Mientras se van produciendo las reacciones a las medidas de reproducción asistida de los cachorros del nacional-catolicismo español, con todo el sistema de la ensoñación de bienestar secuestrada, ver casi en directo, las carreras por los pasillos del parlamento español a ministros, portavoces, periodistas intentando pactar una ley de sostenibilidad del sistema bancario como infantería de los mercados, la que viene ahora, en breve, en la reconquista de RTVE por parte de la Brunete mediática, que empieza a dar muestras de ansiedad.

En medio una rueda de prensa teatralizada, con Rodolfo Ares intentando dar muestras de conmiseración con un homicidio cometido por sus muchachos uniformados, pidiendo perdón «por la injusticia», una de esas piezas a colgar en YouTube, porque a la vez, se mostró intransigente, cavernícola, durísimo con quienes le reclaman la misma atención para el joven en estado grave ingresado en Gasteiz por otra bola perdida, pero esta vez en manifestación política, y sospechoso de no ser ni siquiera del Athletic, sino sospechoso habitual. Porque ese perdón era parcial, dirigido a un caso concreto y no ante una actitud general que son las órdenes cursadas con anterioridad. O el cinismo de asegurar que desde enero de 2013 no la utilizarán más las bolas. No las utilizarán porque Europa lo prohíbe. Y punto.

La renovación de los estamentos directivos, especialmente en la parte sensible, como son los servicios informativos. La que nos espera es para amarrarse a los butacones. O simplemente para darle al mando a distancia, porque van a aparecer los monstruos del lago de la TDT. Las declaraciones de los ministros de la risa económica no tienen desperdicio. Su ignorancia es lesiva, además de ridícula. No quieren ver a nadie que suene a los de la ceja. Es una obsesión. Quieren reducir el mundo a su miseria intelectual y artística. Van a llegar los suyos, pero con ínfulas que es lo peor. Empieza la cuenta atrás para que RTVE sea un púlpito incendiario. Y si va mal, se la venderán a sus amiguitos para que sigan forrándose. Eso sí, por menos de dos mil quinientos euros, para que puedan pagar en negro.