Diego Matheuz, la nueva promesa musical procedente de Venezuela
Anoche hizo su debut en el palacio Euskalduna de Bilbo el joven director Diego Matheuz, a quien la Orquesta Sinfónica de Euskadi ha invitado a sus nuevos conciertos de abono. Matheuz, uno de los músicos más prometedores del Sistema Nacional de Orquestas Infantiles y Juveniles de Venezuela, dirigirá a la Orquesta Sinfónica de Euskadi en obras de Lavista, Saint-Saëns y Rimsky-Korsakov.
Mikel CHAMIZO | DONOSTIA
La Orquesta Sinfónica de Euskadi ha invitado a participar en su nuevo programa de abono a uno de los directores jóvenes más prometedoros del momento. Se trata de Diego Matheuz, hijo del célebre Sistema Nacional de Orquestas Infantiles y Juveniles de Venezuela, y el más firme seguidor de su compatriota Gustavo Dudamel en la carrera hacia el estrellato de la dirección orquestal.
Sin embargo Matheuz, de la ciudad de Barquisimeto como el propio Dudamel, está orientando su carrera en una dirección ligeramente distinta de la del gran abanderado de la música venezolana. Mientras que Dudamel se dedica casi exclusivamente al gran repertorio sinfónico y a la defensa de la música latinoamericana, Matheuz, sin renegar de ello, está despuntando como un competente y apasionado director de ópera.
Tan bien se le da el género que en septiembre del pasado año le nombraron, con 27 años, director titular de La Fenice de Venecia, uno de los teatros históricos más importantes de Europa e icono musical de la ciudad considerada cuna de la ópera. La decisión de nombrar a un director tan joven y de una extracción musical tan diferente a la italiana implicaba un marcado cambio de aires para La Fenice: «Por supuesto, la orquesta de La Fenice probablemente puede tocar cualquier obra de Verdi o Puccini mientras sueña -confesó Matheuz en una entrevista para Askonas Holt-, pero ellos quieren hacer las cosas de manera diferente, por eso me han elegido como director. Y yo he estado pensando mucho últimamente acerca de tomar riesgos». Esta actitud arriesgada es marca de la casa de los directores surgidos del Sistema venezolano: en ellos se combina el desparpajo y la pasión de la juventud con una experiencia y dominio de su oficio que ningún otro país podría haberles proporcionado.
Sistema Nacional
El Sistema, puesto en marcha hace 35 años por iniciativa de José Antonio Abreu, nació con el fin de usar la educación musical como herramienta para el desarrollo comunitario, la integración social y la solidaridad. En la actualidad son cerca de 250.000 los jóvenes músicos que ampara el Sistema, en muchos casos niños con problemas económicos y familiares, que reciben educación e instrumentos gratuitamente y que encuentran en las comunidades musicales del Sistema una segunda familia con la que compartir valores a través de la música y alejarse así de los ambientes marginales. Esta misión social ha terminado por arrojar también frutos musicales de extraordinaria calidad. Cada vez son más los músicos venezolanos, jovencísimos, que ocupan atriles en las mejores orquestas del mundo. Quizá el caso más conocido sea el de Edicson Ruiz, un contrabajista extraordinario que fue contratado por la Filarmónica de Berlín con sólo 17 años y cuando tan sólo llevaba seis años tocando el instrumento. Pero al margen de los músicos que el Sistema pueda exportar, lo significativo es la vida musical generada dentro del país, con sus decenas de orquestas de jóvenes con un nivel interpretativo altísimo en relación a la edad de sus integrantes, capaces de abordar sin reparos grandes monumentos del repertorio clásico como las sinfonías de Beethoven o las de Tchaikovsky.
Fue en este ambiente tan poblado de orquestas con las que practicar a diario donde Dudamel, primero, y después Matheuz, que había comenzado como violinista, se formaron como directores bajo la tutela del mismo José Antonio Abreu. En el caso de Matheuz llegaría después una figura tan influyente como Claudio Abbado, gran admirador y defensor del Sistema venezolano, que con solo 22 años adoptó a Matheuz como uno de sus protegidos. Desde entonces ha podido dirigir a agrupaciones tan notables como la Orquesta Mozart de Bolonia, la Santa Cecilia de Roma, la Royal Philharmonic Orchestra de Londres o las filarmónicas de Israel y Estocolmo y sus compromisos para los próximos meses incluyen orquestas cada vez más importantes.
Lo que parece cierto es que el progresivo éxito de Matheuz no le hace olvidar sus orígenes en el Sistema ni el amor por su cultura: «Nací en el Sistema, está en mi sangre, era lo más importante en mi vida y sigue siendo muy importante. Una de mis ideas es tratar de crear algo como El Sistema en Venecia, que se merece una orquesta de jóvenes con un impacto social». Además de cantar sus excelencias allá donde va, Matheuz, al igual que Dudamel, vuelve regularmente a Venezuela para trabajar con las bases musicales de las que él mismo surgió. Después de su gira con la OSE, volverá a trabajar con el buque insignia del Sistema, la Orquesta Simón Bolívar.
La Orquesta Sinfónica de Euskadi le llevará a Donostia (16 y 19), Gasteiz (17) e Iruñea (18). Luego hará una serie de conciertos con la Simón Bolívar, acompañado por la pianista donostiarra Judith Jauregui.