierno son consecuencia de una ilegalización. Tan viejo como el mundo, el poder del Discurso siempre resulta el discurso del Poder. Y sus acólitos.
Necesitaban legitimación y, como tres turiferarios, Ezenarro, Basabe y Erostarbe, ejerciendo de monaguillos, menearon el incensario lleno de perfume quemado a fin de disimular el olor que exhala una excluyente ponencia no nata ya cadáver. Ellos no querían, oiga, pero su conciencia les obligó. Entre la ética de la convicción y la ética de la responsabilidad debieron optar y optaron. Como actores de una tragedia griega sufrieron el desgarro de la aporía.
Cuando uno es porta-voz de intereses colectivos el único voto en conciencia es el voto que los suyos han delegado en él. Eso o dejar el cargo para poder representarse a sí mismo ante sí mismo. Difícil tarea para narcisos con tendencia a absorber en el yo todo el mundo exterior cuando el yo se ha convertido en la carrera principal y preferida. Y más difícil cuando, por parte de las instituciones y sus medios de propaganda todo son parabienes. Ya sea el portavoz del PSE, José Antonio Pastor, definiendo la labor de Aintzane Ezenarro como encomiable y proponiéndola como presidenta de la ponencia; ya el mismo presidente del PNV de Bizkaia, Andoni Ortuzar, «augurando el mejor de los futuros a Ezenarro y a los otros dos parlamentarios que votaron por la ponencia», porque «han hecho una política bastante racional y razonable». Ambos, al alimón, animando a que los tres vascos buenos y razonables conserven sus escaños al tiempo que cargan contra Aralar y la ilegalizada izquierda abertzale.
«Al fin y al cabo, las actas de los parlamentarios, como las de los cargos públicos locales, son propiedad individual del que la tiene» afirma, sin rubor alguno, Pastor, mostrando su sorpresa ante «la tremenda velocidad con la que Aralar ha dado el paso de integrarse sin más en esa coalición del mundo de Batasuna, EA y Alternatiba». ¿A qué mundo se refiere el demócrata? ¿Acaso las 333.628 voluntades expresadas en las últimas elecciones sean criaturas de otro mundo que no puedan tener representación en el Parlamento? Cuando se extraña a un sector de la población, negando incluso su humanidad, es lógico negarle la ciudadanía.
Andoni Ortuzar, oficiando de entomólogo sobrevenido, ha definido a la izquierda abertzale como «una `mantis religiosa' que se come a todo aquel que se acerca a su entorno». Más partidario, por resultarle más familiar, el coleóptero acatanga o «escarabajo pelotero» para el que los excrementos son tanto su alimento como el medio en donde habita y pone sus huevos para que la materia fecal sirva de alimento a sus larvas.