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Dabid LAZKANOITURBURU | Periodista

Apuntes sobre la ofensiva de los tuareg

La ofensiva tuareg, en pleno caos tras el golpe de Estado en Mali, ha vuelto a sacar a la luz dos problemáticas persistentes: la cuestión amazigh y el fenómeno yihadista.

Empezando por el final, la irrupción de grupos tuareg políticamente islamizados en alianza con Al-Qaeda ha encendido todas las alarmas. Testimonios locales dan cuenta de un golpe de mano islamista que habría marginado en la ofensiva al laico Movimiento de Liberación Nacional de Azawad (MLNA).

Habida cuenta de que este cuenta con muchos más hombres armados, eso no cuadra. Hay quien apunta a una alianza táctica con los islamistas. Otros sugieren que el MLNA habría decidido dejarles hacer para presentarse como tabla de salvación ante una temida consolidación territorial y urbana de la yihad entre el Sahara y el Sahel. Ya ha prometido que, si se reconoce su soberanía sobre Azawad, acabaría de un plumazo con Al-Qaeda.

Más allá de estratagemas, es la cuestión de los amazigh (bereberes) norteafricanos -y los tuareg lo son-, la que cobra actualidad. Ya asomó en plena revuelta contra Gadafi con la movilización de los amazigh de las montañas de Nafusa. Marginados otra vez por el nuevo poder en Trípoli, resurge ahora pero en formato tuareg como una venganza desde su tumba del linchado coronel libio, experto en vida a la hora de utilizar a los «hombres azules» como guardia pretoriana y avanzadilla en sus guerras regionales.

¿Están siendo utilizados ahora? ¿Por quién? ¿Por París?

Lo que está claro es que no habrá Primavera Árabe sin Primavera Amazigh (y dentro de esta, Tuareg). En todo el norte de África, Desde Marruecos (Rif) hasta Níger, pasando por Argelia (Kabilia).

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