Naciones Unidas acusó ayer a Siria de mantener su estrategia represiva y seguir bombardeando núcleos urbanos, causando las consiguientes víctimas civiles, a pesar del anuncio realizado el jueves de que había comenzado a retirar a sus tropas, tal y como establece el plan del enviado especial de la ONU y de la Liga Árabe, Kofi Annan.

Grupos de la oposición informaron de la muerte ayer de al menos 128 personas en Siria, 86 de ellas civiles. Según el Observatorio Sirio de Derechos Humanos, con sede el Londres, 40 de esas víctimas se produjeron durante los bombardeos y tiroteos en Latamna. La misma fuente constató la muerte de 16 desertores y 26 soldados en distintos combates por todo el país.

La promesa del presidente sirio, Bashar al-Assad, de cesar las operaciones militares antes del martes, fecha límite establecida por el plan de Annan, «no puede ser una excusa para seguir matando», subrayó Martin Nesirky, portavoz del secretario general de la ONU Ban Ki-moon.

Por otro lado, Ban dijo estar «muy preocupado» por el empeoramiento de la crisis humanitaria en Siria, al señalar que recientes informes muestran el incremento alarmante en el número de refugiados que huyen a países vecinos. Turquía, a donde han llegado ya más de 24.000 sirios desde el comienzo de la crisis hace más de un año, ha solicitado ayuda. En tan solo 36 horas, ha recibido a 2.800 personas que huyen de las bombas.