ABERRI EGUNA 2012: PNV
Urkullu fija su objetivo en gestionar Lakua y pide ahora a Rajoy que se mueva
El presidente del EBB, Iñigo Urkullu, centró su discurso de Aberri Eguna en el principal reto del PNV, que no es otro que la recuperación de la gestión del Ejecutivo de Lakua, entre críticas al PSE y a las formaciones soberanistas de izquierda. La única nota al margen de ese mensaje fue el emplazamiento a Mariano Rajoy para que «se mueva», acercando a los presos, posibilitando la participación política plena de todas las opciones y apostando por el diálogo resolutivo.
Agustín GOIKOETXEA
El discurso de Iñigo Urkullu fue el colofón al acto organizado por el PNV en la Plaza Nueva ante 2.000 militantes y simpatizantes jeltzales, que disfrutaron de la recreación preparada para conmemorar el 80º aniversario de la celebración de Aberri Eguna. Imágenes en blanco y negro rememoraron aquella primera movilización de masas del Domingo de Resurrección de 1932, en la que no faltó el agurra a cargo del grupo de dantzas Intxartu de Algorta, cuyos miembros accedieron a la plaza neoclásica en un coche de época tras escucharse algunas estrofas del mítico ``Ikusi Mendizaleak».
Tras las referencias a la efeméride, así como a los bombardeos sobre la población civil en 1937, hubo alusiones al fin de la actividad armada de ETA, a la que el burukide no atribuyó ningún éxito. En su opinión, el nuevo tiempo que vive Euskal Herria «constata el fracaso estrepitoso de la estrategia político-militar» y «evidencia» el éxito de la praxis jelkide.
«Hoy proclamamos, nuevamente, que estamos orgullosos de nuestra estrategia. De la construcción nacional en el día a día. Orgullosos -reiteró entre aplausos de los reunidos- del pie en la tierra y el realismo».
Urkullu incidió en que el cese de la lucha armada «ha sido el triunfo de la sociedad vasca» pero apostilló que para alcanzar «la paz definitiva y la concordia» en el nuevo tiempo es necesario «cerrar el viejo».
A renglón seguido, su discurso de cerca de 35 minutos ante la veterana parroquia jelkide se centró en solicitar al presidente del Gobierno español pasos. «No diga que nada ha cambiado», le espetó. «No se escude, no dilate, no paralice», añadió.
«Vivimos un nuevo tiempo, un tiempo de respuestas y soluciones. No se quede atrás en las políticas que profundicen en el camino a la paz y la normalización. No se estanque en la excepcionalidad del pasado», le dijo al inquilino de La Moncloa, con el que el PNV compartió hace unas semanas una declaración en el Congreso que deja las manos libres al Ejecutivo de Mariano Rajoy.
Urkullu confesó que compartía «la prudencia y la paciencia» del PP «pero para actuar, no para paralizar». «Las normas jurídicas vigentes ofrecen margen para la acción», le recordó a Rajoy, antes de aclararle que «es posible» el acercamiento de presos, la participación política plena y el diálogo resolutivo ante la «evidencia» del cese definitivo de la acción armada.
A partir de ahí, el líder del PNV centró su alocución en explicar que el reto del partido es recuperar Ajuria Enea. Antes, al defender su modo de gestión, pronunció la única referencia a Nafarroa, al negar cualquier capacidad de gestión a los tándem Barcina-Jiménez y López-Basagoiti. Tampoco obvió las críticas a quien se ha convertido en la primera fuerza en los ayuntamientos vascos y en la Diputación guipuzcoana, Bildu, a quien achacó lo mismo.
«Este país no está para perder el tiempo ni para experimentos ocurrentes. Este país -subrayó- necesita recobrar la confianza en sus gestores». El burukide se arrogó «voluntad y capacidad para liderar la institucionalización progresiva. Un gobierno liderado por un lehendakari que piense y y que esté en Euskadi. Un lehendakari -insistió- que celebre el día de su patria. ¡Qué celebre Aberri Eguna!». Acusó al actual inquilino de Ajuria Enea de estar de «campaña permanente. Buscando el aplauso de España en lugar del compromiso con Euskadi. Pensando más en España que en Euskadi».
Arengando a sus fieles, Urkullu vaticinó su retorno al control de Lakua. «Unos han tenido la oportunidad de demostrar que sabían gobernar. Y su falta de compromiso, de rigor, de ideas, ha dañado seriamente la solvencia y la seriedad de nuestras instituciones», manifestó.
Contra la huelga
El otro enemigo a batir por los jelkides es la confluencia de fuerzas soberanistas e independentistas de izquierda. Les achacó que piensen «que el día de la revolución ha llegado. Como si la Euskadi del siglo XXI fuera la Nicaragua sandinista». A Urkullu no le gustó que estuvieran al lado de los trabajadores en la huelga general del 29M y acusó a sus dirigentes de estar «más preocupados por la pancarta que por la gestión. Son patronos que llaman a la huelga».
La solución del PNV es trabajar por un nuevo estatus político para Araba, Bizkaia y Gipuzkoa «desde la bilateralidad con España y también con Europa. Desde el reconocimiento internacional. De la misma manera que nuestro sistema fiscal en base al Concierto y el Convenio Económico».
La referencia al Convenio supuso la segunda referencia a Nafarroa en todo un discurso que finalizó con un «gora Euskadi askatuta!», respondido con poco énfasis, antes de que un coro entonara ``Euzko Abendaren Ereserkia''. Para la historia quedaron los gritos de «independentzia», o para la sobremesa tras la comida posterior en el Arenal, en una carpa.
El portavoz adjunto del PP en el Congreso, Leopoldo Barreda, instó ayer al presidente del PNV a «dirigir sus exigencias a ETA-Batasuna y no al Gobierno», que, señaló en declaraciones a las agencias en Bilbo, «hace lo que debe: garantizar las libertades y la aplicación de la ley».
«Urkullu ha perdido hoy [en referencia a ayer] una oportunidad muy importante para exigir a ETA su disolución; para reclamar que entreguen las armas y exigirles que acaten las libertades democráticas y, por lo tanto, un escenario de justicia y no de impunidad, que es lo que quiere diseñar el mundo de Batasuna para los terroristas», manifestó.
El Ejecutivo español, recalcó el diputado del PP por Bizkaia, «hace lo que debe, que es garantizar la democracia y las libertades», por lo tanto, Urkullu «yerra en el momento en que dirige sus exigencias al Gobierno y no a ETA-Batasuna». Barreda, al igual que todos los años, consideró que el discurso del líder jeltzale fue el propio «de un PNV radicalizado, alejado de los intereses de la sociedad vasca» y que busca «un escenario de convergencia con Batasuna» que provocará «un futuro de división y enfrentamiento entre vascos».
Barreda aprovechó esa reflexión para tratar de atraer a votantes del PNV que pudieran también hacerlo por el PP. Consideró que las «señas de identidad del PNV están cada vez más próximas a la izquierda abertzale«, lo que, a su juicio, hace necesaria una alternativa como la del PP, «centrada y moderada, que apuesta por dar soluciones a los problemas de todos los días y no por dividir y enfrentar a esta sociedad». «Toda la oferta del nacionalismo vasco es más tensión, más enfrentamiento, más división, en lugar de aportar soluciones a los problemas reales de los ciudadanos», concluyó Barreda.
Desde Cádiz, el portavoz del PP en el Congreso, el alavés Alfonso Alonso, también se postuló como alternativa de los jeltzales para muchos votantes del PNV.
El portavoz del PSE, José Antonio Pastor, también valoró el Aberri Eguna del PNV y dijo sentirse alegre por que el presidente del PNV, Iñigo Urkullu, se sume a la reclamación de Patxi López al Gobierno de Mariano Rajoy para que proceda a una «flexibilización» de la política penitenciaria. En declaraciones a Europa Press, afirmó que le parece «bien que el señor Urkullu reconozca que tenía razón el lehendakari cuando hizo los planteamientos de la hoja de ruta para la paz, en la que hacía un llamamiento al Gobierno de España para aplicar una política penitenciaria más dinámica y flexible».
«Hablábamos de un nuevo tiempo en el que recuperar valores de convivencia, y muestra de ello es la ponencia que hemos aprobado casi por unanimidad en el Parlamento Vasco. Por tanto, ninguna novedad», indicó, para congratularse luego de que el líder jeltzale «reconozca que el lehendakari tenía razón en lo que planteaba, aunque formalmente el señor Urkullu se niegue a reconocerlo».
En la misma línea que otros años, Pastor manifestó que el Aberri Eguna «parece una especie de pugna o competición entre nacionalistas, en las que hoy se han visto y oído un nuevo capítulo en esa especie de subasta que mantienen entre el PNV y el mundo de Batasuna, que se dedican a hacer una puja cada vez más alta para ver quién se lleva el marchamo de ser más nacionalista que nadie».
«Es un error de bulto y es preocuparse de los problemas que no son los de la gente. Los problemas de los ciudadanos vascos no son el derecho a decidir, la soberanía ni la territorialidad, sino la crisis económica y el desempleo», destacó.
En este sentido, Pastor consideró que «se equivocan de foco de atención y siguen, además, intentando confundir a la ciudadanía, intentando identificar a lo vasco con lo nacionalista y a Euskadi con la independencia».